otra señal de la anunciada "antesala de la recuperación", de Rajoy y sus 600 asesores..
Casi 19.000 parados se presentan para 11 plazas de bedel en El Prado
Nunca el patrimonio histórico y cultural de este país fue tan bien
mirado, nunca tanta simpatía ni tanto deseo de protección. El pasado
diciembre, la fila infinita rodeó la manzana donde se encuentran las
oficinas del Museo del Prado y siguió más allá, calle arriba. Varios
días. Cinco meses más tarde, la pinacoteca ha conseguido cerrar la lista
más larga de su historia de admitidos a unas oposiciones. En las 357
páginas, que cuelgan del corcho y de la página web oficial, se enumeran
los nombres de las 18.524 personas interesadas en la oferta de trabajo del museo: 11 plazas de auxiliar de servicios generales, es decir, vigilante de sala. Personal laboral fijo, del grupo profesional III, nivel 6… para entendernos, un sueldo base de 13.019 euros al año,
en 14 pagas, con posibilidad de crecer a más de 700 euros en
complementos. El salario más alto –sin contar los cargos directivos- es
el de un conservador, 25.847 euros al año y complementos más sabrosos.
Nunca antes en la historia del principal museo español se recibieron
tantos candidatos para trabajar, aunque la última convocatoria para el
mismo puesto, celebrada hace cinco años, recibió algo más de 5.000
solicitudes. Desde El Prado aseguran a El Confidencial que se esperaban
una participación alta, pero nunca pensaron en una avalancha semejante.
Como cualquiera puede imaginar, y como suponen desde la dirección del
museo, la alta demanda es consecuencia de un país que se ha
especializado en destruir trabajo.
La oleada de candidatos no sólo ha superado las expectativas, sino las
posibilidades de la propia institución, que ha tenido que pedir ayuda al
Instituto Nacional de Administración Pública (INAP) para encomendarles
la gestión de la realización de las pruebas selectivas. El Prado no
tiene lugar donde acoger tal cantidad de opositores, así que ha acudido
al único lugar preparado para recibir miles de exámenes en sus
instalaciones: la universidad.
Aulas llenas
Los ejercicios de la fase de oposición se realizarán el próximo domingo
23 de junio en ocho facultades y escuelas de la ciudad universitaria de
la Universidad Complutense de Madrid. Cerca de 60 aulas han sido
contratadas para recibir al personal, y entre ellas hay una con un aforo
de 800 personas y otras que darán cobijo a un centenar.
Las actividades de las que se encargará el INAP, según figura en el BOE
del lunes 29 de abril, son la confección de listas de colaboradores para
la vigilancia de la aulas y su distribución en ellas, la asignación de
opositores por facultades y aulas, la colaboración en la preparación del
material necesario para la realización del ejercicio, la celebración de
sesiones formativas y la puesta a disposición de material didáctico
para el órgano de selección, previo a la celebración del ejercicio o el
asesoramiento sobre opositores con discapacidad, entre otras funciones.
En el boletín se aclara la peor parte del acuerdo para El Prado: los
gastos originados por la gestión material de la encomienda correrán a su
cuenta. El pellizco para las maltrechas finanzas, después del último
tijeretazo ejecutado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte,
es considerable: alrededor de 100.000 euros, según cuenta el museo a
este periódico.
En ese gasto se incluyen los honorarios de los colaboradores, la empresa
que elabora el examen psicotécnico, la que confecciona las cuartillas
de la prueba, la que transporta el material, que levanta actas, y que
recoge las pruebas y las traslada en camión blindado hasta la empresa en
la que un lector automático se encarga de corregir. Una logística para
la que El Prado no está capacitado y que sólo puede resolverse con un
proceso tecnificado.
Y 400 temporales
Junto a las once plazas fijas sale a concurso una 'bolsa' de puestos
transitorios compuesta por 400 plazas, que cubren las exposiciones
temporales del museo. Normalmente, la bolsa va menguando porque en
cuanto el vigilante temporal encuentra otro trabajo renuncia a su plaza,
según cuentan desde el museo. La bolsa, desde la anterior convocatoria,
se había quedado corta. El examen y las exigencias para los 11 fijos y
los 400 temporales son los mismos.
La cualificación exigida también es un aliciente: basta con el título de
graduado en Educación Secundaria Obligatoria (ESO), Formación
Profesional de técnico u otras titulaciones equivalentes. Las tres
primeras pruebas del examen son de tipo test organizadas en comprensión
verbal, lógica matemática y atención y conocimientos. En esta última se
pregunta por la ley reguladora del museo, por el estatuto del mismo, por
el convenio colectivo de los trabajadores, prevenciones de riesgos
laborales y, también, sobre las colecciones del Prado: “Conocimientos
básicos que pueden encontrarse en la página web del museo”.
El segundo ejercicio es igualmente tipo test y evalúa las competencias
personales de los candidatos. Y, por último, los méritos profesionales y
formativos. En ellos lo que más puntúa son las titulaciones académicas
superiores, es decir, que los licenciados universitarios cuentan con más
posibilidades en la criba que los estudiantes de la ESO.
Los empleados del grupo al que pertenece la vigilancia de salas,
colecciones, edificios e instalaciones realizan tareas como el
movimiento de obras de arte y objetos que integran el inventario no
artístico, el control de acceso, la identificación, información,
atención y recepción de personal visitante, la apertura y cierre de
puertas, la entrega y recogida de correspondencia o los recados dentro y
fuera del museo.
Todo en un horario que se divide entre turnos: de mañana, de 9:30 a
15:15 h; de tarde, de 14:45 a 20:30 h; domingos y festivos, de 9:30 a
19:30 h. Cada vigilante presta servicio un domingo de cada tres y un
festivo de cada tres. Además, el trabajador que voluntariamente preste
servicio en sábado percibirá 100 euros y en domingo o festivo, 175. El
convenio es una de las mejores recompensas a un puesto laboral en el
Museo Nacional del Prado, en el que el colectivo de vigilantes de
seguridad es el mayoritario. “Sin vigilantes no se puede abrir el
museo”, aclara un cargo directivo. El patrimonio artístico está en
buenas manos.
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