Bajar salarios no es bueno
Artículo publicado por Vicenç Navarro en la revista digital SISTEMA y en
la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 1 de noviembre
de 2013
Este artículo muestra la falsedad de los argumentos
utilizados por los economistas liberales, que acentúan la necesidad de
bajar los salarios como la mejor manera de salir de la crisis actual, mediante el aumento de la productividad y de la competitividad, incrementando las exportaciones.
La revista Social Europe Journal acaba de publicar un artículo, “How
Quarterly Capitalism Stifles Investment And Wages”, escrito por George
Tyler, que muestra la falsedad de los argumentos utilizados por los
economistas liberales que acentúan la necesidad de bajar los salarios
como la mejor manera de salir de la crisis actual, mediante el aumento
de la productividad y de la competitividad, incrementando las
exportaciones. El autor presenta evidencia del error de este supuesto.
Para ello compara los salarios por hora de los trabajadores en EEUU con
los salarios por hora de los trabajadores de los países nórdicos de
Europa, los cuales son mucho más elevados que los primeros. En realidad,
los trabajadores del norte de Europa reciben por hora diez dólares
más que los estadounidenses, lo cual es una cifra más que respetable. Y a
pesar de ello, la productividad es mucho mayor en los países nórdicos
que en EEUU.
George Tyler muestra las causas de este
diferencial. Una de ellas es que las empresas nórdicas invierten mucho
más que las estadounidenses. Y lo mismo ocurre en cuanto a investigación
y desarrollo (I+D). Las nórdicas invierten más que las estadounidenses
en dicha actividad.
Otra causa del diferencial de productividad es el mayor nivel educativo
de la ciudadanía (resultado de tener mejores escuelas públicas en los
países nórdicos) y, dato también importante, estos países tienen
mayor inversión de las empresas en el propio trabajador y mejores
relaciones laborales dentro de la empresa. La participación del
trabajador (individual y colectivamente) en la gestión de las empresas
es mucho mayor en las empresas nórdicas que en las estadounidenses,
donde tal participación es casi nula. Previsiblemente, el
trabajador se siente más cómodo e identificado con la empresa en los
primeros que en EEUU. La estabilidad laboral en las empresas
estadounidenses es mucho menor.
Añádase a ello que el empresariado estadounidense controla no solo
los salarios, sino también el nivel de beneficios sanitarios que el
trabajador y su familia tienen, con lo cual, cuando el primero despide
al segundo, este pierde la cobertura sanitaria de él y/o ella y de su
familia. Este es el mayor sistema de control que el empresariado de EEUU
tiene sobre sus empleados. El impacto disciplinario de esta medida
es enorme y explica que EEUU sea el país de la OCDE que tiene menos días
perdidos como resultado de huelgas y paros laborales. Tal situación no ocurre en los países nórdicos, donde los servicios sanitarios son públicos, en lugar de privados.
Otra
causa de que la productividad sea mayor en los países nórdicos que en
EEUU es la actitud del mundo empresarial, muy fijada en conseguir el
máximo nivel de beneficios en un tiempo corto. Esta orientación
“cortoplacista” contrasta con una visión más a largo plazo del
empresariado nórdico. Tyler muestra como la orientación de
conseguir beneficios empresariales lo más pronto posible se consigue con
una baja inversión, con unos salarios bajos, y con insatisfacción
laboral, que el empresario intenta contener con las medidas
disciplinarias citadas anteriormente. Este es el tipo de comportamiento
empresarial más común también en España, que explica que España sea
también un país, como EEUU, que tiene menor productividad horaria que
los países nórdicos.
Es un síntoma del enorme poder del
mundo empresarial en los medios de comunicación así como en las
instituciones políticas, que todo el enfoque en aumentar la
productividad haya sido en España el de bajar los salarios. Y mientras,
los beneficios empresariales se están disparando en España, mientras que
la economía y productividad en el país continúan estancadas. Esta es la
consecuencia de lo que solía llamarse poder de clase, que ahora no se
denomina así por considerarse “anticuado”.
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