hay que saber leer, pero para eso se necesita inteligencia..
Machirulos: tolerancia cero
Queda mucho por hacer en materia de igualdad. El feminismo está en
pañales, y más en un país como el nuestro, dominado por el oscurantismo y
la superstición durante siglos. Contra el machismo sólo cabe una
actitud, que nos compete a todas y a todos: tolerancia cero. Puede que
cada vez se dediquen más recursos públicos y privados a financiar
observatorios, campañas de concienciación y hasta fiscalías
especializadas. Pero no es suficiente. No hay más que ver las
estadísticas de crímenes por violencia de género, consecuencia directa
de la superestructura patriarcal que culmina en el asesinato. Es cierto
que naciones culturalmente más progresistas como Dinamarca o Suecia o
Finlandia -cuyo sistema educativo, por otra parte, ha de ponerse como
ejemplo- presentan cifras de criminalidad machista proporcionalmente
superiores a las de España. Pero hay que empezar por nuestro país, donde
por mucho que hayan crecido en la última década las partidas
presupuestarias destinadas a combatir el terror macho, el número anual
de atentados se mantiene constante.
Porque ya es hora de que los llamemos por su nombre: atentados
terroristas. Fue Pedro Sánchez, cuyo compromiso con la mujer nunca
admitió dudas, quien propuso despedir a cada nueva víctima con funerales
de Estado. Porque toda víctima muere por ser mujer, independientemente
del estado psicológico de su agresor o las peculiaridades de cada caso.
Ojalá todas las fuerzas políticas alcancen un pacto de Estado
transversal contra la violencia de género que desatasque de una vez el
caudal de dinero público que tanto le cuesta aflojar a la derecha cuando
hablamos de igualdad.
Alegarán que también hay mujeres de derechas. Y no dudamos de la
autenticidad de su sentimiento, pero muchas mujeres no son conscientes
de que su forma de pensar abona los micromachismos cotidianos que
perpetúan el modelo heteropatriarcal. A estas mujeres sí está permitido
someterlas, por su bien, al mansplaining. Cuando eligen según qué
vestidos para presentar las uvas en Nochevieja; cuando tararean sin
pensar canciones de Sabina; cuando aceptan un vestuario que las cosifica
por despertar la atracción del varón... debilitan la causa de la
igualdad. Feminizar la política no es que Aguirre presida el Senado o
que Santamaría vicepresida el Gobierno, por no hablar de Rita Barberá.
No están en política como féminas, porque feminizar la política tiene
que ver con cuidar, como explicó Iglesias, aunque algún vocero del Ibex
objetara que eso de cuidar le sonaba antiguo. Es verdad que en Podemos
milita Pedro del Palacio, condenado por abusar de una niña; o Bódalo,
que atacó a una embarazada. Pero flaco favor hacemos si ponemos el foco
sobre el partido más comprometido con la promoción de la mujer a puestos
de responsabilidad por sus méritos curriculares. Es lo que busca el
machismo: presentar a Irene Montero como alguien que se ha beneficiado
de circunstancias personales para ascender. El periodista que critica la
acción política de una progresista como ella está arremetiendo contra
todas las mujeres. Nadie celebra que quienes rodearon el Congreso
lanzaran latas y llamaran putas a las diputadas de C's; pero no nos
confundamos de bando. Ni tampoco saquemos de contexto fantasías privadas
sobre azotes y sangre.
El feminismo es más necesario que nunca. Gracias a él las mujeres se
empoderan: descubren cuántos de sus fracasos vienen causados en realidad
por los machirulos. Lo dicho: tolerancia cero.
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