los libros escolares no caducan cada año.. ese es otro despilfarro que hispanistán no se puede permitir,
y además ésta debería haber aprendido algo de la época de Ceaucescu..
"Mi hijo ha tenido que estudiar con fotocopias"
Mihaela Hilohi ha tenido que hacer auténticos malabarismos para poder pagar los libros de sus tres hijos en edad escolar (tiene otro más, pero de 19 años).
Un total de 594 euros ha abonado por ellos. Lo ha hecho gracias a un
trabajo que consiguió en agosto como ayudante de cocina en una
residencia. Todavía no sabe nada sobre las becas para libros que la
Generalitat de Cataluña ha prometido convocar, después de que el año
pasado no lo hiciera.
La falta de ayudas ha complicado la vida a muchas familias con una economía precaria, como la de Mihaela, una madre soltera de 33 años, de origen rumano, que vive en Cataluña desde hace ocho. Desde su domicilio en Santa Coloma de Farners (Girona), cuenta que los 589 euros que cobra de la renta mínima de inserción los dedica a pagar “alquiler, agua y luz”. La comida la consigue de Cruz Roja o Cáritas. “Con tan poco dinero, es hacer magia”.
Mihaela arrastra esta precariedad desde hace un tiempo. No
siempre ha tenido “la suerte” de conseguir un trabajo para pagar los
libros, y la ayuda de 100 euros que le dieron para material no llegaba
para todo. Esta mujer recuerda que tuvo que dejar de abonar el alquiler del piso dos meses para pagar los libros de dos hijas.
El dinero no le llegó para el tercer hijo. “Tuvo que ir a clase con
fotocopias”, admite apesadumbrada. “Pero tiras con lo que tienes. Te
sientes inútil y no sabes cómo salir”. Finalmente, el año pasado pudo salvar la situación con unas ayudas de la Cruz Roja (este año la entidad no las ha podido renovar por falta de fondos).
“Nadie quiere estas ayudas, porque la gente quiere trabajar para tener una vida digna. Pero la situación es la que es”. Mihaela no pide la beca comedor porque no puede asumir los 3,2 euros diarios que no cubre la ayuda. “Cuando las Administraciones deciden no convocar estas ayudas quienes acaban pagándolo son los niños”, lamenta esta madre, que se ha hecho voluntaria de la Cruz Roja.
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