¿Quién podía haber pensado que mantener un campo de golf en medio de un
secarral mediterráneo iba a ser caro? ... Nadie, excepto miles de
botánicos, biólogos, licenciados en ambientales, ingenieros de montes,
ingenieros agrícolas, ingenieros agrónomos, jardineros con experiencia,
agricultores.. y, aparte, cualquiera con un poco (sólo un poco) de sentido común.. y cualquiera que hubiera "mirado los números" durante sólo 2 minutos..
si las promotoras no quieren cerrarlos y tienen dinero, pues adelante: cada uno dilapida su dinero como quiere (como ya se ha demostrado).. ahora, si consiguen "créditos" del banco (dinero a cambio de nada), entonces ya estamos hablando de dinero público, y de un evidente malgasto.. y deberían rodar cabezas.. bueno.. no.. que en hispanistán las cosas van de una manera peculiar..
disfruten lo votado..
Los campos de golf, de estrella durante el boom a pesadilla de promotores y bancos
"Lo primero que hacían las promotoras era construir el campo de golf
para enseñarlo a los futuros compradores de las viviendas, por lo que
desde el principio generaron pérdidas", añade. "Ahora nos encontramos
con campos de golf terminados y abiertos que son una fuente inagotable
de pérdidas porque las promotoras se niegan a cerrarlos y, al mismo
tiempo, no hay dinero ni compradores para poder sacar la promoción
adelante".
Y es que, como dice Aranguren, los campos de golf son como un cocodrilo
que come todos los días. Desde 400.000 hasta 2 millones de euros
anuales, dependiendo del complejo. "Un 50% son gastos de personal y otro
50% son gastos derivados del mantenimiento puro y duro del campo de
golf".
Un gasto que no asume solamente quien promueve y gestiona el campo de
golf. Una parte también la asume el socio. Making Golf Group calcula que
el coste anual de mantenimiento para un socio, sólo por usar las
instalaciones, ronda los 1.500 euros. Recordemos que, previamente, hay
que realizar un desembolso económico para comprar una acción,
convertirse en socio y poder jugar.
El problema fundamental surgió a partir de 2007 en aquellos proyectos
urbanísticos que no se desarrollaron totalmente y que no han sido
capaces de crear una masa crítica de socios/abonados que pudiera aportar
el coste de mantenimiento de los campos de golf asociados a ellos.
"Ahora, con el desplome inmobiliario y el fuerte revés que ha sufrido la
vivienda de segunda mano, ha sido una labor casi imposible no ya el
mantenimiento de la instalación, sino casi su supervivencia. Lo que ha
impedido que promotoras y constructoras los hayan abandonado ha sido el
hecho de que los campos de golf son parte fundamental de la oferta
inmobiliaria, es decir, de las casas y apartamentos que se construirán a
su alrededor", comenta Aranguren.
La tóxica herencia que los promotores han dejado a la banca
Para María Monasterio, directora de Málaga-Andalucía de Aguirre Newman,
"si el campo de golf no está construido, en funcionamiento ni mantenido,
penaliza a la promoción, por lo que, frente a otros proyectos, es un
elemento competitivo. El golf aporta un valor añadido. Además, como el
resto de activos inmobiliarios, estos productos también han ajustado sus
precios. Cada uno en función de la zona, en función de la oferta y la
demanda, pero no por el hecho en sí mismo de contar con un campo de
golf". Y añade que, como cualquier otro activo inmobiliario, "tendrán
salida en aquellas zonas donde esté disminuyendo el stock y aumentando
la demanda".
No obstante, el futuro de muchos de estos proyectos es incierto. "En
primer lugar, a día de hoy no existe demanda para ese tipo de activos, y
dos, en el hipotético caso de encontrar un comprador, el valor del
activo para él valdría poco más que su cuenta de explotación", apunta
Iñaki Aranguren, quien recuerda también cómo muchos de estos productos,
como tantos otros activos inmobiliarios, han acabado en manos de la
banca.
Al igual que cientos de promociones terminadas y a medio acabar, solares
y otros tantos activos inmobiliarios, los productos asociados a campos
de golf han servido para cancelar una parte de la deuda contraída por
los promotores. Para muestra, un botón.
El Banco Sabadell, por ejemplo, ha 'heredado' dos campos de golf que
entraron en su cartera por dación de pago. "Están en L’Ampolla
(Tarragona) y Picassent (Valencia) y se ha decido mantenerlos porque
coincide que están en zonas donde consideramos que contribuyen a mejorar
las condiciones para dinamizar el sector", apuntan fuentes del banco.
La entidad también cuenta con un pequeño hotel con campo de golf en
Sabiñánigo, Huesca, así como viviendas, ya terminadas, en campos de golf
en una decena de urbanizaciones en Andalucía, Murcia y la Comunidad
Valenciana.
"No hemos llevado a cabo ningún desarrollo en este sentido, ni por lo
que se refiere a comenzar un proyecto desde cero ni tampoco hemos tenido
que terminar ninguno porque ya estaban listos", matizan desde la
compañía que, a través de su filial inmobiliaria Solvia, vende
apartamentos desde 40.000 euros en Sucina, Murcia, si bien también
oferta producto de más de 260.000 euros en Las Lomas del Marqués, en
Málaga.
Sabadell no ha sido el único heredero. Banco Popular cuenta con casi una
veintena de promociones que se concentran en Málaga, Cádiz, Murcia, Las
Palmas y Huesca, mientras que Sareb reconocer disponer de dos
proyectos: Golf El Puerto, en el Puerto de Santa María (Cádiz), y Golf
Hacienda del Álamo, en Murcia.
"El desplome de los precios en la costa ha dejado en una situación muy
delicada los desarrollos inmobiliarios de golf en el interior. Los
descuentos que ahora mismo ofrecen los bancos propietarios de las
promociones fallidas están en el entorno del 30 al 50%, pero todavía con
una demanda muy débil. Ni que decir tiene que esa situación coloca a
los campos en una situación de debilidad extrema para poder mantener sus
puertas abiertas", añade Iñaki Aranguren.
Las promotoras se niegan a cerrarlos
"La posibilidad de cerrar los campos de golf en las promociones
inmobiliarias no está sobre la mesa de la mayoría de los actuales
propietarios, en la mayoría bancos, cajas o la propia Sareb. Por un
lado, por un tema de puro marketing y de precio asociado a la existencia
de un campo de golf en el desarrollo en comparación con la competencia,
y por otro, por los compromisos adquiridos con quienes ya compraron
casas y son socios del campo de golf", apunta Iñaki Aranguren, quien
explica que en algunos casos se han planteado el cierre temporal a la
espera de encontrar una gestión que pudiera dar continuidad a la
actividad distinta de la que la creó.
Hay ejemplos como el campo de Santamarina en San Vicente de la Barquera,
o el caso ya comentado por El Confidencial de Arcos Garden en la
localidad gaditana de Arcos de la Frontera, donde sobre las 172
hectáreas tenían previsto desarrollar un hotel de lujo, 525 viviendas, y
un campo de golf. Solamente se construyeron 80 casas y 32 villas y,
finalmente, el pasado 5 de mayo se produjo el cierre temporal del campo
de golf, hasta su posterior apertura, antes del verano, con cambio del
equipo gestor.
Rotundos fracasos y escasos casos de éxito
Polaris World es, posiblemente, el paradigma no sólo de los desarrollos
inmobiliarios apoyados en el golf, sino de los macroproyectos
urbanísticos erigidos a partir de la nada que proliferaron en aquellos
años.
Uno de sus proyectos estrella era un resort en la localidad de
Torrepacheco en Murcia, con hoteles de 5 y 4 estrellas, centros
comerciales, 12.000 casas y seis campos de golf diseñados por la empresa
del jugador más grande de todos los tiempos, leyenda viva de este
deporte, Jack Nicklaus.
"Desde el punto de vista golfístico, no faltaba de nada. Seis campos de
golf al más alto nivel, la posibilidad de jugar todos los campos en un
radio de 25 kilómetros, proyectos de aeropuertos cercanos, hoteles para
alojarse, buen tiempo… Sin embargo, el pinchazo de la burbuja pilló a
los promotores sin desarrollar gran parte del proyecto y los bancos
acreedores se abalanzaron encima del que debería haber sido uno de los
mayores proyectos golfísticos europeos", recuerda Iñaki Aranguren.
Con el concurso voluntario de la compañía creada para la gestión de los
activos IRM, a petición de la propia Sareb, el destino del proyecto se
separó totalmente de lo que los promotores pensaron. La operación que
costó a Bancaja, CAM y Banco Popular, principales acreedores, un total
de unos 1.170 millones de euros supuso, según los expertos, uno de los
mayores descalabros urbanísticos de España.
Para Aranguren, no todos los campos de golf ni desarrollos urbanísticos
están abocados al fracaso. "Como reza un dicho americano, es el tercer
dueño el que saca adelante el proyecto. El primer dueño tiene la idea
pero acaba quebrando, el segundo es el banco acreedor, y el tercero es
el profesional que lo acaba gestionando".
El Club de Golf Retamares en Madrid es un ejemplo. Tras haber pasado no
por dos manos previas sino por tres, Caja Madrid y NH Hoteles las dos
últimas, la compañía privada Making Golf Group ha transformado un track
record de pérdidas históricas desde su fundación a beneficio operativo.
"En estos casos, sin negocio inmobiliario añadido, es fundamental la
generación de tráfico externo al de los propios socios de otras maneras.
En concreto, la apertura hace dos años, en medio de la peor crisis del
sector, de un hotel de lujo diseñado por el arquitecto Joaquín Torres y
su estudio A-Cero fue uno de los pilares para luchar contra la crisis.
También hay casos como el de La Zagaleta. Un ejemplo de éxito de
urbanización/promoción inmobiliaria de muy alto standing", concluye
Aranguren.
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