El sector de la juventud, el más castigado por el paro, no encuentra oportunidades ni facilidades
Por Nickname not set - 16.10.2012 07.20.43.516 mar 11:52
Uno lo observa a diario, con amigos o conocidos que intentan buscar en el autoempleo una salida desesperada a su terrible situación económica. Ellos, quienes sueñan con montar su pequeña empresa, ampliarla o comenzar a desarrollar una idea, por motivación o desesperación, finalmente se topan con infinitas barreras burocráticas y de financiación para concretar el proyecto, que nunca termina saliendo adelante o se desploma, en el mejor de los casos.
Son malos tiempos para todos en España, pero la crisis se ceba principalmente con los grupos más vulnerables de la sociedad. Miles de jóvenes, expulsados como ningún otro segmento poblacional del sistema laboral y con una tasa de paro que supera el 50% para los menores de 25 años, intentan por su cuenta abrirse un camino plagado de obstáculos.
Hoy conocemos que, pese a los infinitos anuncios, “marketing político” y promesas electorales que proponen una y otra vez facilitar las cosas a los emprendedores, poner en marcha un negocio en España es una de las misiones más difíciles en el mundo, cuando no casi “imposible”.
El informe Informe Doing Business 2013 presentado hace horas por el Banco Mundial arroja datos escalofriantes, más allá de que teníamos muchísimas sospechas e indicios al respecto: nuestro país se encuentra en el puesto 136 de las 185 naciones examinadas en relación a las dificultades para montar un negocio.
El punto de partida para un español que quiere desarrollar una iniciativa es un auténtico calvario: debe completar de entrada 10 trámites, con una media de duración de casi un mes, y un “coste equivalente al 4,7% de la renta por habitante y un capital mínimo que representa un 13,2% de esa renta por habitante”, resalta el informe.
La investigación no habla de franjas de edades de emprendedores frustrados, aunque resalta que es más difícil crear una empresa en España que en Afganistán, Burundi, Irán, Kosovo y Kenia, por ejemplo. Desde los estrados gubernamentales, tanto a nivel nacional como autonómicos, permanentemente se han venido promocionando en los últimos años supuestas líneas de ayuda, microcréditos y financiación que pretendían impulsar el desarrollo de negocios, más que nada orientados a la juventud. ¿Dónde están esas ayudas, que no han llegado a sus destinatarios?
La mayoría de solicitudes de potenciales emprendedores duermen en los cajones de la burocracia de organismos específicos como el Instituto de Crédito Oficial (ICO) e identidades mixtas de avales financieros, como Avalmadrid.
Aquí, a la vuelta, un amigo mío lleva más de tres años peregrinando para obtener 3.000 euros de financiación que permitan ampliar una pequeña parte de su negocio gastronómico en Madrid. Ha completado formularios de todo tipo una y mil veces, ha penado de mostrador en mostrador de las diversas administraciones, y la única certeza que tiene es que en la Comunidad de Madrid las ayudas a emprendedores se encuentran literalmente paralizadas. Sólo es un ejemplo de los tantos que todos conocemos.
Tan adepto a seguir las recetas de la UE y el Fondo Monetario Internacional, el Gobierno debería por lo menos escuchar en este punto al organismo financiero internacional, quien le ha recomendado en su último informe anual situarse entre los 10 primeros puestos de las clasificaciones sobre facilidades para gestar negocios.
No queda tiempo para dilatar medidas oportunas que de verdad modifiquen la situación. Los jóvenes españoles son los que más tarde se emancipan de Europa: con una media de 29 años, según otro informe conocido hoy. El alto paro juvenil hace que ellos sean el sector que más preocupa a organizaciones como la Cruz Roja, por ejemplo, que también cuenta con programas de apoyo para currículo, cursos de formación y ayuda a emprendedores. El objetivo de estos programas es que no caigan en situación de desesperación. Pero cómo evitarlo… si la pobreza afecta, principalmente (además de personas con baja formación académica e inmigrantes), a los parados menores de 35 años.
Hispanistán, unos de los países con más complejidad jurídica (leyes europeas, estatales, autonómicas y municipales) donde al final el útlimo eslabón (y el que ni tiene ni idea, ni siquiera sentido común) tiene voz y voto para dificultar / impedir / retrasar cualquier proyecto (como se demostró en "3 años y 10000 Euros para poder abrir una empresa"), con unas cotizaciones que hacen imposible empezar (ni punto de comparación con empezar en UK), además la inseguridad jurídica demostrada por el propio país en numerosas ocasiones, y por no citar a la propia casta, que hace y deshace a su antojo.. ni hay justicia (sólo de nombre, a la práctica es un chiste)..
En esas condiciones, emprender es imposible. Luego resulta que el país no levanta cabeza.. casualidades..
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