Hacienda nunca pierde..
El valor de la vivienda se desploma menos para Hacienda, que exige impuestos sobre precios de burbuja
Los precios de la vivienda están cayendo de forma significativa, sobre
todo en algunas zonas. Los bancos están soltando lastre de forma
acelerada y la llegada del banco malo, que ha absorbido miles de pisos
vacios de la banca para proceder a liquidarlos, presiona los precios del
mercado a la baja.
Se pueden encontrar gangas de todo tipo, incluso desde 15.000 euros,
aunque, claro, habría que ver cómo y dónde están esas viviendas. Es
habitual encontrar anuncios de entidades financieras, rescatadas y no
rescatadas, que ofrecen inmuebles nuevos por precios que oscilan entre
los 40.000 y los 50.000 euros. Los pisos baratos se reparten por toda la
geografía española, desde localizaciones en plena naturaleza hasta
municipios pequeños con cierta actividad urbana.
Pero, ¡Cuidado! Si es usted potencial comprador, la alegría de ver
precios asequibles puede verse agriada por un compañero de viaje
omnipresente y todopoderoso: Hacienda.
El fisco no se conforma con recaudar los impuestos que gravan la
vivienda en función del valor de venta real. Las administraciones andan
tiesas, sin un duro, y Hacienda quiere recaudar, y recauda, en función
del precio que ella le otorga a los pisos y que, curiosamente, ahora
suele estar por encima del valor de mercado.
Partiendo de esta premisa, la Hacienda central o la autonómica, según el
impuesto abonado (IVA para vivienda nueva e ITP para usada) va a
solicitarle la diferencia entre el saldo del impuesto a pagar en función
del precio real del inmueble y el que resulta de aplicar el precio de
tasación fiscal, normalmente superior.
Cada Administración autonómica utiliza diferentes criterios para
establecer estos valores. En algunos casos se toma como referencia el
valor catastral del inmueble, al que se multiplica por un determinado
coeficiente corrector en función de su ubicación. Es el caso de Cataluña
o Andalucía.
En la Comunidad de Madrid, por el contrario, se segmenta el territorio
en zonas y a cada una se le aplica un determinado valor por euro el
metro cuadrado, que después se pondera en función de la antigüedad de la
construcción.
Idealista.com ha realizado una simulación práctica sobre una vivienda
concreta por la que se piden 43.000 euros. Consultado su valor en el
catastro, resulta un valor mínimo de referencia de 72.072 euros. Los
efectos sobre el bolsillo del comprador son evidentes. Si se liquida el
Impuesto de Transmisiones Patrimoniales, del 7%, sobre los 43.000 euros
cerrados con el vendedor se deberían pagar 3.000 euros a Hacienda. Si se
sigue la pauta del fisco habrá que abonar por ese mismo impuesto 5.045
euros. Es decir, que Hacienda puede reclamar a posteriori, y es probable
que lo haga, 2.000 euros.
Además, si se admite la exigencia de Hacienda sin recurrir y se abona,
es posible que se nos exija que demostremos de dónde procede el dinero
con el que se ha pagado esa diferencia de precio entre el valor de
compra y el teórico fiscal, pese a que efectivamente la cantidad que
falta hasta el valor catastral no se haya abonado realmente a nadie.
Puede decirse que estamos ante una práctica surrealista y, lo que es
peor, generadora de una inseguridad jurídica tercermundista.
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