Que emprendan otros
Albertillo acaba de regresar de Estados Unidos con el entusiasmo de los que van a hacerse ricos en dos días. Se trae en el bolsillo una idea genial para que montemos en Madrid un negocio que a simple vista parece que tiene muchas posibilidades de llegar a buen puerto y que, además, tiene la ventaja de no tener grandes necesidades de capital. O sea, que cualquiera que le oiga pensaría que se ha traído la gallina de los huevos de oro. Así que nos hemos reunido y hemos echado algunas cuentas:
Alquiler del local comercial | 1.200 euros |
IVA del alquiler del local (21%) | 252 euros |
IRPF que le quitan al dueño del local | 252 euros |
Sueldo de un empleado no cualificado | 1.000 euros |
Seguridad Social del empleado | 400 euros |
IRPF que le quitan al empleado | 100 euros |
Y el dinero se ha repartido de la siguiente manera: 1.004 euros se los ha llevado Montoro, 948 euros se los ha llevado el dueño del local y 900 se los ha llevado el empleado. Sin embargo, seguro que tanto el dueño del local como el empleado se gastan ese dinero para poder vivir, de manera que, teniendo en cuenta que de todo lo que compren un 21% corresponderá al IVA, las cuentas reales se quedarán así:
Para que Montoro pueda seguir despilfarrando | 1.324 euros |
Gastado por el propietario del local | 784 euros |
Gastado por el empleado | 744 euros |
Todo esto Javier Ruiz lo explica fantásticamente en su columna de VozPopuli
Buena parte de la economía sumergida viene del hecho de que tenemos una regulación totalmente demencial y realmente hay muchas actividades que si tuviesen que cumplir con toda la regulación, simplemente no serían viables. Conclusión, que tanto a Albertillo como a mí se nos han quitado las ganas de emprender ningún nuevo negocio. Hace ya años que decidí que mi única actividad sería comprar lo más barato que pudiera y vender lo más caro posible.
Dejémonos de mandangas y que emprendan otros.
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