La herencia de Rubalcaba el ‘aviador’
El 'aviador' de Iberia tenía un carácter rígido y parco en palabras.
Como a todos los de su generación, la guerra les sorprendió en uno u
otro bando cuando apenas eran unos jóvenes imberbes. Él, con 18, se
alistó en las tropas de los Nacionales en el año 1938 y, durante unos
meses, participó en la campaña de la Sierra del Maestrazgo y también en
la Batalla del Ebro.
No se conocen muchos datos sobre la biografía oficial del padre de
Alfredo Pérez Rubalcaba, que después, con los años, trabajaría para la
recién creada Iberia como Oficial Técnico de Vuelo y que se jubilaría,
tiempo después, en 1978, como empresario de un negocio boyante de
papelería en la glorieta de Quevedo de Madrid que ha sido, durante años,
la principal fuente de ingresos de los Rubalcaba. Poco más se sabe de
un hombre, Alfredo Pérez Vega, de quien el hoy jefe de filas del PSOE ha
heredado buena parte de su fortuna, tal y como él ha reconocido esta
misma semana tras su esperado destape fiscal y patrimonial.
“Aproximadamente un 70% de mi patrimonio, que consta en la Declaración
de Bienes del Congreso, tiene su origen en la herencia de mis padres”,
ha explicado.
Alfredo Pérez Vega falleció el 18 de agosto de 2005, cuando Rubalcaba
ocupaba el cargo de portavoz parlamentario del grupo socialista a las
órdenes de Rodríguez Zapatero. Su madre, María Dolores Rubalcaba Cabarga
lo haría cuatro años después, en 2009, cuando ya ocupaba el cargo de
ministro del Interior.
Rubalcaba pide que el bce intervenga para parar especulación contra el
euro
En la declaración oficial del Congreso de los Diputados, Rubalcaba
señala tener 87 acciones cotizadas por valor de 1.023 euros,
participaciones en fondos de inversión por valor de 397653,44 euros;
101.142,70 euros en “importe planes de pensiones” y, por último,
472.909,13 euros en “importe pago aplazado hermanos”. Sus bienes
inmuebles, un piso de 135 metros cuadrados y una plaza de garaje
comprados en 1978 y un coche Skoda adquirido en el 2000, son anteriores
al fallecimiento de sus padres. Su declaración de la renta del 2010
recoge, por último, un ingreso del Banco Santander de 5.410 euros
correspondiente a una parte de la herencia de su madre.
Rubalcaba, de naturaleza hermética y alérgico a todo lo que suponga una
invasión en su terreno más íntimo, del que poco se sabe y se conoce, no
ha contado nunca muchos aspectos sobre su vida más privada, que conoce
solo su reducido grupo de amigos de la facultad de Químicas. Muy en
contadas ocasiones, como cuando se dejó entrevistar por Juan José Millas
para El País siendo aún ministro del Interior, se desprende de su traje
de personaje público y permite escavar en sus interioridades. “Mi padre
hizo la guerra en el bando nacional […] Observado con detenimiento, mi
padre no carecía de sensibilidad social. Era muy trabajador, se hizo a
sí mismo. Entró en Iberia de mecánico de vuelo y desde ahí llegó a
piloto. Era un enamorado de la aviación, se llamaba a sí mismo
‘aviador’, no piloto”, le contó entonces, en 2010, a Millas.
Pero el padre de Rubalcaba nunca ejerció como piloto, tal y como señalan
en Iberia a este diario, que no tiene datos exactos sobre los años en
los que Alfredo Pérez Vega trabajó para la compañía. Eso sí, lo hizo
siempre como Oficial Técnico de Vuelo u Oficial Técnico a Bordo. Un
cargo que está dentro de la cabina de las aeronaves junto al comandante
pero que no desarrolla funciones de piloto. Por eso, aquello de que el
propio padre de Rubalcaba se denominase a sí mismo “aviador”, un término
mucho más genérico y menos preciso.
Pérez Vega nació en 1919 en La Cabada, en el municipio cántabro de
Riotuerto. Se alistó en el bando nacional a los 18 años, el 1 de octubre
de 1938, y fue destinado al III Batallón de Bailén, en la IV División
de Navarra. Luchó en la campaña de la sierra del Maestrazgo y también en
la Batalla del Ebro y obtuvo, por todo ello, una medalla Cruz Roja al
Mérito Militar y una Cruz de Guerra.
Como recoge el libro Rubalcaba, el monje del poder, de Julio Somoano, en
marzo de 1939 se pasó al Ejército del Aire comenzando así su
trayectoria en el mundo de la aviación. Primero militar y, después,
civil. Se convirtió en cabo especialista telegrafista. Acabada la
guerra, se especializaría en este campo con cursos en la Escuela de
Vuelo Sin Visibilidad de Salamanca y en la Escuela de Especialistas de
Málaga.
“Su grado de cabo primero especialista radiogoniometrista se convierte
en un salvoconducto para comenzar en 1946 a volar con Iberia”, relata
Somoano. “Trabaja como radionavegante en los aviones que necesitan esta
plaza”.
Pero entre lo que no heredó Rubalcaba de su padre está, precisamente, el
amor a los aviones, a los que el exministro tiene verdadero temor.
Quizá, en parte, por accidentes como el que su padre sufrió y del que
los hijos no supieron hasta muchos años después, cuando Pérez Vega ya no
volaba. “Fue entrando a las Bermudas, y tuvo que aterrizar sin tren de
aterrizaje. Fue un milagro que sobreviviera”, explicó el propio
Rubalcaba a otro periodista de El País, Juan Cruz. “Cada vez que había
un accidente, en mi casa había una tragedia. Mi madre lloraba y se
preocupaba aunque tratara de ocultarlo”.
“Otra vez, en Boston, -continua el relato de Cruz- el avión se salió de
la pista y fue a acabar ante un montículo que impidió que cayeran al
mar. “Un milagro”. Muchos años después, el piloto contó lo que hubiera
pasado. “Se hubieran ahogado todos”. Y durante noches él reproducía en
sus pesadillas los gritos del pasaje que veía al avión lanzándose al
vacío en medio del cual apareció el montículo”.
Iberia gastaba mucho en papelería y el padre de Rubalcaba conseguía para su papelería una buena parte de sus encargos
En 1978, meses antes de jubilarse de Iberia, el padre dejó las alturas
para un negocio mucho más terrenal como empresario de una papelería
técnica que, con el tiempo, se convertiría en una de las mejores de
Madrid. La sociedad Papelería Ibérica SL fue constituida el 20 de marzo
de 1978 y, desde el primer momento, Iberia sería una de sus principales
clientes. “Iberia gastaba mucho en papelería (hojas de aviso, talonarios
de avales, formularios, plantillas de oficio) y el padre de Rubalcaba
conseguía para su papelería una buena parte de sus encargos”, explica
uno de sus compañeros de trabajo en el libro de Somoano. “No era nada
secreto. La firma de la papelería venía en la parte inferior de muchos
de esos documentos”, concluía.
A finales de los ochenta, con el estallido de los primeros casos de
corrupción socialista, algunos periódicos denuncian los contratos que
la empresa familiar tiene con empresas públicas como Renfe. La relación
de la papelería con estas compañías venía en algunos casos de tiempos de
la UCD, pero la simple duda de sospechas llevó a Rubalcaba a pedir a su
padre que cancelase todos aquellos contratos.
Según denunció en su día, a principios de los noventa, el diputado
popular Felipe Camisón, Papelería Ibérica había pasado de facturar a
Renfe 23.410 pesetas en 1988 a más de 88 millones en 1991, el año de
mayor volumen. Rubalcaba aseguró que “no ha habido ningún aumento” de
las ventas a Renfe desde que él ocupaba un alto cargo con Felipe
González y pidió a Camisón “que deje de ensuciar, que no siga
ensuciando”. "¿O es que tengo que decirle a su padre que cierre la
empresa?”.
Buena parte del patrimonio que el líder del PSOE heredó en 2005 y 2009
podría tener que ver con este negocio familiar que, en noviembre de
2010, fallecidos ya ambos progenitores, cesó a los administradores
solidarios, según recoge el BORME del 4 de noviembre de 2010. Los nuevos
administradores mancomunados pasaron a ser todos los hijos del fundador
de la empresa salvo Rubalcaba. La empresa, por cierto, cambió también
entonces de objeto social para dedicarse a la compraventa y
arrendamiento de viviendas.
De papelería a inmobiliaria.
La esquela de Alfredo Pérez Vega, publicada en algunos diarios como ABC,
le recuerda, sin embargo, como “Piloto de Iberia L.A.E”. Falleció a los
85 años dejando, a sus herederos, un generoso patrimonio labrado a lo
largo de toda una vida de trabajo. Cuando el líder socialista siente
nostalgia de tiempos pretéritos, se escapa a El Escorial, en donde vivió
algunos de los mejores momentos familiares. “Alguna vez voy, cuando me
da un ataque de nostalgia, me tomo un café y vuelvo. Porque ya a aquel
tiempo no se puede volver sino de esa manera”.
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