20130821

España amenaza con otra guerra a Francia por el bonito en plena lucha por el Peñón

pues nada, habrá que dividir al poderoso ejército de hispanistán entre el Peñón y Francia.. lástima que no pueda con ninguno de los dos; por otro lado Rajoy está dando saltos de alegría pues ya no se habla ni de la crisis, ni de los papeles del Bárcenas, ni de los 7 millones de parados, ni de las constantes subidas de impuestos cuando los sueldos (el que lo tiene, claro) no paran de bajar.. disfruten lo votado..


España amenaza con otra guerra a Francia por el bonito en plena lucha por el Peñón

Los pescadores del Cantábrico están en pie de guerra. Protestan por el uso de artes de arrastre en la captura del bonito y quieren exigir a las autoridades comunitarias que se ponga freno a una forma de pesca que perjudica los intereses de los españoles y que, además, atenta gravemente contra la sostenibilidad del mar y el equilibrio de los caladeros. Si no se les da una solución, amenazan con desatar una auténtica batalla como sucedió hace cinco años.

De momento, están en la fase de información a las autoridades nacionales y de asambleas entre las cofradías de pescadores para explicar la situación y recabar los apoyos necesarios para una ofensiva más contundente ante la UE a fin de que se extienda al resto de los países comunitarios la prohibición de la pesca del arrastre, como ya sucede en España. Los marineros de Guipuzcoa tienen previsto en los próximos días convocar a su interfederativa (organismo que agrupa a las distintas cofradías) para elaborar un calendario de actuaciones en defensa de sus intereses.

Los barcos españoles que faenan en aguas comunitarias en busca del bonito, durante los meses de verano, utilizan artes artesanales para la pesca de este túnido, especialmente la cacea (caña con un señuelo que suele ser bocarte, por ser la alimentación favorita de esta especie) o el tanqueo (cebo vivo que sirve de reclamo desde el propio barco). Estos métodos impìden la captura indiscriminada de peces y permite una pesca más sostenible.

Sin embargo, tales procedimientos están en inferioridad de condiciones con respecto a los utilizados por los pesqueros franceses e irlandeses que, con sus artes de arrastre, diezman los bancos de bonito y consiguen espectaculares capturas y, por consiguiente, grandes beneficios económicos.

Ya hace aproximadamente cinco años tuvo lugar otra guerra del bonito con los arrasteros franceses, a consecuencia de la utilización del arte de deriva, consistente en colocar redes fijas en un punto del caladero en las que caían sin remedio, no solo los ejemplares de la especie buscada, sino todos aquellos peces que transitaban por la zona, estuvieran o no listos para ser pescados. Aquella batalla se saldó con una victoria parcial de España, que logró que se erradicara dicho método, pero sin obtener el objetivo definitivo que era la prohibición del arrastre en general y, de esta forma competir en los caladeros en igualdad de condiciones.

Como sucede en otros órdenes de la vida comunitaria, la contraposición de intereses entre los diferentes países y las fuertes presiones que sobre la Comisaría de Pesca ejercen las pesquerías más fuertes y, especialmente los franceses, dificulta el margen de maniobra necesario para prohibir el llamado arrastre pelágico e impedir que la forma indiscriminada de captura esquilme los caladeros del bonito. Curiosamente, parece que este año las capturas son muy similares, incluso mejores que en la pasada costera, pero los pescadores asturianos se quejan de que los ejemplares son de menor peso que hace varias temporadas.

Para la flota de bonito española la puesta en marcha de un mecanismo de control auspiciado por la Unión Europea para conocer en todo momento la situación de sus buques durante la faena es todavía más perjudicial. La obligatoriedad de adherirse al AISS, una especie de GPS que mantiene localizadas a las embarcaciones para prevenir posibles naufragios no solo es controlada por las autoridades marítimas y las cofradías de pescadores en su puerto, sino también por el conjunto de la flota que faena en cada caladero. A través de este sistema también se puede saber dónde hay un banco de atunes, por lo que si un pesquero español con sus artes tradicionales trata de llenar su bodega de suficientes ejemplares, esa misma información llega a los barcos franceses que despliegan sus redes de arrastre y le comen la tostada a sus competidores.

El hastío de los marineros del Cantábrico es evidente a poco que se hable con sus protagonistas. Por eso advierten a las autoridades españolas y comunitarias de que, si para la costera del año que viene prosiguen los mismos problemas y no se les ofrece una solución satisfactoria, la guerra del bonito con Francia volverá como en sus mejores tiempos y si para salvaguardar sus intereses tienen que cortar las redes de los pescadores galos.

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