¿Homosexualidad en la antigua Grecia? —el mito se está derrumbando
Reescribiremos la historia, historia llena de vuestras mentiras y distorsiones heterosexuales.
Está
por todas partes. Se menciona por encima en tertulias televisivas, se
escribe en libros de texto, está en boca de profesores de universidad, e
Internet lo repite incesantemente, incluso en la Güiquipedia ―como por
ejemplo en este "artículo" (por llamarlo de alguna manera) sobre la pederastia en Grecia. Todo
el mundo lo parafrasea, se ha convertido en un "meme", un eslogan que
las masas repiten sin pensar, de modo similar al famoso "todos somos
iguales". Se han vertido toneladas y toneladas de basura sobre la
historia griega, e innumerables autorzuelos del tres al cuarto han
desarrollado páginas y páginas dando por sentado que la mentira es
cierta.
¿A
qué nos referimos? A que hoy todo el mundo asume que los antiguos
griegos eran una panda mariconas redomadas. Sin embargo, este dogma no
es más que otro gigante con pies de barro, y aquí será desmenuzado y se
demostrará por qué es así.
En otro artículo
quedó demostrada la falsedad del mito de que los griegos fuesen
"mediterráneos". En éste nos ocuparemos del mito griego más
desafortunadamente conocido: el mito de que la homosexualidad formaba
sistemáticamente parte de la sociedad griega y de que la pedofilia era
una práctica común y socialmente aceptada. Como se verá, la tesis no es
que no existiese homosexualidad entre ellos, sino que la moral
tradicional tenía a los homosexuales mal vistos. También se demostrará
que, en la mayor parte de los casos, existían castigos prescritos por
conducta homosexual, como por ejemplo la pena de muerte, el exilio o la
marginación de la vida pública.
Esto
va dirigido, ante todo, a quienes algo "no les cuadra" en eso de la
homosexualidad griega y a quienes quieren fundamentar tales sospechas
para que sean algo más que simples sospechas. Efectivamente, hubo
homosexuales en Grecia, pero como se verá, que haya
habido homosexuales no significa que haya sido una "práctica habitual"
ni mucho menos que la pedofilia fuese una "institución social", como han
llegado a afirmar disparatadamente algunos autores homosexuales, a
quienes nadie ha arrojado a la cárcel por hacer apología de la pedofilia
―y además sin bases para ello, difamando y ensuciando gratuitamente la
historia de todo un país. Y es que es detestable que se utilice la
mitología de hace milenios para legitimar fenómenos decadentes de la
vida moderna y sólo moderna. Desde arriba, la doctrina oficial del
Sistema pretende presentar a la antigua Grecia como la tierra prometida
de los gays, una suerte de paraíso homo, y eso es demasiado para un
amante de Grecia como un servidor, al cual nadie le puede vender la moto
porque conoce bastante bien el imaginario mitológico de la Hélade, o
para muchos griegos modernos, que aborrecen que otras sociedades
decadentes utilicen la historia de su país para justificar sus propias
desviaciones. Como veremos después, la película "Alejandro Magno" se
mostró sólo 4 días en Grecia y fue un fracaso absoluto: los griegos
conocen su propia historia como la palma de su mano, se han leído bien
todos los libros (en griego antiguo inclusive) y saben lo que hay, como
para que ahora vengan cuatro escritores neoyorkinos psicológicamente
destrozados, a explicarles cómo era su propio país.
LA TEORÍA DEL PROTESTANTE DESCONFIADO
Considero
al Protestantismo como una escisión sumamente negativa del
Cristianismo, especialmente en su vertiente calvinista-puritana. Siendo
de sobra conocido mi anticristianismo,
veo sin embargo en el catolicismo la repetición de algunos arquetipos y
símbolos pertenecientes a la Europa precristiana. El Renacimiento, y la
mayor parte del arte europeo, se concentran en zonas católicas,
mientras que las zonas protestantes renovaron ese fundamentalismo semita
de arremeter contra las imágenes ("idolatría") y despojaron al mundo
nórdico de la herencia más dionisiaca (los protestantes eran más
"apolíneos" en la importancia que le daban a la palabra y a la música,
que culminó con Bach), visual y litúrgica, y del legado clásico
greco-romano, que era, por definición, pagano.
Sin
embargo, no todo en el Protestantismo fue negativo. Por un lado, se
disciplinaron las congregaciones y se creaban sentimientos comunitarios
fuertes que, indudablemente, bajo el punto de vista racial, preservaban
mucho mejor el legado genético de sus fieles que el de los católicos
―esto queda en evidencia cuando comparamos la ejemplar colonización de
Norteamérica con la desastrosa colonización de Iberoamérica.
Dejando
de lado el repugnante celo abrahámico integrista del Protestantismo,
que es de origen judío, le reconozco un mérito innegable: el haber
inculcado en pueblos enteros el deber de leer, puesto que gracias a
esto, se favoreció la alfabetización, el acceso a la lectura, a la
cultura y a la información. El objetivo original de esta política era
que cada cual pudiese interpretar la Biblia a su manera, pensar por sí
mismo y conocer la "palabra de Dios" de primera mano sin tener que
recurrir a "intermediarios" como el clero (que tendía a hacer de los
feligreses católicos un rebaño sin opiniones propias). En la práctica,
lo que hizo esto fue favorecer el libre pensamiento, la posibilidad de,
si no te gustaba el rollo "oficial", fundar tu propia comunidad
religiosa amparándote en tal o cual versículo bíblico y, en todo caso,
recurrir a las fuentes escritas originarias para intentar averiguar la verdad o reflexionar sobre su validez. No es de extrañar, por tanto, que donde antes se implantaron medidas eugenésicas,
fuese en naciones protestantes, y que personajes como Nietzsche o
Darwin procediesen de entornos protestantes, donde el conocimiento de la
Biblia estaba a la orden del día y donde la cultura escrita gozaba de
una difusión mucho mayor.
¿A qué viene este rollo?
A
que lo que yo defenderé de nuevo en este artículo es precisamente la
posibilidad que tiene cada hombre libre de conocer la pura y simple
VERDAD, sin tener que confiar en intermediarios de dudosa reputación
(medios de comunicación, revistas, programas de TV, sensacionalismo,
manipulación, intereses políticos, sociales e internacionales), y
recurriendo a las fuentes escritas originarias, en este caso, las
fuentes griegas. Por tanto recurriré en este artículo a fuentes griegas
para demostrar que la homosexualidad en la Antigua Grecia no era, ni de
lejos, un fenómeno social extendido y aceptado. Escaparemos,
pues, a la tiranía del pensamiento único, y a los intereses políticos
que, siguiendo una agenda impuesta desde arriba, intentan hacer creer a
todo el planeta que Grecia, una de las civilizaciones más encomiables
que haya existido jamás, estaba basada en la homosexualidad, y
examinaremos la evidencia que hay para llegar a una conclusión personal
despojada de cualquier influencia que no provenga de la misma Grecia
antigua, desenmascarando también a quienes predican irresponsablemente
la teoría de los griegos petaojetes.
EL ORIGEN DEL MITO
La
primera "coincidencia" que clama al cielo y que la gente pasa por alto
porque las masas son demasiado perezosas como para cuestionarse algo
salido de su sacrosanta TV, sus infalibles revistas y sus libros de
texto oficiales, es que casi todos los "expertos" que han reclamado una
extensión endémica de la pedofilia homosexual en Grecia… son
homosexuales ellos mismos. Esto no es asunto baladí, ya que implica
necesariamente que las perspectivas de tales autores están
inevitablemente influenciadas por sus tendencias personales y por su
deseo desesperado de legitimar su opción sexual en un entorno "hostil"
(se quiera o no, la mayor parte de la población es incurablemente
heterosexual), cosa que les hace ver homosexualidad hasta en la
reproducción de las amebas.
Hablo, por ejemplo, de "expertos" de la talla de Walter Pater, Michel Foucault, John Boswell, John Winkler, David Halperin y Kenneth James Dover,
quienes, al parecer, vivieron en sus mentes una serie de fantasías
sexuales a expensas de la historia griega. Quien lo empezó todo fue
precisamente Walter Pater
(1839-1894), profesor de Oxford. Por alguna extraña casualidad, él y
todo su círculo de seguidores, eran homosexuales (por ejemplo, Pater fue
profesor de Oscar Wilde, el conocido poeta homosexual), y por tanto, no
sorprende que extrapolase las relaciones sodomitas que mantenía con sus
alumnos, a las relaciones de entrenamiento maestro-alumno en Grecia, y
más cuando había sido abandonado por su mentor veterano, Benjamin
Jowett, debido a un escandaloso lío
que Pater mantuvo con un tal William Money Hardinge, un estudiante de
19 años que había atraído hacia sí la atención pública de la facultad
presumiendo de su homosexualidad. Probablemente el argumento más
desviado y disparatado de Pater sea que el "amor platónico" no tenía
nada que ver con Psiqué, sino que era algo puramente sexual.
"Casualmente",
el origen del mito de la homosexualidad griega y el "aprendizaje por
pedofilia" se remonta a este hombre, Walter Pater, un profesor de Oxford
conocido por su homosexualidad y por sus líos con alumnos, como por
ejemplo William M. Hardinge o el famoso poeta Oscar Wilde. Esta
camarilla de victorianos decadentes es la responsable de haber acomodado
la historia griega a sus fantasías personales (es de esperar que, para
un profesor que tenía líos con sus propios alumnos, le viniese bien
justificar que en la antigua Grecia las relaciones de maestro-alumno
estaban teñidas de homosexualidad), siendo su obra jaleada un siglo
después con el advenimiento de otra oleada de autores ―"casualmente",
todos o casi todos, maricas perdidos― que retomaron su causa durante la
época hippie. Desde entonces, los supersabios de las tertulias
televisivas, de las revistas sensacionalistas, de las verdulerías de
barrio, de los empollonarivms virtuales,
de la Güiquipedia y de las saunas gays, se han dedicado a repetir esta
burrada como cacatúas tropicales, sin tan siquiera molestarse en
comprobar su veracidad.
En
sus escritos, dichos autores son prudentes, usando siempre frase cautas
y ambiguas como "parece ser", "es posible", "tiene aspecto de", para
crear el margen necesario en donde maniobrar con su propia visión
enfermiza, tendente siempre a ver fantasmas y signos homosexuales donde
no los hay. Más adelante veremos bien hasta qué punto tales escritores
fuerzan y manipulan las cosas para ver homosexualidad debajo de cada
piedra, pero baste decir de momento que, sin excepción, los "argumentos"
que manejan sólo persuaden a quienes desean ser persuadidos de
antemano.
Desde
que esos autores escribieron sus teorías, principalmente a finales del
Siglo XIX y luego durante la oleada hippie-izquierdista post-1968 del
siglo pasado, nadie ha aportado nada nuevo, simplemente todas las
revistas y todos los tentáculos de la industria de los Medios de
Comunicación, muy volcada en derrocar cualquier cosa "tradicional",
repitieron como discos rayados y parafrasearon lo que dichos autores
habían escrito. Toda la información que plaga Internet, y que se limita a
aseverar gratuitamente que "los griegos eran homosexuales", procede
simplemente de gente de pocas luces que se limita a repetir lo que otros
escribieron, y que realmente no llegan a conclusiones por su propio pie
―o bien proceden de los homosexuales mismos.
¿Dónde está, pues, el problema griego? El problema está en que:
•
Los griegos, particularmente los de herencia jonia (como los
atenienses), quienes estaban más influidos por las costumbres
orientales, tendían a "recluir" mucho a sus mujeres y apartarlas de la
vida pública, suprimiendo la imagen femenina, cosa que fue bastante bien
satirizada por el historiador Indro Montanelli. Esta situación, como
digo, no era panhelénica, ya que en Esparta las mujeres tenían una
libertad realmente notable, pero, en todo caso, los vínculos personales
más fuertes solían darse entre hombres, como veremos ahora.
•
Los griegos ―y en esto coincidían todos― admiraban la belleza sin
importar dónde se manifestase ésta, fuese en hombres o en mujeres, pero
de ahí a que tradujesen siempre tal atracción en actos sexuales hay un
buen trecho, como veremos después.
•
En un pueblo que daba tanta importancia al entrenamiento deportivo, al
combate y a la camaradería, era normal que, en el seno de aventuras y
grandes batallas lejos del hogar, se forjasen vínculos extremadamente
profundos entre hombres, vínculos raramente comprendidos por una
sociedad pacifista, afeminada y sedentaria como la nuestra, pero que en
todo caso no iban más allá de una sólida hermandad, la propia de toda männerbund. A
pesar de la enorme importancia que tenía la relación maestro-discípulo
en Grecia, y de que, a no dudarlo, con el advenimiento de la decadencia
algunas de estas relaciones quizás degeneraron en homosexualidad,
enseguida veremos que no pocos Estados tomaron medidas para salvaguardar
la sacralidad de esta institución educativa y espiritual.
•
Hoy en día el ideal de belleza del imaginario colectivo es la mujer de
treinta y tantos años (lo cual no convierte en lesbianas a todas las
mujeres), en Grecia el ideal de belleza era el muchacho que se hallaba
entre la adolescencia y la madurez, porque se consideraba que era el
único tipo humano que combinaba una vida de violento ejercicio al aire
libre, con la salud de la juventud y la fuerza de la masculinidad.
•
Los vocablos griegos para designar al maestro iniciador y al joven
iniciado que aspiraba a convertirse en hombre, eran respectivamente erastes y eromenos,
lo cual, traducido literalmente, sería algo así como "amante" y
"amado". Sin embargo, como veremos enseguida, la mentalidad de la
Antigüedad distinguía claramente entre el amor carnal y el amor
platónico, y estas relaciones estaban fundamentadas en el segundo,
considerado más elevado, más desinteresado, disociado de lo carnal, y
más capaz de inculcar virtud y sabiduría. Y es que en Grecia se pensaba
que un hombre joven necesitaba la tutela y el consejo de uno mayor para
llegar a ser sabio en la vida o excelso en el deporte, en la caza y en
el combate.
Si
existía un lugar donde la conducta disonante del sodomita estaba mal
vista, era sin duda en las asociaciones de cazadores y soldados del
pasado remoto (llamadas männerbunden
en alemán), donde el trabajo en equipo, la hermandad, el deber y la
camaradería del honor predominaban sobre los instintos individuales, los
cuales se descargaban en combate o con mujeres, a menudo capturadas y
tomadas por la fuerza. El mejor documento para familiarizarse con la
mentalidad, la psicología y el modo de vida de una männerbund del
pasado, es sin duda la "Ilíada" de Homero, gran epopeya por excelencia
del mundo griego, y donde se relatan tradiciones que se remontan al
mismísimo Paleolítico.
Como
ya he dejado claro, este artículo no tiene por objetivo negar que
existía homosexualidad en Grecia (si se promulgaron leyes en su contra,
es porque se dieron casos), ni que todos los factores expuestos se
prestaban a devenir con el paso de los siglos ―especialmente bajo
condiciones de decadencia y olvido de la tradición ancestral―, en
relaciones sodomitas entre hombres y jóvenes. Lo que sí niego en este
artículo es que estas relaciones fuesen endémicas, normales y
socialmente "reguladas", o que tuviesen nada que ver con la tradición
helénica originaria.
Dicho todo esto, comencemos a desmenuzar el mito.
ALGUNOS APODOS PARA LOS HOMOSEXUALES EN GRECIA ―SOBRE LA IMPORTANCIA DE AIDÓS
La
mayor parte de sociedades han proscrito y estigmatizado las prácticas
sexuales estériles o aquellas que conllevaban riesgo de infecciones. La
homosexualidad reúne ambas condiciones, ya que por un lado es incapaz de
engendrar nueva vida, y por el otro, el orificio empleado no es
precisamente la parte más limpia, sana o higiénica del cuerpo humano. En
la Grecia antigua, que no era una excepción a esta regla general, no
existían palabros modernos como "homosexual", "gay" o "heterosexual".
Los "heteros" eran sencillamente la gente normal
que cumplía con lo que era natural, y para los homosexuales se
reservaban una serie de vocablos, generalmente de significado altamente
infamante e indigno:
- Euryproktos: culo abierto.
- Lakkoproktos: culo de pozo.
- Katapygon, kataproktos: homosexual pasivo.
- Arsenokoitai: homosexual activo.
- Marikas: el que salta arriba y abajo.
- Androgynus: hombre-mujer, "travelo", afeminado, mariquita, ambiguo.
- Kinaidos (κιναίδος): Causador de vergüenza. Deriva de kineo (mover) y Aidos
(vergüenza, diosa del pudor, el respeto, la modestia, la reverencia,
diosa acompañante de Nemesis y castigadora de las transgresiones
morales). "Aquel que acarrea la cólera de Aidos". Como veremos, el
problema de Aidós es que siempre iba acompañada del cruel Némesis
(Indignación), una divinidad vengadora que encaja bien en la noción de
"karma" o de castigo por los pecados, y que revela que los griegos
pensaban que todo aquel que hubiese incurrido en sodomía, tenía una
espada de Damocles pendiendo pacientemente sobre su cabeza, para caer
tarde o temprano. Pero el dato más relevador es que en el imaginario
griego, Aidós iba asociada precisamente al ano:
Cuando
Zeus creó al ser humano y a sus propiedades del alma, las introdujo en
cada ser humano. Sin embargo, dejó fuera a la VERGÜENZA (Aidós,
reverencia, respeto, pudor, modestia). Puesto que no sabía dónde
insertarla, ordenó que fuese insertada en el ano. La Vergüenza, sin
embargo, se quejó de esto y se molestó, considerando que la petición de
Zeus estaba por debajo de su dignidad. Puesto que se quejaba
profusamente, la Vergüenza dijo: "accederé a ser insertada de este modo,
sólo a condición de que, cuando entre algo después de mi, yo saldré
inmediatamente". (Esopo, "Fábulas", 528).
De
este mito se deduce que, según la mentalidad tradicional griega, el
sexo anal implica, a la vez, desvergonzarse (el pudor era considerado
virtud en Grecia) y esparcir la vergüenza alrededor de uno.
Otro
asunto aparte es que, en una cultura europea pagana donde cada
actividad, cada oficio, cada momento de la vida, tiene su propio dios
"patrón" o protector, uno esperaría encontrar ―particularmente en una
sociedad donde supuestamente la homosexualidad campa a sus anchas―, una
divinidad, un numen o un espíritu de algún tipo, que se ocupase de la
homosexualidad, y no lo hay. O mejor dicho, sí lo hay: se trata de los sátiros,
daimones degenerados que llevaban al cabo todas las perversiones
imaginables para la mente humana, y que en Grecia no gozaban
precisamente de buena fama. Pero esto lo trataré más adelante. Por otro
lado, en una civilización que concede estatus "regular" a la
homosexualidad, y que la favorece por encima de la heterosexualidad, uno
esperaría que el erotismo estuviese personificado en una divinidad
representada por un muchacho joven, pero la realidad, de nuevo, no es
tal: la diosa del amor, la traedora de Eros y de todas aquellas cosas
que hacen perder la cabeza a los hombres, es Afrodita, el arquetipo de
la superhembra.
Afrodita.
EL MITO DE LAYO COMO EJEMPLO DE AIDÓS EN ACCIÓN
El mito de Layo es un ejemplo perfecto de lo que pasa si se insulta a Aidós atrayendo Hybris (o Hubris) y provocando la venganza de Némesis, según el concepto de la Hélade arcaica y clásica. Comenzaremos hablando sobre el primer kinaidos y pedófilo de la mitología griega, Layo, y veremos qué es lo que sucede tras su "pecado".
Layo
(del griego Λάϊος o "zurdo"), era del linaje real de la ciudad de
Tebas, pero cuando le correspondió ocupar el trono, sus primos lo
usurparon y tuvo que exiliarse a Pisa, donde el rey Pélope (de cuyo
nombre procede "Peloponeso") lo acogió como huésped. Pélope quiso que
Layo le enseñase a su hijo Crisipo a conducir caballos, con lo cual le
"asigna" al niño para formar una pareja maestro-alumno. Sin embargo,
Layo profana la sacralidad y el carácter platónico de esa relación y
abusa sexualmente del pobre chaval. Éste, por pura vergüenza (recordemos
a Aidós) se termina suicidando. La inaudita transgresión de Layo acarrea sobre él la venganza divina y, del mismo modo que Aidós había hecho que Crisispo se suicidase, Némesis, acompañante de Aidós,
se ocupará de castigar el pecado de Layo. Los dioses traman un plan
para canalizar su cólera ante el crimen, a la vez que dan ejemplo para
el resto de los mortales, castigando la perversión y maldiciendo a todo
el linaje de Layo hasta que desaparezca en un baño de sangre.
La
maldición comienza cuando los dioses mandan la Esfinge a Tebas. Este
ser, con cuerpo de león, cabeza de mujer y alas de pájaro, se dedica a
sembrar el terror por los campos tebanos, destruyendo las cosechas y
estrangulando a todos los que son incapaces de resolver sus acertijos.
Layo se termina casando con Yocasta, pero el oráculo de Delfos le
advierte de que no tenga progenie, porque sería un varón, mataría a su
padre y se casaría con su madre. Moira
(el destino) no se puede evitar, así que la profecía se cumple: Edipo,
quien había sido mandado lejos de su familia, mata a su padre sin saber
quién era y, por haber salvado a Tebas de la esfinge, se casa con su
madre, la reina Yocasta, haciéndose rey de Tebas hasta que, cuando
finalmente se conocen los hechos, por vergüenza (Aidós y Némesis
entran en acción), Yocasta se ahorca y Edipo se saca los ojos. En
cuanto a los hijos que habían nacido de este casamiento incestuoso, dos
de ellos, Etéocles y Polínices, se matan en combate el uno al otro,
mientras que las hijas, Antígona e Ismele, son condenadas a muerte. La
justicia está servida, por culpa de lo que Layo, su malvado abuelo,
había hecho.
La Esfinge y Edipo. Aunque tuvo éxito acabando con ella y entronizándose como rey de Tebas, el héroe Edipo, por ser el hijo del kinaidos
Layo, estaba maldecido por los dioses, y cuando supo que había matado a
su padre y se había casado con su madre teniendo hijos con ella (algo
así como el sacrilegio o Hubris absoluto), se sacó los ojos.
En lo que respecta al asunto de la homosexualidad en este mito, habría que hacerse varias preguntas. ¿Por
qué Crisipo se suicida si el sexo entre maestro y alumno era tan
normal? ¿Por qué Zeus manda a la Esfinge a Tebas como castigo? ¿Por qué
el linaje de Layo pasa a estar maldito? Este
mito, claramente, fue ideado para prevenir contra la homosexualidad y
contra quienes se alzan ingratos contra la hospitalidad de sus
anfitriones, profanando suciamente la dignidad de criaturas inocentes. Y
es que del mito de Layo y Edipo pueden sacarse bastantes moralejas. Por un lado, que la aberración siempre es castigada por los dioses tarde o temprano, téngase conocimiento de ella o no, y que Aidós SIEMPRE es seguida, tarde o temprano, por la venganza kármica de Némesis.
Por otro lado, que los pecados de los padres se pagan, al menos, hasta
la tercera generación. Y, por último, que los seres malignos y los
monstruos (la Esfinge) son los hijos de la traición y de la aberración,
creados por las transgresiones de los hombres.
Cuando
pensamos que este mito era una tradición pasada oralmente de generación
a generación, y representada teatralmente año tras año en una
civilización que concedía extrema importancia al estar en paz con los
dioses, resulta difícil pensar que los griegos ―particularmente los
tebanos, en cuya polis había tenido lugar el mito de Layo― se hiciesen kinaidos a escala masiva así como así, que es lo que pretenden dar a entendernos los adoctrinadores oficiales del Sistema actual.
Por
esa razón, deberíamos ahora dirigir nuestra atención hacia la Banda
Sagrada, un cuerpo de élite del ejército tebano formado por Epaminondas o
Górgidas en el 378 AEC, que acabaría derrotando y ocupando la misma
Esparta, y que, según ciertos autores, estaba formada por 150 "parejas
homosexuales". Se cree que existe una alusión a la Banda Sagrada en el
"Banquete" de Platón (178e), cuando se habla de la conveniencia de tener
"un ejército de amantes y amados". Si examinamos la fuente original de la frase, nos encontramos con el griego "genesthai e stratopedon eraston te kai paidikon", en la que la palabra eromenos
(muerdealmohadas según los escritores homosexuales modernos, alumno
según el sentido común de cualquier persona normal que haya leído
literatura griega) no aparece por ningún lado, sino que aparece paidikon,
es decir, "muchacho". Lo que los pseudoexpertos han fallado en
mencionar es que la innovación de Epaminondas consistió en modificar las
tácticas de combate de su ejército. Antaño, los jóvenes (alumnos,
fuerza, impulso) eran la línea frontal, y los veteranos (tutores,
sabiduría, experiencia) la línea trasera. Lo que hizo Epaminondas fue
mezclarlos por igual en todas las líneas, combinando a partes iguales la
veteranía con el arrojo. Por lo demás, como en tantos otros casos, no
existe absolutamente nada, salvo la mente de cada cual, que muestre
homosexualidad en estas "parejas", que se equiparan con el binomio de
combate de la Infantería Ligera de nuestros días, o con la ya mencionada
institución de maestro-alumno, de carácter platónico.
Como
confirmación, el año 338 AEC, tras la Batalla de Queronea, en la que
aplastó la resistencia griega a su invasión, el rey Filipo de Macedonia,
padre de Alejandro Magno, contemplaba sobre los campos los cuerpos sin
vida de soldados tebanos que habían luchado heroicamente hasta la
muerte. Tras mirarlos largo tiempo, exclamó "¡Que perezcan miserablemente quienes piensen que estos hombres hicieron o sufrieron cualquier cosa vergonzosa!".
Otra
cita referente al caso de Layo la tenemos en las "Leyes" de Platón
(836c), cuando el anciano ateniense, representante de las opiniones
platónicas, habla de "la
costumbre que estaba vigente antes de Layo y dice que es correcto no
mantener relaciones carnales con jóvenes varones como si fueran mujeres,
apoyándose en el testimonio de la naturaleza de los animales y
mostrando que el macho no toca al macho con este fin porque eso no se adecua a la Naturaleza".
Layo sería visto aquí, pues, como el que transtornó la ley natural
contraviniendo a los dioses. El ateniense defiende la idea de que la ley
no debe ser benevolente para con la homosexualidad, ya que ésta no
inculca autocontrol en el alma del "activo" (a quien se acusa de
lascivia) ni valor en el alma del "pasivo" (a quien se acusa de imitar
antinaturalmente el papel femenino).
HOMOFOBIA EN LAS LEYES GRIEGAS Y EN LA MORALIDAD DE GRECIA
En
este apartado veremos una serie de citas que atestiguan una clara
homofobia, certificando que hubo Estados griegos, y de los más
importantes, que prohibieron la homosexualidad con penas durísimas, y
que en tal caso, mal se puede hablar de que la homosexualidad estaba
"comúnmente aceptada", que constituía una "institución social" o que
Grecia era una inmensa Chueca, que es lo que nos hacen creer hoy en día
el Sistema Educativo y los Medios de Comunicación.
En su "Contra Timarco", el orador Esquines (389-314 AEC) nos relata las famosas Leyes de Solón, entre las cuales hay una que nos interesa por su homofobia:
Si algún ateniense tiene etairese [compañía del mismo sexo], no se le permitirá:
-convertirse en uno de los nueve arcontes
- desempeñar el trabajo de sacerdote
- actuar como magistrado del Estado
- desempeñar cargo público alguno, ni en el hogar ni en el extranjero, ya sea por elección o por sorteo
- ser mandado como heraldo
- tomar parte en debates
- estar presente en los sacrificios públicos
- entrar en los límites de un espacio que ha sido purificado para la congregación del Pueblo
-
si alguien que se ha involucrado en actividades sexuales ilegales como
las descritas, o ejerce una de estas actividades, será ejecutado.
El
discurso de Esquines toma tintes cada vez más "ultraderechistas" cuando
invita a los jueces a recordar a sus antepasados atenienses, "severos
hacia toda conducta vergonzosa", y que consideraban "preciada" la
"pureza de sus hijos y sus conciudadanos". Asimismo,
elogia las radicales medidas espartanas contra la homosexualidad,
mencionando el dicho según el cual "es bueno imitar la virtud, aunque
sea en un extranjero".
Esquines, uno de los Diez Oradores Áticos.
Como
se ve, esta ley de la "progresista" y "avanzada" democracia ateniense,
hoy en día sería calificada de homófoba y fascista, y es una de las
muchas razones por las cuales deberíamos mostrarnos irónicos cuando la
democracia actual intenta ver sus raíces en Grecia: incluso Atenas,
acaso el Estado griego más "liberal", sólo permitía votar exclusivamente
a los ciudadanos, es
decir, a varones mayores de edad descendientes de las familias
autóctonas, que hubiesen superado durísimas pruebas físicas (estamos
hablando de proezas deportivas que hoy no cumpliría ni el 1% de la
población) y que estuviesen dispuestos a salvaguardar la integridad de
la polis ateniense con sus armas y con su sangre.
Por su parte, Demóstenes
(384-322 AEC), un político y orador ateniense, enumera alguna medida
homófoba similar en su "Contra Androcio" (30), cuando especifica que
quienes hayan tomado parte en actos de sodomía "no tendrán el derecho a hablar [en público] ni a presentar un caso ante un juzgado".
Demóstenes.
La
conclusión derivada inevitablemente de estas citas es que a los
homosexuales atenienses que eran reconocidos, se les privaba de asistir a
eventos políticos, culturales, religiosos o populares de cualquier
tipo, y se convertían en ciudadanos de segunda (metoikos).
El caso de Platón
(427-347 AEC) me hace bastante gracia, por un lado porque siempre
elogia las medidas espartanas (que, como veremos, eran homófobas,
autoritarias y "fascistas") y, por otro, porque está todo el tiempo
hablando sobre la importancia de la "continencia", la "abstinencia", la
"moderación", el "autodominio" y la mesura; hasta tal punto otorga
importancia al control de los instintos y del placer, que cualquiera hoy
en día lo consideraría un "rancio" de la vida, y que aun se sigue
considerando al "amor platónico" como un amor idílico, desprovisto de
carácter sexual ―como podría serlo, por ejemplo, el expresado por el
poeta renacentista Petrarca hacia una etérea "amada" que no parece de
este mundo, o el que sentía Hitler hacia una joven llamada Estefanía,
estando en Linz: se trataba de un amor ascético y ritual, que catalizaba
la excelencia del espíritu y que no necesariamente coincidía con el
amor físico.
Entrando ya en materia, abrimos las "Leyes" de Platón para encontrarnos con esto:
Cuando el varón se une con la mujer para procrear, el placer experimentado se supone debido a la Naturaleza [kata physin], pero es contrario a la Naturaleza [para physin] cuando un varón se aparea con un varón, o una mujer con una mujer,
y aquellos culpables de tales enormidades están impulsados por su
esclavitud al placer. Todos censuramos a los cretenses por haber
inventado el mito de Ganímedes. (636c).
Más adelante, el anciano ateniense da dos posibles opciones para una legislación en sentido sexual:
Podríamos
forzar una de dos en las prácticas amatorias: o que nadie ose tocar
ninguna persona nacida de los nobles y libres excepto el marido a su
propia esposa, ni a sembrar ninguna semilla profana o bastarda en
concubinato, ni, contra la Naturaleza, semilla estéril en varones ―o deberíamos extirpar totalmente el amor por varones. (841ce).
En
"Fedro", Platón habla sobre cómo los homosexuales deben temer que se
les descubra, cosa que no sería lo normal en una sociedad donde la
homosexualidad es una "institución social", como declaran los ilusos
autores homosexuales que hemos visto:
Tenéis miedo de la opinión pública, y teméis que si la gente se entera [de vuestro asunto amoroso], seréis repudiados. (231e).
Otra traducción reza: Temes a la costumbre imperante, según la cual, si la gente se entera, caería sobre ti la infamia.
Por su parte, Plutarco,
un autor ya posterior (46-120 EC), contrasta en su "Erótica" la unión
"natural" entre hombre y mujer con la "unión con hombres, contraria a la
Naturaleza", y unas líneas después dice de nuevo que quienes "cohabitan
con hombres" lo hacen para physin, es decir, contra la Naturaleza (751ce).
Otro escritor ya de la época romana, Luciano de Samóstata
(125-181 EC), en su obra "Erotes" ("Amores"), tiene numerosas perlas
homófobas, entre las que se pueden destacar algunas, aunque lo
recomendable es leer la obra entera, que es un debate entre el amor por
varones y el amor por mujeres, en el que el autor se posiciona
claramente a favor del "divino Platón" y de la opción heterosexual:
Puesto
que una cosa no puede nacer de una sola fuente, a cada especie ella [la
"Madre Primordial"] la ha dotado de dos géneros, el macho, a quien ha
dado el principio de la semilla, y la hembra, a la que ha moldeado como
recipiente para dicha semilla. Ella los junta por medio del deseo, y une
a ambos de acuerdo con la saludable necesidad, para que, permaneciendo
en sus límites naturales, la mujer no pretenda haberse convertido en
hombre, ni el hombre devenga indecentemente afeminado. Es así como las
uniones de hombres con mujeres han perpetuado la raza humana hasta el
día de hoy… (19).
Gea
(o Gaya) era la equivalente griega de la Terra (o Tellus) romana y la
Erda germánica, y consorte de Urano, el gran progenitor celeste. Se la
relacionaba con el matrimonio, los embarazos y la fertilidad de las
mujeres. Seguramente Luciano de Samóstata se refiere a ella cuando habla
de una "madre primordial".
En
el principio, cuando los hombres vivían imbuidos con sentimientos
dignos de héroes, honraban aquella virtud que nos hace semejantes a los
dioses; obedecían las leyes fijadas por la Naturaleza y, juntándose con
una mujer de edad apropiada, padreaban niños virtuosos. Pero poco a poco
la raza cayó desde esas alturas al abismo de la lujuria, y buscó placer
por caminos nuevos y errantes. Finalmente, la concupiscencia,
atravesando todas las barreras, transgredió las mismísimas leyes de la
Naturaleza. Más aun, el primer hombre que miró a su semejante como si de
una mujer se tratase, ¿podría haber sino recurrido a la violencia
tiránica, o al engaño? Dos seres del mismo sexo se encontraron en una
cama; cuando miraron el uno al otro, ninguno de los dos se sonrojó por
lo que uno hizo al otro, o por lo que había sufrido que le hicieran. Sembrando su semilla (como dice el dicho) sobre rocas estériles, trocaron un ligero placer por una gran desgracia. (20).
Podríamos
continuar diciendo que en no pocas comedias teatrales (como por ejemplo
Aristófanes) se utiliza un lenguaje extremadamente soez para despreciar
a los homosexuales, especialmente a los que toman el papel pasivo del kataproktos.
Si la homosexualidad era una práctica "estándar" griega, esto
implicaría que el comediante estaría burlándose de la peor manera de
todo su público masculino.
Sin
embargo, toda la homofobia que hemos visto en este apartado palidece
ante las leyes de la que era, con diferencia, la más homófoba y
religiosa de todas las polis griegas.
ESPARTA
Las disposiciones espartanas sobre los placeres me parecen ser las más bellas existentes entre los hombres.
(Megilo, en las "Leyes" de Platón, 637a).
El
caso de Esparta es particularmente sangrante, porque existiendo
evidencias sólidas de homofobia, algunos autores homosexuales han
pretendido obviarlas para ver si colaba y, confiando ciegamente en la
incultura de sus lectores, vendernos a Esparta como otro paraíso
homosexual. Vayamos al grano, y para ello, saquemos un fragmento del Capítulo 14 de mi libro Esparta y su Ley:
El
ritmo de vida que llevaba el varón espartano era de una intensidad como
para matar a una manada de rinocerontes, y ni siquiera las mujeres de
Esparta hubiesen podido soportarlo. Así pues, el mundo de la milicia
espartana era en sí mismo todo un universo —un universo de hombres. Por
otro lado, la intensa relación afectiva, el culto a la virilidad y la
camaradería que se daba entre los componentes del binomio, entre
maestro-alumno, en la falange de combate y en toda la sociedad —y que los débiles de nuestros tiempos no entienden ni podrán entender jamás—,
sirvió para alimentar en nuestros días el falso mito de la
homosexualidad. Y esto a pesar de que los componentes del binomio eran
considerados hermanos, pues a cada espartano le habían inculcado que
cada varón de su generación era hermano suyo.
Sobre esto, escribió Jenofonte:
Si
alguien, siendo un hombre honesto, admiraba el alma de un muchacho e
intentaba hacer de él un amigo ideal sin reproche y asociarse con él,
aprobaba, y creía en la excelencia de este tipo de entrenamiento. Pero si estaba claro que el motivo de la atracción era la belleza exterior del muchacho, prohibía la conexión como una abominación, y así erastes y eromenos [1]
se abstenían de los muchachos no menos de lo que los padres se
abstienen de relaciones carnales con sus hijos, o hermanos y hermanas
entre ellos. ("Constitución de los lacedemonios", II, 13).
Aquí
hemos visto que tal relación entre hombre y adolescente en Esparta era
del tipo maestro-alumno, fundada en el respeto y la admiración, y
constituía un entrenamiento,
un modo de aprender, una instrucción a su manera. La sacralidad de la
relación maestro-alumno o instructor-aspirante, ha sido impugnada por el
Sistema desde hace tiempo, igual que la camaradería. Y sin embargo,
ambos tipos de relaciones son el fundamento de la unidad de los
ejércitos. Hoy en día, los niños crecen a la sombra de la influencia
femenina de las maestras, incluso hasta la adolescencia. Es difícil
saber hasta qué punto la falta de influencia masculina limita sus
voluntades y sus ambiciones, convirtiéndoles en seres mansos, maleables y
manipulables, que es lo que al Sistema le conviene.
Otros
hablaron sobre la institución espartana del amor de maestro a
discípulo, pero siempre dejaron claro que este amor era "casto". El
romano Aelio dijo que si dos hombres espartanos "sucumbían a la tentación y se permitían relaciones carnales, debían redimir la afrenta al honor de Esparta yéndose al exilio o acabando sus propias vidas". Lo cual significaba básicamente que la pena por homosexualidad en Esparta era la muerte o el exilio (considerado en aquellos tiempos peor que la misma muerte).
Tenemos otra muestra del carácter platónico de las relaciones maestro-alumno en Esparta en las "Disertaciones" de Máximo de Tiro (en torno a 180 EC), en las que escribe que "Cualquier
varón espartano que admira a un muchacho laconio, lo admira únicamente
como admiraría una estatua muy hermosa. Pues placeres carnales de este
tipo son acarreados sobre ellos por Hubris y están prohibidos" (20e). Hubris o Hybris
se consideraba un estado del alma o un demonio que precipitaba al
hombre mortal hacia la soberbia, la prepotencia y la ignorancia para con
los dioses y sus leyes, incitándole a cometer actos sacrílegos que
atentan contra el orden natural sagrado. El mito de Layo y Edipo que
vimos más arriba es quizás el ejemplo perfecto de "Hubris
absoluto" (violar al hijo de un rey anfitrión, matar al padre, tener
hijos con la madre) y de la relación kármica de este concepto de
"pecado" o sacrilegio con Aidós y Némesis.
A pesar de cuanto hemos visto aquí, en la sacrosanta y santosacra Güiquipedia hay toda una sección
dedicada a la pedofilia en Esparta, y lo cómico del asunto es que los
escritores (quienes son pro-pedófilos ellos mismos y deberían ser
encarcelados por promover y justificar semejante perversión) no dan
jamás pruebas evidentes de homosexualidad (como acabo de dar yo pruebas
evidentes de homofobia) ni mencionan fuentes originales
(es más, las evitan a toda costa), sino que se dedican a deleitar su
imaginación mediante la simple especulación barata, escribiendo
verdaderas burradas sin parar, e "imaginándose" señales de
homosexualidad donde cualquier persona sana y normal sólo ve amistad,
camaradería, afecto y sí: amor, amantes y amados ―pero en ningún caso
amor carnal.
SUPUESTAS PAREJAS HOMOSEXUALES Y EJEMPLOS EN LA MITOLOGÍA E HISTORIA DE GRECIA
La
mitología no hay que tomarla al pie de la letra porque no es "historia"
propiamente dicha, pero lo que sí hay que hacer es concederle la
importancia que se merece, porque en ella vienen plasmadas las
creencias, la mentalidad y el bagaje de valores de toda una
civilización, y nos ofrece la clave de su psicología, de sus ideales y
de sus sentimientos, es decir, de lo que realmente movía a aquellos
individuos de antaño.
Si eran supuestamente homosexuales, quiero pruebas
además de las paranoias de unos autores homosexuales que escribieron
bajo los efectos de la marihuana en plena época hippie. Y es que el caso
de los gays modernos, que abren un libro de historia y ven gays hasta
en las páginas en blanco, me recuerda bastante a los afrocentristas y
supremacistas negros, que ven "civilizaciones negras" hasta en el Antiguo Egipto.
Tales afirmaciones sólo pueden prosperar en un entorno ignorante. Pero
remontándose a las fuentes literarias originales, cualquiera puede
auto-liberarse de su ignorancia e inseguridad en este tema ―y de tener
que creerse a pies juntillas lo que escriba algún homosexual americano
en su apartamento neoyorkino sembrado de consoladores, grilletes, tubos
de vaselina y material sadomaso.
Aquiles y Patroclo
Aquiles
y Patroclo acaso son la supuesta pareja homosexual más conocida del
mundo griego. Según las presiones del lobby gay americano, estos dos
hombres eran amantes homosexuales, y por tanto, sin ningún tipo de duda,
se acostaban juntos y practicaban el noble, puro y respetable arte del
cola-cao.
Pues
bien: una vez más creo que lo mejor será, como personas letradas y
preocupadas que somos, comprobarlo de primera mano, remontándonos a las
siempre verídicas y siempre respetables fuentes originales, escritas no
por los mencionados maricas de Nueva York, sino por los griegos de la
Antigüedad. ¿Y qué mejor fuente que la mismísima "Ilíada" donde se narra
la cólera de Aquiles contra Agamenón, por haberle robado éste a
Briseida, su esclava favorita (cólera poco propia de un homosexual,
ciertamente)? Veamos pues, sin más dilación, qué tiene que decirnos la
"Ilíada" acerca de la "homosexualidad" de Aquiles y Patroclo. Señores,
nos vamos al Canto IX de susodicha obra.
Aquiles durmió en lo más retirado de la sólida tienda con una mujer que trajera de Lesbos: con Diomeda, hija de Forbante, la de hermosas mejillas. Y Patroclo se acostó junto a la pared opuesta, teniendo a su lado a Ifis, la de bella cintura, que le regalara Aquiles al tomar la excelsa Esciro, ciudad de Enieo. (657-668).
Después
de leer "estas aladas palabras", nosotros, "con torva faz", les
preguntamos a todos los que defienden la supuesta homosexualidad de
Aquiles y Patroclo sin más prueba que sus propios delirios de locuela de
carnaval: ¿dónde, oh dónde, veis homosexualidad, almas cándidas? Si
Aquiles y Patroclo eran amantes, ¿por qué se acuestan cada uno en el
lado opuesto de la tienda… con una mujer cada uno? ¿Es que no deberían acostarse entre ellos? ¿Dónde
veis que el "amor" de Aquiles y Patroclo sea algo sexual, más allá de
una intensa amistad o amor platónico entre hermanos de armas?
Eso por no mencionar que el comportamiento de Aquiles en toda la saga de Troya es, hablando en plata, de Macho Alfa al cuadrado.
Se precia de haber tomado, arrasado y saqueado numerosas ciudades, de
matar a infinidad de hombres y de esclavizar y poseer a sus mujeres y a
sus hijas. Monta en cólera cuando Agamenón se apropia de Briseida, su
esclava favorita, y cuando los aqueos quieren que Aquiles vuelva a la
lucha, no le tientan con jóvenes efebos (cosa que sería lo normal para
un hombre que "se casa para procrear pero se lía con hombres para
divertirse", como reclaman los homosexuales), sino con infinidad de
esclavas hermosas, vírgenes y "expertas en intachables labores", además
de otra serie de presentes materiales de gran valor que no vienen al
caso. Patroclo, mayor que él, y más prudente que él, es meramente su
maestro y su iniciador además de su amigo, y la actitud que tiene con
Aquiles es como la de un hermano mayor. La intensidad de las aventuras
vividas en torno a la guerra había forjado entre ellos un vínculo de
camaradería y amistad especialmente intenso, cosa que queda muy clara
cuando, a la muerte de Patroclo a manos del héroe troyano Héctor,
Aquiles se hunde en la más tremenda desesperación. Se alega que la
reacción de Aquiles es demasiado fuerte como para que se tratase de una
relación de mera hermandad, pero más adelante en la "Ilíada", el rey
Príamo coge tan tremenda aflicción cuando su hijo Héctor cae bajo la
lanza de Aquiles, que se revuelca en los excrementos de los animales,
cosa que demuestra cómo para los griegos el amor erótico nada tenía que
ver con la desesperación por la pérdida de un ser querido.
Creo,
en fin, que el ejemplo de Aquiles y Patroclo representa muy bien la
imbecilidad generalizada en nuestra sociedad, y cómo los Medios de
Comunicación y el lobby gay de Estados Unidos le toman el pelo
descaradamente a la inculta y mal informada opinión pública occidental,
abusando de ella mediante la sencilla, despreciable, antigua, detestable
y deleznable práctica de la mentira.
Zeus y Ganímedes
Según
ciertos círculos, Zeus y Ganímedes son otra de las "parejas
homosexuales por excelencia" del panorama olímpico. Veamos el mito
detenidamente.
Ganímedes
era un príncipe troyano que, recién salido de la adolescencia, vivía
una transitoria etapa de cazador-recolector en un entorno salvaje, cosa
común en la Grecia tradicional (Esparta también tenía esta costumbre)
como ritual de tránsito para marcar la llegada de la hombría.
Impresionado por su porte, Zeus se convierte en águila y lo rapta en el
monte Ida, llevándolo al Olimpo para ser el copero de los dioses.
¿Qué significa "copero"? ¿Stripper? ¿Gogó? ¿Travelo a domicilio acaso? ¿Gigoló ambulante quizás? ¿Locuela de carnaval, tal vez?
No.
"Copero", como su propio nombre apropiadamente indica, significa el que sirve las copas.
Y sólo a un iluso se le podría ocurrir que los dioses y diosas hubieran
querido que un feo les repartiese el néctar. Que los dioses buscasen a
un "camarero" lo más físicamente bello es bastante comprensible, ya que
no eran los dueños de un tugurio barato, sino los reyes supremos del
mismísimo Olimpo, y debemos recordar que, de todos los pueblos habidos,
los griegos fueron con diferencia los que le concedían mayor importancia
a la belleza física, relacionándola inevitablemente con la divinidad
―por lo cual el joven más bello del mundo debía, por fuerza, ascender a
la patria de los dioses y ser inmortal a su lado como uno más. [2]
Lo
que pretendo dejar claro con esto es que los autores que le colocan
rápidamente la etiqueta de homosexual al mito de Ganímedes desde su
apartamento urbano sofisticado y del Siglo XXI, están incurriendo en un
error garrafal: juzgar un mito que tiene milenios de antigüedad
siquiendo patrones psicológicos de la mentalidad moderna.
Veamos, por si acaso, qué dice Homero al respecto de Ganímedes:
...
y éste dio el ser a tres hijos irreprensibles: Ilo, Asáraco y el
deiforme Ganímedes, el más hermoso de los hombres, a quien arrebataron
los dioses a causa de su belleza para que escanciara el néctar a Zeus y
viviera con los inmortales. ("Ilíada")
Así,
el prudente Zeus robó al rubio Ganímedes por su belleza, para que
estuviera entre los inmortales y en la morada de Zeus escanciara a los
dioses, ¡cosa admirable de ver! Ahora, honrado por los inmortales, saca
el dulce néctar de una cratera de oro. ("Himno a Afrodita").
Que
levante la mano el que, en vez de leer "escanciar néctar" y "sacar
néctar de una crátera de oro", haya leído "poner el culo en pompa y
untarse de vaselina para dejarse porculizar por todo el Olimpo". ¿Dónde,
pues, están las señales de homosexualidad en este mito? En la mente de
quienes se lo inventaron de la nada, y de quienes se han tragado la
mentira a pies juntillas y sin hacer preguntas. Repito: Zeus lo hace copero,
es decir, quien sirve las copas. Yo no he visto en el mito que Zeus
cohabitase con él carnalmente ni una sola vez, ni que lo viole, ni que
le acose, ni que se le caiga el jabón, ni que le ordene agarrarse los
tobillos o subirse los calcetines, ni que lo mande rezar cara a La Meca,
ni absolutamente nada por el estilo.
Los
habrá que contesten, para justificarse o para darse importancia, que
las señales están "ocultas" y "en clave simbólica". Es bien sabido que a
los homosexuales les encanta la ambigüedad, puesto que enciende su
imaginación ―pero la realidad es que la mitología griega es bien
explícita cuando habla de estos temas: suele hablarse de "poseer",
"subir al lecho", "unirse en el amor", etc., y cuando hay alguna duda,
el hecho de que se hayan engendrado hijos la despeja de modo definitivo.
En esta leyenda, como en tantos otros supuestos "mitos homosexuales" no
tenemos absolutamente nada por el estilo. ¿Por qué iban los autores de
tales mitos a cubrirlos de ambigüedad, y más si procedían de una
sociedad en la que la homosexualidad "se aceptaba y se daba por hecho"?
La respuesta es que la homosexualidad pedofílica está sólo en la
imaginación de algunos de los homosexuales que han leído tales mitos, y
que, subvencionados por el sistema oficial y apoyados incondicionalmente
por su ejército de críticos literarios neoyorkinos, se han dedicado a
difundirlo de un modo tan virulento que ahora cualquier persona sin
criterio propio lo toma como una verdad.
Pues
bien: debido a esto, y a pesar de la apabullante falta de evidencia de
que Zeus en cualquier momento tuviera sexo anal con Ganímedes, una búsqueda rápida en el Gúguel revelará docenas de páginas que hablan de "homosexualidad", "mito pederástico", etc. Asimismo, cualquiera que entre en la Güiquipedia verá cómo algún homosexual se ha sacado de la chistera que Ganímedes "fue hecho amante de Zeus",
sin más evidencia para ello que sus propias suposiciones, influenciadas
inevitablemente por su orientación sexual minoritaria y su deseo de dar
legitimidad histórica a algo que nunca la tuvo.
Por
lo demás, y como veremos enseguida, Zeus es un dios que rapta, viola,
se enrolla, etc., con docenas, por no decir cientos y miles (en la
"Ilíada" casi da la sensación de que hay pocos soldados, reyes y héroes
que no desciendan de él) de diosas y mujeres mortales, tras convertirse
en toro, cisne, lluvia, rayo de sol, etc. En cada caso, acarrea los
celos y la ira de Hera, su esposa, diosa del matrimonio monogámico que
parece estar en conflicto con los insaciables impulsos poligámicos del
omnipotente padre celeste procreador, cuyo comportamiento puede
describirse quizás como "extremadamente heterosexual" o "de Macho Alfa".
Apolo y Jacinto
En
la mitología griega, Jacinto era un bello y fuerte príncipe espartano
al que el dios Apolo había tomado bajo su protección para enseñarle a
convertirse en un hombre. Según Filóstrato, Apolo enseñó a Jacinto a
tirar con arco, a tocar la lira, a moverse y sobrevivir en bosques y
montañas, y a destacar en las diversas disciplinas deportivas y
gimnásticas, con lo cual queda claro su papel de maestro e iniciador, no
sólo de Jacinto, sino de toda Esparta, ya que Jacinto fue transmitiendo
a su vez los conocimientos adquiridos del dios a sus compatriotas.
Durante una de estas prácticas, el dios y el muchacho estaban turnándose
en lanzamiento de disco. En un momento dado, Apolo lo lanzó y Jacinto,
para impresionarlo, intentó atraparlo, pero al caer del cielo, el disco
rebotó contra el suelo, lo alcanzó en la cabeza y lo mató. Apolo,
afligido, no permitió que Hades reclamase al muchacho, y con su sangre,
creó la flor del jacinto.
¿Alguien
ha visto homosexualidad explícita en el mito? ¿Hay alguna intervención
de Eros o de Cupido? Pregunto, ¿hay alguna cosa que sugiera que entre
Jacinto y Apolo mediaba otra cosa que el amor que puedan profesarse dos
buenos hermanos o compañeros de fatigas? Quien tenga alguna prueba que
aportar, que hable ahora o calle para siempre. Después de leer lo que
tienen que decir al respecto de Jacinto autores como Heródoto
("Historias"), Pausanias ("Descripción de Grecia"), Luciano ("Diálogos
de los dioses"), Filóstrato ("Imágenes") y algunos otros, no he
encontrado absolutamente nada que dé a entender amor erótico, sino una
profunda amistad de maestro-discípulo.
Pues
bien, para una mente homosexual, el mito de Jacinto no sólo demuestra
irrefutablemente homosexualidad pederástica y relaciones sexuales
anales, sino que demuestra también que toda Esparta practicaba la
pedofilia homosexual… ¡sólo porque la festividad de de Jacinto era
importante en Esparta! [3]
Como ya hemos visto, Esparta estaba lejos de ser un paraíso del arco
iris y, además, el comportamiento de Apolo en la mitología griega es sin
duda "poco gay" (entre otras cosas, es el dios que maldice al kinaidos Layo a instancias de Pélope), como veremos más adelante.
Una versión alternativa explica que Céfiro, el viento del Oeste, bajó desde el Taigeto (el monte desde el cual los espartanos practicaban su eugenesia arrojando al vacío a todos los bebés que no eran sanos y fuertes) y desvió el disco por celos hacia Jacinto. Sin embargo, una vez más, no encontramos connotaciones eróticas por ningún sitio, como sí las encontramos en las relaciones entre Céfiro y la diosa Iris, de cuya unión nació precisamente Eros (según Alceo).
"Apolo
y Dafne", de Arno Brekker. Según la mitología griega, Apolo presumió en
una ocasión de ser mejor arquero que Cupido (el famoso "angelito" que
hiere a los mortales con el flechazo del amor a primera vista). Como
venganza, Cupido le disparó a Apolo un dardo que lo llenó de amor hacia
una ninfa de los árboles llamada Dafne. Pero a ella la hirió con una
flecha de punta de plomo, que le provocó desprecio y una profunda
repugnancia hacia el dios. Apolo, desesperado, la persiguió (conducta
acaso poco propia de un homosexual), mientras que Dafne huyó
despavorida. Implorando la ayuda de un dios, Dafne se convirtió en
laurel en el mismo instante en el que Apolo la alcanzaba. Aunque algunos
homosexuales acorralados dirán que se trata de una parábola sobre el
"desencanto para con el sexo opuesto", la realidad es que Apolo abrazó
el árbol y, llorando, dijo "Dafne, mi primer amor", desde lo cual el laurel fue sagrado para él.
El caso de Alejandro Magno
Alejandro
Magno es una figura manipulada hasta extremos inverosímiles. Los judíos
metiendo las narices para reclamar que se postró en el Templo de
Salomón, la ex-república yugoslava de Macedonia diciendo que era eslavo y
ahora los homosexuales reclamándolo como uno de los suyos. Por ello no
es de extrañar que cuando salió la película Alejandro Magno en
el 2004, un grupo de 25 abogados griegos amenazaran con denunciar a la
Warner Bross y a Oliver Stone (el director de la película, hijo de un
agente de bolsa judío de Nueva York) por distorsionar la historia a su
conveniencia. En Grecia, la película estuvo en taquilla sólo 4 días y
fue un completo fracaso.
Antes
que nada, es preciso recordar que los hechos sobre Alejandro Magno que
han llegado hasta nuestros días, fueron escritos siglos después de
muerto, y que por ello han de ser leídos con cautela. Sin embargo, como
siempre, tenemos suficientes evidencias como para no tener que tragarnos
lo que nos diga sobre un emperador macedonio el hijo de un capitalista
judío neoyorkino. Así, todas las fuentes coinciden en describir a
Alejandro Magno como un hombre muy contenido sexualmente, y en modo
alguno promiscuo. De hecho, Plutarco ("Vida de Alejandro") nos explica
cómo Alejandro se ofende cuando un comerciante le ofrece dos muchachos
jóvenes:
Escribióle
en una ocasión Filóxeno, general de la armada naval, hallarse a sus
órdenes un tarentino llamado Teodoro, que tenía de venta dos mozuelos de
una belleza sobresaliente, preguntándole si los compraría. Alejandro se
ofendió tanto ante la proposición, que exclamó muchas veces ante sus
amigos en tono de pregunta: "¿Qué puede haber visto en mí Filóxeno de
indecente y deshonesto para hacerse corredor de semejante mercadería?" E
inmediatamente le respondió, con muchas injurias, que mandase al
mercader tarentino al diablo, y su mercancía con él. Del mismo modo
arremetió con severidad contra un joven llamado Hagnón, que le había
escrito que quería comprar un muchacho llamado Cróbulo, famoso en la
ciudad de Corinto por su belleza. (Plutarco, "Vida de Alejandro", XXII).
En cuanto a su supuesto lío con su amigo Hefestión, de nuevo, absolutamente ninguna
evidencia para suponer que los amigos de la infancia eran una pareja
sodomita, y de hecho no existe historiador serio que afirme rotundamente
que eran amantes, porque no hay dato alguno que lo sugiera y sería de
lo más imprudente. Es más, de regreso en Susa, capital del Imperio
persa, Alejandro dio a Hefestión por esposa a la princesa Dripetis, y él
mismo desposó a Estatira, la hija mayor de Darío y hermana de Dripetis.
También mantuvo relaciones con Barsine (quien le dio un hijo, Heracles)
y con Roxana ("la mujer más bella de Asia"), quien le dio un hijo
póstumo, Alejandro.
En
cuanto al famoso beso al eunuco Bagoas, que a menudo es citado como si
eso constituyese una prueba de homosexualidad, de nuevo, nos encontramos
con lo que pasa cuando se juzga una costumbre antigua con una vara de
medir moderna: malentendido asegurado.
Plutarco
nos describe cómo Bagoas ganó un concurso de danza y baile, y cómo las
tropas macedonias aclamaron pidiendo que Alejandro besase al muchacho
(en la mejilla, nada que ver con el morreo hollywoodiense que nos
quieren vender), a lo que el emperador accedió. Para empezar, hay que
dejar claro que este incidente tuvo lugar tras cruzar el desierto de
Gedrosia, y que todos los presentes en la ceremonia, Bagoas incluido,
eran supervivientes de esa marcha, con lo cual resulta normal esperar
que los soldados pidiesen una señal de respeto hacia el muchacho cuando
éste ganó el concurso. Pero lo más importante es el significado del
beso. A lo largo y ancho del mundo, y ya no digamos a lo largo de la
Historia, los besos han tenido significados de diversa índole. En Japón
tradicionalmente el beso sólo era cosa de madre a hijo, mientras que en
Occidente, el beso ha tenido connotaciones ceremoniales y públicas como
saludo o como señal de respeto, por ejemplo, en Roma (besos en manos,
mejilla o labios) o en el primer cristianismo, en el que los fieles se
besaban en la mejilla. En la antigua Persia, donde se encontraba
Alejandro Magno, los hombres de rango similar se daban un beso en los
labios, mientras que si había una diferencia de rango, el beso era en la
mejilla. Sencillamente, lo que para nuestro contexto social es una
mariconada, en el suyo no lo era, y una vez más, no podemos juzgar una
costumbre antigua ni sacar conclusiones de ella ("eran homosexuales") a
base de razonar según los patrones psicológicos de una mentalidad
moderna. Por lo demás, para sonsacar una relación sexual de un simple
beso en la mejilla hay que echarle bastante fe, especialmente si es la
única evidencia que se tiene.
Descansa en paz hasta que en Europa volvamos a necesitar mandos como tú.
LA REALIDAD: MITOLOGÍA GRIEGA COMO APOLOGÍA DEL AMOR CREATIVO ENTRE HOMBRE Y MUJER ―O EL PODER DE LA PROCREACIÓN
Después
de haber refutado el asunto de los "amantes masculinos", cabría
mencionar a parejas heterosexuales famosas de la mitología griega para
aclarar el comportamiento de los dioses y héroes, lo cual probablemente
haga replantearnos cosas como la poligamia, puesto que los dioses y los
héroes, más que una simple "pareja", solían tener todo un harén, con el
objetivo de sembrar el mundo de hijos semidivinos.
• Zeus -
Hera, Leto, Deméter, Dione, Eris, Maya, Metis, Mnemósine, Selene,
Temis, Europa, Alcmena, Dánae, Antíope, Calisto, Carme, Egina, Elara,
Electra, Eurínome, Himalia, Ío, Lamia, Laodamía, Leda, Mera, Níobe,
Olimpia, Pluto, Pirra, Táigete, Talía, Yodama, muchas más anónimas.
• Ares -
Afrodita (con quien significativamente engendró a Harmonía), Aérope,
Agraulo (mujer a pesar de la resonancia del nombre), Altea, Astíoque,
Atalanta, Cirene, Crisa, Demonice, Enio, Eos, Eritia, Estérope,
Filómone, Rea Silvia (la madre de Rómulo y Remo, llamada Ilia en
Grecia), Otrera, Pelopia, Protogenia, Tirine, Tritea y más anónimas.
A
diferencia del Marte romano, el Ares griego no era un dios de la virtud
militar ni del frío valor del soldado, sino el dios de la carnicería,
la matanza, la fuerza bruta, el saqueo, la rapiña y la violación, el
dios de perder el control y buscar la confrontación ―en suma, el dios de
la violencia pura, de una forma de guerra primitiva y barbárica. Sus
epítetos ("estrago de mortales", "manos ensangrentadas", "salteador de
murallas", "homicida", "impetuoso", "brutal") hablan por sí solos.
Significativamente, la única pareja capaz de equilibrar su ardor es
Afrodita, la otra cara de la moneda. En la imagen, el llamado Ares de
Ludovisi.
• Poseidón -
Agameda, Álope, Amimone, Anfítrite, Arne, Astipalea, Calírroe,
Calquinia, Cánace, Celeno, Ceróesa, Ciona, Clito, Cloris, Córcira,
Deméter, Etra, Euríale, Eurínome, Europa, Gea, Halia, Hipótoe, Ifimedia,
Libia, Melia, Medusa, Melantea, Mitilene, Peribea, Quíone, Salamina,
Satiria, Toosa, Tiro, más anónimas.
• Apolo -
Acanta, Arsínoe, Casandra, Calíope, Cirene, Corinis, Dafne, Dríope,
Etusa, Hécuba, Leucótoe, Manto, Psámate, Quíone, Reo, Sinope,
Terpsícore, Urania.
Urania,
una musa de la astrología y de las matemáticas, fue amante de Apolo,
con quien engendró a Lino, un magnífico músico que le enseñó a Heracles a
tocar la lira. (Desafortunadamente para él, Heracles era un alumno
indisciplinado que tenía mejores cosas que hacer ―como dejar preñadas a
las 50 doncellas téspides―, y mató a Lino golpeándole con una lira
cuando éste lo reprendió). En el "Banquete" de Platón, algunos
relacionan a "Afrodita Urania" (la que nació de la fuerza reproductiva
de Urano vertida sobre el mar, diferenciada de la que nació de la unión
de Zeus y Dione según otra versión) con el amor hacia lo masculino,
especificando claramente que era un amor "por el alma" y que, además,
era "libre de violencia". Esto excluiría una penetración fálica
lujuriosa por un orificio como el ano, diseñado por la Naturaleza para
evacuar desechos tóxicos e infecciosos, y residencia, según la moral
helénica, de Aidós ―la vergüenza. Afrodita Urania sería, en suma, lo que entendemos por "amor platónico".
• Hades: Perséfone, Mente, Leuce.
"El rapto de Proserpina", de Bernini.
• Heracles - Mégara, Ónfale, Deyanira, Yole, Mélite, Auge. En
un episodio, Heracles llega al palacio del rey Tespio, a quien el
aspecto del héroe impresionó tanto que le ofreció a sus 50 hijas
doncellas (los reyes eran polígamos y tenían todo un harén de esposas,
con lo cual podían padrear decenas de hijos), llamadas las téspidas,
para que les hiciera el amor y las dejase embarazadas, mientras durase
la cacería del león de Citerón. En siete noches (según la versión, en
una sola), las dejó embarazadas a todas (Policasta, Nike, Glicera,
Graya, Lalage, Alcione, Neda, Maira, Fóloe, Clyte, Adesia, Septeria,
Estéropa, Plinteria, Foronea, Dorichia, Faena, Ariona, Deidia, Brima,
Cleodora, Altea, Euriganea, Agalis, Ardota, Inaca, Lica, Nausitoa,
Esquimforia, Gigas, Jacinta, Leuke, Kérite, Eurifilia, Elocia, Glauca,
Deidamia, Crisa, Lisa, Pirena, Oreada, Talasiana, Xuta, Trisaulea… Leda
era la menor y, siendo prácticamente una niña, "temblaba y parecía que
iba a desmayarse", con lo cual Policasta, la mayor, tomó su lugar y fue
poseída de nuevo por el héroe) de hijos varones, quienes serían los
heráclidas. Según la tradición griega, los heráclidas se asocian con los
dorios, que conquistaron amplias porciones de Grecia arrasando las
ciudades aqueas, y los reyes tanto de Esparta como de Macedonia
remontaban su linaje a algún heráclida.
• Teseo - Perigune (hija del bandido Sinis), Ariadna, Fedra (su hermana), Antíope (una amazona).
• Perseo - Andrómeda.
• Peleo - Tetis.
• Aquiles - Briseida, Diomeda, una serie de mujeres capturadas en poblaciones arrasadas por él.
• Ulises - Penélope, Calipso, Circe, Calídice.
• Agamenón -
Clitemnestra, Criseida, Casandra. Aunque tuvo también a Briseida,
cuando la devuelve a Aquiles presta solemne juramento de no haberla
poseído sexualmente, según se narra en la "Ilíada".
…
y muchos, muchos más. Se me dirá que algunos de estos dioses y héroes
tuvieron "amantes masculinos". Pido evidencias. Las mujeres mencionadas
fueron físicamente poseídas en acto carnal por el dios o héroe
correspondiente, y muchas de ellas engendraron hijos. Quiero evidencias
en la mitología griega originaria, de que los dioses o héroes
mantuvieron relaciones con varones que supusieran un paso más allá de
una excelente amistad, camaradería o hermandad. Quiero "pruebas" de que
Zeus poseyese sexualmente a Ganímedes, o de que Aquiles mantuviese sexo
anal con Patroclo. [4]
Como
ya hemos visto, esas pruebas no existen. Los famosos "amantes" son
simplemente buenos amigos, unidos con vínculos muy fuertes de
admiración, por experiencias profundas en combate o en aventuras, o por
otros asuntos que nada tienen que ver con el amor erótico ―sino, a lo
sumo, con el amor platónico―, y no hay absolutamente ninguna evidencia
ni tan siquiera para suponer que había algo sexual de por medio, sino de
que se trataba de un amor prácticamente equiparable al que media entre
buenos hermanos.
ASUNTO "IRREFUTABLE" #1: EL "BANQUETE" DE PLATÓN
El
"Banquete" es un diálogo filosófico en el que diversos participantes
rinden tributo a Eros, el dios del amor, en forma de discurso
ensalzándolo y aportando la visión que cada cual tiene del amor, con lo
cual es una fuente de primera mano para conocer la mentalidad ateniense
de la época (estamos hablando, en todo caso, del Siglo IV AEC, una etapa
ya decadente). Sin duda, todos los eruditos especialistas
subvencionados que se dedican a dar conferencias y vivir del cuento,
apoyados por un Sistema al que le interesa difundir la mentira, sacan
siempre a colación el "Banquete" de Platón como ejemplo de que "la
civilización griega era homosexual", basándose en algunas líneas
halladas en ese libro.
Sin
embargo, y desafortunadamente para los apóstoles de la homosexualidad
griega, todo el mundo debería saber que los diálogos platónicos
consistían a menudo en un debate que contrapone puntos de vista
opuestos, representados por los participantes. La razón es que, para
Platón, todas las partes debían estar presentes en un debate y tener la
oportunidad de exponer y defender su punto de vista. Hay personajes que
representan ideas contrarias a Sócrates, precisamente con el objetivo de
contrastar opiniones distintas, y por ello mismo no pueden ni deben
citarse al tuntún como si las hubiese pronunciado el mismo Platón. Por
estas razones, en cada cita, es preciso especificar quién la ha
pronunciado e indagar sobre el personaje, para saber si representa un
punto de vista afín al platónico (del cual Sócrates y otros son
portavoces) u opuesto.
De
la intervención de Pausanias se puede decir que él mismo debate
diversas aproximaciones al tema, y que nunca menciona el amor carnal
homosexual. Podemos destacar una cita relativamente contundente: "Sería preciso, incluso, que hubiera una ley que prohibiera enamorarse de los mancebos" (Pausanias, 181d).
En
otra cita, reflexiona sobre por qué la relación de maestro y alumno es
necesaria y beneficiosa y no debería abolirse, diciendo que "uno
puede contribuir en cuanto a inteligencia y virtud en general y el otro
necesita hacer adquisiciones en cuanto a educación y saber en general".
(Pausanias, 184d-e). En este caso, como en el espartano, se está
hablando de una relación con vistas al perfeccionamiento personal y al
"entrenamiento", en la que la sabiduría de un hombre maduro ayuda a un
muchacho a convertirse en hombre y en la que, de nuevo, la interacción
entre soplanucas y muerdealmohadas brilla por su ausencia.
Después
de estas citas bastante vagas, entra en escena Aristófanes, un
personaje que no debería caer bien al buen platónico, ya que en el
diálogo de la "Nube", se burla abiertamente de Sócrates, y en el
"Banquete", muestra una conducta excéntrica que acaso fue introducida
por Platón como señal para dar a entender al lector que el punto de
vista expresado por él no merece reverencia. Así, podemos leer:
…me
dijo Aristodemo que debía hablar Aristófanes, pero que al sobrevenirle
casualmente un hipo, bien por exceso de comida o por alguna otra causa, y
no poder hablar, le dijo al médico Erixímaco, que estaba reclinado en
el asiento de al lado:
―Erixímaco, justo es que me quites el hipo o hables por mí hasta que se me pase.
Y Erixímaco le respondió:
―Pues
haré las dos cosas. Hablaré, en efecto, en tu lugar y tú, cuando se te
haya pasado, en el mío. Pero mientras hablo, posiblemente reteniendo la
respiración mucho tiempo se te quiera pasar el hipo; en caso contrario,
haz gárgaras con agua. Pero si es realmente muy fuerte, coge algo con lo
que puedas irritar la nariz y estornuda. Si haces esto una o dos veces,
por muy fuerte que sea, se te pasará. (185c-d-e).
Es
tal el desconcierto que este pasaje siembra, que no pocos ríos de tinta
han corrido especulando sobre su significado. Y es que la presentación
que se hace de Aristófanes, que no puede hablar a causa de su hipo y
debe cederle el turno a Erixímaco hasta que se le pase, es dudosa y algo
cómica, por no hablar de que, en un acto ritualizado como lo era un
diálogo filosófico, en el que cada intervención se consideraba rodeada
de signos de los dioses para bien o para mal, el hipo de Aristófanes no
constituye precisamente un buen augurio.
Cuando
finalmente termina su hipo y le toca hablar, Aristófanes desarrolla un
extravagante discurso sobre el andrógino, un ser esférico con ocho patas
y dos caras, que se desplazaba rodando por el suelo, que reunía las
condiciones sexuales de tanto varón como hembra, aunque algunos eran
varón por ambos lados o hembra por ambos lados. Según el disparatado
razonamiento de Aristófanes, estos seres desafiaron a los dioses y Zeus
los hizo partir por la mitad, de modo que, haciendo inverosímiles
cabriolas argumentativas e inventándose toda una mitología para
justificar que a dos hombres les guste irse a la cama y convertir un *
en un O, Aristófanes ―el del hipo, el de las gárgaras y los estornudos,
el que se burló de Sócrates― nos dice que:
En
consecuencia [de la partición del "andrógino" originario], cuantos
hombres son sección de aquel ser de sexo común que entonces se llamaba
andrógino son aficionados a las mujeres, y pertenece también a este
género la mayoría de los adúlteros; y proceden también de él cuantas
mujeres, a su vez, son aficionadas a los hombres y adúlteras. Pero
cuantas mujeres son sección de mujer, no prestan mucha atención a los
hombres, sino que están más inclinadas a las mujeres, y de este género
proceden también las lesbianas. Cuantos,
por el contrario, son sección de varón, persiguen a los varones y,
mientras son jóvenes, al ser rodajas de varón, aman a los hombres y se
alegran de acostarse y abrazarse [5]; éstos son los mejores de entre los
jóvenes y adolescentes, ya que son los más viriles por naturaleza.
Algunos dicen que son unos desvergonzados, pero se equivocan.
Pues no hacen esto por desvergüenza, sino por audacia, hombría y
masculinidad, abrazando lo que es similar a ellos. (191de-192a).
Por la excentricidad de su propio discurso, no es de extrañar que Aristófanes ande incómodo, que en un momento dado ruegue "que no me interrumpa Erixímaco para burlarse de mi discurso" (193b) y que poco después, finalice su intervención poco menos que pidiendo clemencia:
Éste, Erixímaco, es mi discurso sobre Eros, distinto, por cierto, al tuyo. No lo ridiculices, como te pedí,
para que oigamos también qué va a decir cada uno de los restantes o,
más bien, cada uno de los otros dos, pues quedan Agatón y Sócrates.
(193de).
A
pesar de que Aristófanes sólo representa un punto de vista de tantos,
de que no es presentado en modo alguno como alguien fiable y de que él
mismo es consciente de que se lo deja a huevo a los demás para burlarse
de su discurso, los autores pro-teoría homosexual citan sus palabras sin
más, como si representase el punto de vista del mismísimo Platón.
Platón.
Del homenaje de Agatón a Eros podría acaso distinguirse una cita, en la que dice que "respecto
a la procreación de todos los seres vivos, ¿quién negará que es por
habilidad de Eros por la que nacen y crecen todos los seres?"
(197a), en la que, dejando caer que Eros es responsable de la
procreación, deja también claro que el dios pertenece al ámbito del sexo
heterosexual, que es el único capaz de engendrar nueva vida.
Sin
embargo, la joya del "Banquete" platónico es, sin lugar a dudas, y como
siempre, la intervención de Sócrates, quien había sido el maestro de
Platón. Sócrates cita el discurso que había escuchado años atrás de una
mujer que él mismo considera como "sabia", diciendo a sus
interlocutores: "Os contaré el
discurso sobre Eros que oí un día de labios de una mujer de Mantinea,
Diotima, que era sabia en éstas y otras muchas cosas". (Sócrates,
201d). Las palabras de Diotima, además de ser sumamente interesantes en
cosas sobre el amor al margen del debate hetero vs. homo, contienen
además una verdadera apología del amor heterosexual como acto creativo:
―¿De
qué manera y en qué actividad se podría llamar amor al ardor y esfuerzo
de los que lo persiguen? ¿Cuál es justamente esta acción especial?
¿Puedes decirla?
―Si
pudiera ―dije yo―, no estaría admirándote, Diotima, por tu sabiduría,
ni hubiera venido una y otra vez a ti para aprender precisamente estas
cosas.
―Pues yo te lo diré ―dijo ella―. Esta acción especial es, efectivamente, una procreación en la belleza, tanto según el cuerpo como según el alma.
―Lo que realmente quieres decir ―dije yo― necesita adivinación, pues no lo entiendo.
―Pues
te lo diré más claramente ―dijo ella―. Impulso creador, Sócrates,
tienen, en efecto, todos los hombres, no sólo según el cuerpo, sino
también según el alma, y cuando se encuentran en cierta edad, nuestra
naturaleza desea procrear. Pero no puede procrear en lo feo, sino sólo
en lo bello. La unión de
hombre y mujer es, efectivamente, procreación, y es una obra divina,
pues la fecundidad y la reproducción es lo que de inmortal existe en el
ser vivo, que es mortal. (206bc).
De
momento, Sócrates ha elogiado la sabiduría de la señora, mientras que
ella ha hecho un canto al amor heterosexual como "obra divina". Más
adelante, se fija en la Naturaleza para sonsacar lecciones de conducta
para los hombres civilizados:
Si
bien ―dijo― podía pensarse que los hombres hacen esto [los sacrificios
asociados al apareamiento y el cuidado de la prole] por reflexión,
respecto a los animales, sin embargo, ¿cuál podría ser la causa de
semejantes disposiciones amorosas? ¿Puedes decírmela?
Y una vez más yo le decía que no sabía.
―¿Y piensas ―dijo ella― llegar a ser experto algún día en las cosas del amor, si no entiendes esto?
―Pues
por eso precisamente, querida Diotima, como te dije antes, he venido a
ti, consciente de que necesito maestros. Dime, por tanto, la causa de
esto y de todo lo demás relacionado con las cosas del amor.
―Pues
bien ―dijo―, si crees que el amor es por naturaleza amor de lo que
repetidamente hemos convenido, no te extrañes, ya que en este caso, y
por la misma razón que en el anterior, la
naturaleza mortal busca, en la medida de lo posible, existir siempre y
ser inmortal. Pero sólo puede serlo de esta manera: por medio de la
procreación, porque siempre deja otro ser nuevo en lugar del viejo. (207bcd).
Por si no ha quedado clara la actitud de Sócrates con Diotima cuando ante sus discípulos se refiere a ella como "sabia", cuando elogia "su sabiduría" ante ella, cuando admite que ella tiene más conocimiento que él mismo o cuando dice que "ha acudido a ella consciente de que necesita maestros", valga el cierre que hace cuando reconoce que quedó "lleno de admiración" (208b), llamándola en persona "sapientísima Diotima" (ídem) y dirigiéndose de nuevo a sus discípulos diciéndoles "Esto, Fedro, y demás amigos, dijo Diotima, y yo quedé convencido". (212b).
Por
tanto, tenemos a un lado a Aristófanes, un personaje que no puede
hablar cuando le corresponde por tener hipo (comer y/o beber demasiado
rápido) que es conocido por haberse burlado de Sócrates en el pasado y
que hace una enrevesada defensa de la homosexualidad… y a otro lado
tenemos a Diotima, una mujer que el mismísimo Sócrates llama
"sapientísima" y que hace un genial tributo a Eros ensalzando la unión
de hombre y mujer como acto generador de nueva vida, y dejando claro que
en el poder de procreación de tal unión radica su superioridad respecto
a cualquier otra forma de amor. A estas alturas, no cabe duda de que
Sócrates no está precisamente en la acera de enfrente. De hecho, el
narrador nos muestra la incomodidad de Aristófanes cuando Sócrates
concluyó su elogio a la heterosexualidad:
Cuando Sócrates hubo dicho esto, me contó Aristodemo que los demás le elogiaron, pero que Aristófanes [repetimos: el único que había defendido la homosexualidad] intentó decir algo,
puesto que Sócrates al hablar le había mencionado a propósito de su
discurso. Mas de pronto la puerta del patio fue golpeada y se produjo un
gran ruido como de participantes en una fiesta, y se oyó el sonido de
una flautista. (212c).
Efectivamente, "Aristófanes intentó decir algo",
pero como no podía ser de otro modo, una vez más la Providencia,
asociada en los tiempos paganos con la voluntad de los dioses,
interrumpe sus palabras: "No mucho después se oyó en el patio la voz de Alcibíades, fuertemente borracho"
(212d). Ahora hace su aparición uno de los personajes que constituye la
guinda final del pastel platónico del "Banquete", introduciéndose del
siguiente modo:
Salud, caballeros. ¿Acogéis como compañero de bebida a un hombre que está totalmente borracho? (…) ¿Os burláis de mí porque estoy borracho? Pues, aunque os riáis, yo sé bien que digo la verdad. (212e-213a).
Alcibíades
relata cómo en el pasado le tiró los trastos a Sócrates, cómo en un
momento dado se le declaró y cómo poco menos que se le tira al cuello al
filósofo, siendo rechazado por él. Alcibíades parece estar, en efecto,
"enamorado" de Sócrates, aunque, como él mismo bien dice, "comparar el discurso de un hombre bebido con los discursos de hombres serenos no sería equitativo" (214c):
Me
levanté, pues, sin dejarle decir ya nada, lo envolví con mi manto ―pues
era invierno―, me eché debajo del viejo capote de ese viejo hombre,
aquí presente, y ciñendo con mis brazos a este ser verdaderamente divino
y maravilloso estuve así tendido toda la noche. En esto tampoco,
Sócrates, dirás que miento. Pero, a pesar de hacer yo todo esto, él
salió completamente victorioso, me despreció, se burló de mi belleza y me afrentó;
y eso que en este tema, al menos, creía yo que era algo, ¡oh jueces!
―pues jueces sois de la arrogancia de Sócrates. Así, pues, sabed
bien, por los dioses y por las diosas, que me levanté después de haber
dormido con Sócrates no de otra manera que si me hubiera acostado con mi
padre o mi hermano mayor. (219bcd).
A Alcibíades lo han insertado en el diálogo porque es sabido que los borrachos nunca mienten [6],
y así queda clara la acción de Sócrates de rechazar a un hombre aunque
éste sea muy bello y muy prestigioso. Acto seguido, Alcibíades elogia la
indiferencia de Sócrates, su valor en combate, su dureza, su carácter
espartano, su resistencia al frío y al alcohol, y su sabiduría. Todos
estos elogios (incluyéndose como elogio el que Sócrates lo rechazase,
dejando claro que no es homosexual) intentan, como se ha dicho, tener el
"certificado de verosimilitud" que otorga el haber sido pronunciados
por un hombre que, por estar borracho, se presupone dice la verdad.
En
suma, Sócrates tenía a Alcibíades en la palma de su mano y hubiera
podido liarse con él (cosa que, en todo caso, excluiría, por respeto a Aidós, penetración de ningún tipo), pero desgraciadamente para los homosexuales modernos, lo rechaza desdeñosamente.
ASUNTO "IRREFUTABLE" #2: LAS VASIJAS HOMOERÓTICAS
Esta
imagen es una favorita de los autores volcados en representarnos a
Grecia como una "civilización homosexual", o al menos una civilización
donde las prácticas homosexuales estaban plenamente aceptadas y formaban
parte del paisaje cotidiano.
Indudablemente, hay vasijas procedentes de la antigüedad griega que representan escenas claramente homosexuales. Eso no lo voy a discutir.
Lo que sí voy a hacer es puntualizar.
Se han encontrado docenas de miles de vasijas (sólo en la provincia de Ática, tenemos ¡más de 80.000!), y, de todas ellas, las vasijas con un claro contenido homoerótico son… ¡sólo 30! Y eso siendo muy generosos. Estamos hablando de en torno a un 0.03% del total de vasijas encontradas.
¿Acaso no deberían ser más, si supuestamente estamos hablando de una
cultura donde la homosexualidad pedofílica era el pan nuestro de cada
día?
Pues no, señores. Eran una desproporcionada minoría. De modo y manera que hablar de "el estatus dominante de la pederastia en la vida social ateniense"
(!) basándose en esta evidencia fraudulenta sería bastante más atrevido
que tachar a nuestra propia cultura de homosexual sólo porque el 5% de
los personajes de nuestras series televisivas sean homosexuales. Si
estos ínfimos signos son muestra de una "civilización homosexual" (que
nunca ha habido tal cosa), entonces la nuestra, con asociaciones
pro-pedofilia, pro-zoofilia, matrimonio homosexual (cosa que no existía
en Grecia), desfiles del día del "orgullo gay", etc., cualifica como
civilización sodomita al 100%.
Pero hay más.
De este 0.03% de escenas homosexuales representadas, la mayor parte de tales actos son llevados al cabo por los sátiros,
seres degenerados del imaginario colectivo griego, imaginados feos y
con medio cuerpo de cabra, y que, por una pulsión sexual descontrolada y
desmedida, llevaban al cabo las mayores abominaciones sexuales
concebibles por la mente humana (en algunas estatuillas se los ve
copulando con cabras, por ejemplo). Otro ligero detalle que se falla en
mencionar es que, en la mayoría de escenas que sí representan relaciones
sodomitas, el acto parece producir sorpresa y escándalo en quienes lo
presencian.
La
mala fama de los sátiros, además de venir representada en escenas de
zoofilia que no añado al artículo por puro buen gusto y respeto hacia el
estómago del buen lector, viene bien ilustrada en este conjunto
escultórico, en el que Pan, el jefe de los sátiros, importuna a Afrodita
con su lascivia, espantándolo la diosa a golpes de sandalia. El "ángel"
que revolotea alrededor de Afrodita es Eros, inevitablemente asociado a
ella.
El
problema es que, como la gente ha perdido la costumbre de pensar por sí
mismos, les ponen un par de imágenes acompañados de letra sin faltas de
ortografía, y cual buen rebaño, ya están predispuestos a creerse lo que
le interese al manipulador de turno. Pero pasemos a observar algunos
intachables ejemplos de deducción sherlockholmesiana de homosexualidad
en la antigua Grecia basándonos en vasijas, de la mano de una
grandísima, respetable, trajeada y curtida en conferencias autoridad: Kenneth J. Dover. [7]
K.
J. Dover presenta como pruebas supremas un total de 600 vasijas, de las
cuales, siendo extremadamente (repito: extremadamente) generosos, sólo 20-25
(¡el 4%!) tienen un contenido claramente homosexual. El resto (¡575!)
son vasijas completamente inofensivas, con lo cual el autor recurre a
vericuetos, meandros y raíces cuadradas psicológicas para sonsacar, de
manera totalmente forzada y hasta cómica, señales de homosexualidad
donde simplemente no las hay. Así, en una imagen donde aparecen un
bastón y un aro, el autor dice que "el bastón y el aro tienen simbolismo propio"
(aunque no tiene la gentileza de explicarnos cuál es ese simbolismo a
nosotros, incultos y vulgares heteros) y que el chaval se encuentra en
una "pose de vergüenza",
debido seguramente a que el hombre que le gusta está conversando con una
mujer (?) o porque hubiera preferido tomar la iniciativa él mismo (!).
En otra representación (la E378), un pene pequeño y un escroto grande
significan, según él, que hay pedofília de por medio (?), y en una
imagen donde Aquiles cura a Patroclo, "el artista estaba bajo una gran presión para no pintar los genitales de Patroclo"
(?). Resulta un verdadero insulto a la inteligencia que un homosexual
alucinado como Dover sea considerado ni más ni menos que ¡un "experto en
sexualidad de la Grecia antigua"!, y que sea citado por libros
medianamente serios como una autoridad en el tema.
Toda
esta jerga e imaginario de relaciones pedofílicas donde no las hay, es
incomprensible y chocante para un hetero (es decir, para un normal),
pero a un homosexual le parece lo más normal del mundo ver señales,
guiños, ambigüedades, suposiciones y provocaciones en cada esquina. A
consecuencia, no resulta extraño que tales autores, desesperados por
legitimar su opción sexual, intenten adaptar el mundo a su mente. Y lo
triste no es eso. Lo triste es que, por culpa de la acción de los
poderosos lobbies homosexuales de Estados Unidos, y de la
industria mediática, la opinión pública trague tales teorías. Yo digo:
sed libres ―¡leed!
Según
K. J. Dover, la imagen de este chico demuestra que hay pederastia y
homosexualidad de por medio (¡!). Indudablemente, quien piensa así es
porque su mente ya es portadora de tales pensamientos, pero las personas
normales y bien ajustadas biológicamente, vemos un chaval con un aro y
un gallo.
Deberíamos
finalizar dejando claro que la inmensa mayoría (estamos hablando de más
de un 99%) de esculturas, vasijas, mosaicos, figurillas, frescos, etc.,
de la Grecia antigua que sí representan amor erótico, lo hacen siempre
representando relaciones sexuales entre hombre y mujer. Pero resulta que
incluso aunque tuviésemos escenas homosexuales gratuitas, también en el
Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago de Compostela hay
escenas de hombres incurriendo en sodomía, y a nadie se le ocurriría
pensar que eso convierte en homosexual a toda la civilización católica
gótica o barroca, puesto que esas escenas de sodomía forman parte de
representaciones de los diversos pecados, con la intención de
estigmatizarlos. Así pues,
deberíamos acaso preguntarnos si, por ventura, de ese 0,03% de vasijas
con temática clara o vaga o subjetivamente homoerótica, no habría un
porcentaje importante destinado precisamente a criticar la
homosexualidad o ridiculizarla ―como queda claro en el mencionado asunto
de los sátiros, quienes eran los máximos exponentes de la
homosexualidad además de infinidad de depravaciones sexuales, y que no
gozaban precisamente de buena reputación.
SOBRE EL "LESBIANISMO"
Probablemente,
de todas las mentiras sobre homosexualidad, la de Safo de Lesbos sea la
más sangrante, ya que el nombre de su isla natal ha sido utilizado para
designar a las mujeres homosexuales, las lesbianas. Safo
de Lesbos (siglos VII-VI AEC) es seguramente la mejor poetisa de todos
los tiempos (Platón la llamó "la décima musa"). Heredera de deudas,
decidió fundar una academia donde acudían muchachas jóvenes de toda
Grecia a aprender poesía, música, danza, buenas maneras, ritualismo
religioso y en general lo que caracterizaba a una mujer completa que
aspiraba a casarse con un hombre noble y fundar su propia familia. Del
mismo modo que Esparta tenía sus ageilai
u hordas, donde los muchachos aprendían poco a poco a ser hombres bajo
el maestrazgo de un iniciador, Lesbos tenía la academia sáfica para las
señoritas de buena familia.
Las muchachas de la academia sáfica se hacían llamar "servidoras de las musas". Las musas eran 9 deidades femeninas que acompañaban a Apolo en el monte Helicón, y que se consideraban responsables de la inspiración de los artistas. Los escultores griegos conocían bien la morfopsicología (leer el carácter de un individuo por sus rasgos físicos) y por tanto no sólo esculpían estatuas de cuerpos bellos, sino cuerpos bellos necesariamente portadores de un alma bella. Quien esculpió a la musa de esta imagen, sin duda representó de la forma más maravillosa la personificación de la bondad, la salud, la serenidad y la belleza.
La
obra de Safo nos ha llegado muy fragmentada (sólo tenemos un poema
completo, recogido por Dioniso de Halicarnaso, y el resto de su obra
tiene demasiados huecos para hasta a menudo saber siquiera de qué se
habla, ya no digamos intentar vislumbrar homosexualiad), pero consta
sobre todo de himnos y elogios a las muchachas que ella ha instruido y
que han completado su educación, entrando en la edad adulta y
marchándose del idílico mundo de la academia para desposarse con un
hombre. Este género poético recibía el nombre de epithalamia,
"canciones de matrimonio", que hablaban sobre la belleza de una
doncella que estaba a punto de convertirse en esposa y madre. De ese
modo, por los fuertes vínculos construidos entre ella y sus discípulas
―a las que ha enseñado todo lo que saben― Safo se llena de tristeza por
la pérdida de quienes eran prácticamente sus hijas, pero no tenemos
absolutamente nada que dé a entender una relación más allá de un intenso
afecto, totalmente desprovisto de carga sexual. Incluso tenemos unos
conocidos versos, dedicados a una de sus muchachas, que abandona la
academia porque viene a buscarla su prometido para llevarla a su casa y
convertirla en mujer:
Semejante a los dioses me parece
ese hombre que ahora se sienta frente a ti
y tu dulce voz a su lado escucha
mientras tu le hablas
ese hombre que ahora se sienta frente a ti
y tu dulce voz a su lado escucha
mientras tu le hablas
Versos poco propios de una lesbiana hardcore.
Según
el siempre cómico Kenneth J. Dover, Safo caracteriza al hombre como
"semejante a los dioses", no porque admire su belleza, su masculinidad,
su porte o su fuerza sobrehumanas, sino porque es "imperturbable", "inimaginablemente afortunado", porque "ha captado el interés sexual de la joven" y "no se desmaya ante su belleza" (no es broma, Mr. Dover dice exactamente estas palabras, en "Greek homosexuality", página 178).
Pero
el hecho más incómodo en la vida de Safo es que, aparte de ser madre
(tenía una hija llamada Cleis) y además de ser esposa, murió suicidada
por amor… hacia un hombre,
un marino de nombre Faón que, al parecer, no la correspondía con la
misma intensidad. El lector ha leído bien: la "mayor lesbiana de todos
los tiempos", la "madre fundadora del lesbianismo", se suicidó por amor…
hacia un hombre.
Otro
asunto bastante revelador, y que viene a heterosexualizar cada vez más
la academia de Safo, es que las discípulas de Lesbos fueron las que
desarrollaron el culto religioso a Adonis, un héroe mitológico que
personificaba la belleza del hombre joven y que aun hoy día se emplea
para designar a un hombre extremadamente bello. No deja de ser incómodo
para los mitólogos homosexuales modernos que el supuesto epicentro del
"lesbianismo" griego rindiese culto a una figura que representaba el
máximo extremo alcanzable por la belleza masculina.
Todo
esto por no hablar de que, a juzgar por los versos de Safo, su academia
estaba muy lejos de ser un paraíso de las camioneras tatuadas, con
piercings y con corte de pelo de marine matatalibanes que hoy decoran el
panorama "lésbico", ya que era un reducto de feminidad idílica,
incorrupta y pura, en el que la llegada de un hombre viene a señalarles a
las chicas que la adolescencia ha terminado y que ahora deben poner al
servicio de su estirpe toda la feminidad cultivada.
¿De
dónde viene, pues, lo de "lesbiana", si no hay nada que sugiera entre
estas muchachas una relación más allá de una gran hermandad? Viene, de
nuevo, del círculo homosexual de Oxford liderado por Walter Pater y, más
recientemente, de autoproclamados "especialistas en sexualidad griega"
como el francés Yves Battistini (1922-2009). Este "especialista", como ejemplo del colmo de la manipulación, se encontró con un verso que rezaba προς δ’αλλον τινα χασκει ("pros d’allon tina haskei").
Esto, traducido como es debido, viene a ser "hacia otra persona ríe".
Sin embargo, este falsificador premeditado lo tradujo como "pero el objeto de su pasión es otra cosa, una muchacha".
Lesbia, pero no lesbiana: Safo de Lesbos se suicidó por un hombre,
lo cual es acaso el acto más extremo que puede llevarse al cabo por
amor heterosexual. Que descanse en paz sin que profanen su memoria.
LIMPIAR NUESTRO VOCABULARIO
El vocabulario moderno concerniente a la homosexualidad está fundamentado en dos mentiras: la mentira de la palabra gay y la mentira de la palabra lesbiana.
"Gay" significa (más bien significaba) en inglés, "alegre".
"Lesbiana"
ya hemos visto que hace referencia a la isla griega de Lesbos, donde
enseñaba Safo y, como he explicado, esa mujer de "lesbiana" tenía más
bien poco.
"Pederastia" procede de Paiderastia, ni siquiera significaba pedofilia, sino el maestrazgo de un muchacho. Del mismo modo, erastes y eromenos
deberían traducirse como "amante" y "amado" sólo si se especifica de
algún modo que estamos hablando de un amor platónico y, por tanto,
casto.
Por
estos motivos, las conductas sexuales entre personas del mismo sexo
deberían llamarse sencillamente "homosexuales", ya sean masculinas o
femeninas, y cuando no, echar mano del rico y variado surtido de
vocablos que, por nacer espontáneamente del alma popular, son
auténticos, a diferencia de los siniestros y orwellianos palabros
políticamente correctos, forzados por la industria de los medios de
comunicación y por los grupos de presión de homosexuales americanos, con
el fin de limpiar la pésima imagen pública que han tenido ―y que, por
mucho que lo intenten, siguen teniendo― los homosexuales en el mundo.
ALGUNAS CLAVES DE LA MENTALIDAD HOMOSEXUAL MODERNA
Es imposible entender la distorsión de estos mitos si no indagamos un poco en las mentes que los distorsionaron. Ya
dice Rafael Pi en su libro "Los gays, vistos por un hetero" que los
homosexuales, ilusos al cuadrado, por el tipo de ambiente
pseudo-marginal en el que se mueven, necesitan ver, y de hecho ven,
"señales" de homosexualidad en todos lados, razón por la cual les
encanta la ambigüedad y los segundos sentidos. En el 99% de los casos,
esas señales están sólo en sus cerebros. Es normal que quienes
participen en desfiles y vayan a locales gays y tengan infinidad de
parejas sexuales al año, acaben viendo señales de homosexualidad hasta
en los enchufes de las paredes. Que si Sherlock y Watson, que si Batman y
Robin… ¿Pero dónde está la homosexualidad? La respuesta más frecuente
suele ser "Jo, es que se nota". No, no se nota. Está en su mente, y su
mente está influenciada poderosamente por la variedad de experiencias
sexuales que han mantenido con el mismo sexo, lo cual acaba haciéndoles
creer que se trata de algo normal. Esto es lo que provoca que, cada año,
un número importante de homosexuales (incluyendo "mariconazis" como un
ex-delegado de CEDADE en Valencia) sea agredido, no gratuitamente, sino
porque su predisposición a ver señales de homosexualidad donde no las
hay los predispone también a verse envueltos en reacciones violentas.
Así,
del mismo modo que necesitan creer en imaginarios "reductos gays" como
según su mitología lo serían los barcos, los cuarteles, los internados,
los monasterios o las cárceles, necesitan también saber que existió en
algún sitio un paraíso marica, una tierra santa de la homosexualidad
alocada, donde todo Cristo vivía fuera del siniestro y encajonado
armario de la heterosexualidad y donde uno podía petarle el ojete al
primer efebo que pasase sin que una turba espumeante lo linchase por
pedófilo y por enfermo mental. ¿Y qué mejor tierra santa que Grecia, un
respetado modelo de civilización y raíz de todo lo clásico en Occidente?
Otra
de las claves psicológicas recurrentes en la mente del homogayer
moderno es que persiste en creer que dentro de cada hombre hay una
maricona redomada ansiosa por salir del armario, y es incapaz de aceptar
que sencillamente la homosexualidad es algo que la gran mayoría de
hombres rechaza de pleno y considera como antinatural, cuando no
repugnante. Para estos individuos, Grecia sería supuestamente el ejemplo
de que todo hombre debería ser homosexual y "salir del armario".
No
creo, en la mayoría de los casos que hemos visto más arriba, que los
autores hayan manipulado intencionalmente los datos. Pienso que ellos
creían sinceramente que estaban ante muestras de homosexualidad y que
sólo ellos eran capaces de entender las "claves ocultas"; se les
encendió la bombilla y se dedicaron a escribir páginas y páginas de pura
especulación infundada, a partir de "indicios" que, simplemente, no
eran tales. Rechazar este entramado de mentiras no es homofobia, es defender la verdad y la identidad sexual natural (a la cual debemos nuestra existencia presente y de la cual depende la supervivencia futura de la especie) que
se nos adjudica biológicamente junto con nuestro sexo en el momento de
ser concebidos , y negarse en rotundo a aceptar una mentira, por pequeña
que sea.
¿POR QUÉ TANTA MENTIRA, TANTA ACEPTACIÓN Y TANTA HIPOCRESÍA?
"El
otro día leí en la Interviú que los griegos se petaban el cacas entre
ellos y se hacían colacaos en el ojai, y lo vi también por la
pelelevisión en un programa de tertulias de babuinos monosabios, y desde
entonces no hago más que decirlo por todas partes y difundirlo por
Internet… incluso en la Güiquipedía.
Hoy
en día, tenemos todo un entramado social de profesores decadentes e
"intelectuales" homosexuales que, jaleados y subvencionados por un
sistema volcado en promover la disgregación social y la nivelación de un
"rebaño global" dócil, sin identidad y sin jerarquías, apto para ser
sojuzgado fácilmente, se dedican a vivir sus enfermizas fantasías a
costa de la historia de una gran y bella civilización europea, cuyo
nombre he querido limpiar.
La
mentira es propagada sin más, las fuentes mencionadas son deliberada y
nerviosamente ignoradas por aquellos que quieren comparar una
civilización antigua, luminosa, jerárquica y aristocrática con ciertos
fenómenos decadentes de la vida moderna. El lobby homosexual de Estados
Unidos es tan poderoso que no sólo han procurado justificar la
homosexualidad y des-clandestinizarla, sino de que un tiempo a esta
parte vienen predicando poco menos que todos los grandes hombres
históricos eran homosexuales, hasta el punto de que resulta difícil
encontrar a un personaje notable que no fuera maricón. En vez de
remitirse a los hechos y a la historia, los propagadores de la mentira
escriben, por poner un ejemplo, "Leonardo Da Vinci era homosexual", cuando lo apropiado sería, en todo caso, "Mi opinión personal es que Leonardo Da Vinci era homosexual (y no tengo ninguna prueba salvo mi opinión)".
¿Por qué ha pasado todo esto? La respuesta es que el mundo, especialmente el mundo europeo, viene sufriendo un proceso de estrogenización
y afeminamiento gradual de los valores, de los cuerpos y de las mentes e
ideas. Existen ciertos grupos de poder, especialmente grupos de poder
económico, financiero y mediático, bien relacionados con el sionismo
internacional, que consideran que las identidades (especialmente las
identidades de la Civilización Occidental) y sus instituciones
(especialmente la familia y las Fuerzas Armadas), se interponen en sus
planes de lograr un rebaño internacional fácilmente manipulable y
despojado de identidad ―en suma, la identidad,
el poder del grupo, del "yo soy", resulta ser un obstáculo en la
consecución de una esclavitud mundial. Y para demoler tal obstáculo, los
círculos del poder internacional conceden su apoyo a todos los círculos
que tienden a desestabilizar todo lo "tradicional" y a destruir todas
las identidades humanas del planeta, ya sean raciales, nacionales,
religiosas, sexuales, familiares, etc. Promoviendo
el mito de la homosexualidad griega, esos grupos de poder matan dos
pájaros de un tiro: por un lado promueven la disgregación sexual y la
inevitable disolución social que sigue a ésta tarde o temprano, y por el
otro, contaminan también uno de los grandes puntos de referencia de la
identidad europea y de cualquier renacimiento occidental.
Por
otro lado, los grupos homosexuales, que naturalmente desean ver sus
inclinaciones extendidas y reconocidas, desean que su gente no se sienta
despreciada ni minusvalorada por la historia y la sociedad. Y puesto
que los helenos son un modelo de civilización para muchos, ¿qué mejor
modo de justificar la homosexualidad que conectándola con la grandeza y
belleza de la civilización griega? ¿Qué mejor manera de proporcionar
cobertura a algo repugnante para la mayor parte de la sociedad que invocando a la Hélade, admirada y respetada en todo el mundo? No
pocos se basan en la supuesta homosexualidad griega para predicar la
legalización y tolerancia de la homosexualidad. Estas buenas gentes
deberían saber que, históricamente, la poligamia y las relaciones
sexuales con chicas menores de edad, estaban infinitamente más extendidas que la homosexualidad. ¿Significa eso que deberíamos correr a legalizarlas?
En
suma, este artículo no es sino un ejemplo de que la cultura, leer las
obras originales, siempre evitará que venga alguien a decirnos qué es lo
que debemos pensar respecto a algo. Esto va por todos, y para cualquier
caso: no aceptéis lo que os digan gratuitamente en cualquier revista o
cualquier página web. Desgraciadamente, lo normal es que si uno quiere
fiabilidad, debe correr a averiguarlo por su cuenta.
NOTAS
[1] Erastes y eromenos
generalmente son traducidos como "amantes" y "amados", o
"pretendientes" y "pretendidos", pero realmente se debería buscar
vocablos mejores, ya que hoy en día esas palabras van asociadas a la
homosexualidad, y una mínima atención prestada a los escritos griegos
revela que no era así. "Maestro" y "alumno" serían equivalentes mucho
más fieles al contexto moderno. Hay que replantearse la traducción por
el sencillo motivo de que no sé qué clase de relación homosexual es
aquella en la que están proscritas las "relaciones carnales". El
carácter de "amante" y "amado" debería quedar, pues, como de amor
puramente platónico, en una relación enmarcada por la admiración, el
respeto, la veneración y la hermandad, totalmente desprovista de tintes
eróticos tal y como los entendemos en los tiempos modernos.
[2] Ganímedes ha pervivido hasta nuestros días en el Zodíaco, como Acuario.
[3]
Al sureste del Estado espartano, en la ciudad de Amicla, había un
túmulo (al estilo de las estructuras funerarias erigidas en las antiguas
culturas centroeuropeas) que era la tumba de Jacinto, y donde los
espartanos llevaban al cabo las Jacintas, típicas festividades de tres
días de duración, en las que se celebraba la muerte y resurrección de un
ídolo religioso.
[4]
Esto también se aplica en el caso heterosexual: no hay prueba de que
Artemisa, la diosa virgen, tuviese jamás relaciones físicas con Orión,
sino de que eran buenos compañeros de caza y estaban unidos por un
vínculo platónico.
[5]
Obsérvese que no se habla aquí de "relaciones carnales" ni de
"posesión" de ningún tipo. A pesar de que sí entraría en la categoría de
sexo, el "acostarse y abrazarse" excluye la penetración por respeto a Aidós y a la revancha de Némesis,
(cosa que reconocen hasta autores homosexuales tan sectarios y
disparatados en sus aseveraciones como K. J. Dover o Karola Reinsberg,
quienes dejan claro que la penetración anal no formaba parte de las
relaciones supuestamente homosexuales de la antigua Grecia porque estaba
mal vista ―con lo cual habría que preguntarse qué clase de "paraíso
gay" era Grecia si no se contemplaba la penetración anal salvo como
sacrilegio). Aristófanes, pues, sería, sin duda alguna, y siempre según
el "Banquete", pro-homosexual (en todo caso pro-bisexual, ya que los
griegos se casaban y tenían hijos), pero ciertamente un homosexual muy
light para hoy día.
[6]
De hecho, se cita un proverbio griego, según el cual "vino y niños
dicen siempre la verdad", en sintonía con el refrán español "los
borrachos y los niños nunca mienten". Esta idea viene a reforzar aun más
la sinceridad desmedida de Alcibíades.
[7]
Acaso otra de las perlas argumentativas de Dover cuando se encuentra
ante la homofobia de Platón, quien busca siempre lo natural inspirándose
en la inocencia de los animales, es decir que "Platón no sabía de
animales".
Para
sobrevivir a la contaminación biológica y la molicie impuesta por la
civilización, la especie deberá estar constituida por hombres-macho y
mujeres-hembra, y cuando no corresponda a estos dos arquetipos dadores
de vida y procreadores de belleza y de amor, debería simplemente quedar
fuera de cualquier plan biopolítico serio. "Familia nórdica", Wolfgang
Willrich.
3 comentarios:
Buenas noches.
En primer lugar, mencionar que el artículo me ha resultado bastante interesante, y que sin duda lo llevaré a debate con algún que otro conocido.
En segundo lugar, me gustaría ampliase la información referente a Leonardo da Vinci.
Y en tercer y último lugar, como lector homosexual, no menos que le insto a comunicarse con un mínimo respeto. Existen términos alternativos al de marica para referirse a un gay o una lesbiana -sea o no de su gusto el origen de alguno de estos términos-. Yo no soy ninguna loca que vaya prostituyéndose por las esquinas. Y le sugiero trate de comprender y tolerar las causas por las cuales nos vemos más predispuestos que los heterosexuales a ver indicios homo en las acciones de otras personas, dado que el tono que ha empleado al hacer referencia a esto en reiteradas ocasiones podría tacharse, como mínimo, de reprochable.
Una vez más, buenas noches.
homobogo neandertal, cada uno folla con quien le da la gana, chantagista emocional, maleducado, reprimido, inculto antes del judaismo cristiano todos los hombres follaban entre ellos sin esconderlo i punto. MENTIROSOOOOO!!!!
Me parece interesante, mucho en verdad...
No creo que los lectores deban molestarse, según yo, el Autor dice sencillamente que algunos personajes homosexuales, tratando de validar su posición respecto al sexo, han interpretado muy "a su conveniencia" cosas que muchas veces tienen poco asidero y peso histórico. Me parece una preocupación legítima puesto que para tener libertad debemos tener conciencia de lo verdadero y no es justo q se tergiverse la verdad y se condicione/manipulen los pensamientos de generaciones de personas. La verdad hace bien a todos al margen de las decisiones que tomemos.
No podemos negar que el Autor ha fundamentado muy bien sus hipótesis, exponiendo sus planteamientos sin, en ningún momento, cuestionar lo que hacen voluntariamente y en privado personas adultas ya sean homosexuales o no, ya que esto corresponde a su vida privada y solo ellos se harán cargo de las consecuencias.
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