porque como todo el mundo sabe, los pisos nunca bajan.. muchos analfabetos descubrieron luego el significado de "avalista"..
"Venían hasta 30 personas para avalar una casa"
Especial desahucios
A finales de los 90
La notaría de José Ignacio Navas se llenaba de gente desde primera hora
de la mañana. Si llegaba pasadas las 9.00, ni siquiera le daba tiempo a
llegar al despacho. Dejaba la cartera en la recepción y comenzaba a
atender a los clientes que se agolpaban en el pasillo. Eran parejas
jóvenes, trabajadores sin muchos ahorros pero con un salario fijo.
Venían acompañados de sus familias, padres, abuelos y hermanos,
cualquiera que pudiera avalar la compra de la preciada vivienda.
Así era la vida a finales de los 90 en esta notaría del municipio
madrileño de Fuenlabrada, y así continuó durante buena parte de los años
2000. Los clientes entraban sin nada y se iban con una casa y una deuda
de más de 30 años. La habitación tiene unos enormes ventanales desde
los que se divisa una silueta reconocible en muchos otros municipios de
Madrid: edificios de ladrillo visto, toldos verdes, plazas de granito
sin muchos árboles y urbanizaciones a las que se accede tras pasar por
decenas de rotondas. Esos lugares, a veces demasiado impersonales, eran
hasta hace poco el sueño de miles de españoles.
La firma de una hipoteca en una notaría es un acto de cierta tensión.
Navas procuraba romper un poco el hielo con algún comentario y luego
trataba de ser didáctico. No leía el contrato, prefería explicarlo. Les
miraba a los ojos y trataba de poner a sus clientes en lo peor. “Podrías
quedarte sin trabajo. Le pasa a cualquiera”, les decía. “¿Y qué haces
entonces?”. Navas les aconsejaba que informaran cuanto antes a los
fiadores, normalmente los padres. El banco no solía avisar cuando el
deudor empezaba a ser moroso, y los trámites de embargo se iniciaban
rápidamente. Podían quedarse sin casa ellos y sus padres.
Les aconsejaba también que, si aquello llegaba a ocurrir, era mejor
malvender la casa. "Antes de que os ejecuten", les decía yo. “Si no
malvendes se va a quedar el banco con el 50% del valor de la casa y vas a
deber dinero. Y eso supone la muerte civil porque nadie te va a querer
dar un crédito, ni un teléfono, ni vas a poder abrir una cuenta...”.
Era tremendo.A veces venían los padres de la novia, los del novio, los abuelos... 20 o 30 personas para avalar la casa .
Recuerda el notario Navas en su despacho
Los consejos no servían de mucho. Era como preguntar
en una boda si alguien tiene algo en contra del enlace
Para entonces ya había demasiados acuerdos previos. No se iban a romper
porque un notario manifestara sus dudas. Y eso que Navas era una
excepción. Muchos compradores recuerdan que su notario jamás les
advirtió de nada. Otros incluso toleraban las ilegalidades que se
cometían en su notaría. No hace falta poner ejemplos con nombres y
apellidos; era una práctica habitual que en un momento de la
transacción, los notarios se ausentaran durante unos minutos y que los
compradores dieran en un sobre con dinero en negro parte del precio del
piso. Navas censura esas prácticas e insiste en las advertencias que
hacía a los compradores. “Sinceramente, creo que yo sí lo hacía. Pero la
gente solo decía gracias. Es usted muy simpático. Y firmaban. Es
normal”, dice Navas. “Ya estaba todo hecho. Su sueño de una casa, al
alcance de una firma”.
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