las ONG (recordemos: parte interesada del asunto, pues se llevan millonarias subvenciones) se quedan sin trabajo.. y es que será que 7 millones de parados (en hispanistán) y un futuro negro ya no hacen la inmigración tan atractiva..
Las ONGs denuncian redadas diarias en Tánger contra los inmigrantes y acusan a la Policía marroquí de “racista”
El relativo parón en la última oleada de pateras en el Estrecho se
atribuye a la presión de la Policía marroquí sobre los inmigrantes
subsaharianos que aguardan a cruzar en las inmediaciones de Tánger. Las
ONGs han lanzado un grito de advertencia sobre “las constantes
violaciones de los derechos humanos que se registran en la otra orilla,
donde crece el racismo contra los recién llegados”.
Fuentes de las organizaciones que trabajan sobre el terreno califican de
«política salvaje» destinada a «sembrar el terror entre los
subsaharianos para frenar su llegada».
Después de que 356 personas cruzaran a Tarifa en apenas diez días, una
cifra récord, desde el pasado lunes sólo una balsa inflable ha vuelto a
llegar a las costas españolas, cuando la Guardamar Calíope rescató a
siete personas, una mujer, un menor y cinco hombres.
Nombres propios
Según los datos de Salvamento Marítimo, durante el mes de agosto otros
403 inmigrantes han sido interceptados por unidades marroquíes y
retornados al país vecino, si bien esta cifra se refiere sólo a las
operaciones en las que el servicio español ha participado. Otro número
indeterminado fue detenido sólo por la Gendarmería o la Armada alauí.
Así, el pasado lunes las patrulleras marroquíes detectaron a medio
centenar de inmigrantes, a los que devolvieron al punto de salida.
«En Tánger las redadas son diarias, con una represión no vista desde los
acontecimientos de 2005», cuando el asalto a la frontera de Ceuta, dijo
un portavozde las asociaciones, aunque la represión se extiende por
todo el país.
Las ONGs denuncian casos con nombres propios: el asesinato del joven
senegalés Ismaila Fayem, que el 12 de agosto fue objeto de una grave
agresión en la estación de Kamra, en Rabat. Dos semanas antes había
muerto Alexis Toussaint, profesor congoleño en Rabat, que durante una
visita a Tánger fue detenido en una redada y arrojado de una camioneta
que circulaba a toda velocidad.
Asimismo, denuncian el asalto y violación a una muchacha de Costa de
Marfil, Tina X, que ha presentado una denuncia ante la fiscalía de
Tánger contra cinco policías por la agresión sufrida.
«Los subsaharianos que residen en Marruecos viven continuamente en una
situación de angustia y miedo a redadas, detenciones y expulsiones que
los mantienen en un estado de inseguridad permanente», denuncian.
Ante lo que consideran “una escalada de racismo y de odio”, catorce
organizaciones han suscrito un comunicado para reclamar a las
autoridades marroquíes que los autores de estas agresiones sean
detenidos. Califican la situación de «violencia institucional» y
condenan «las políticas euro-marroquíes, que tienen como rehenes a los
inmigrantes subsaharianos y hacen caso omiso a los derechos humanos».
Los grupos instan a la sociedad a que se movilice contra el racismo y
refuerce «las tradiciones de hospitalidad y tolerancia» de Marruecos.
También José Chamizo, exdefensor del pueblo andaluz, desde su asociación
Voluntarios por Otro Mundo, llama la atención sobre la actuación
policial y el creciente racismo de la población marroquí. «Allí sólo les
espera persecución y a veces expulsión por la frontera africana, aparte
de agresiones, violaciones y situación de semiesclavitud». Esta
presión, a la vez, les impulsa con mayor urgencia a saltar al Estrecho,
en barcas de juguete que pueden costar 20 euros pero que las mafias
venden incluso por 500.
Colaboración
La protesta del Gobierno español por esta última oleada habría movido a
Marruecos a actuar con mayor contundencia para evitar el paso, según
coinciden Chamizo y medios gubernamentales consultados.
Fuentes diplomáticas aseguran que la colaboración de Marruecos es
estable desde que en 2004 se firmó el llamado acuerdo de movilidad.
Consideran que las sospechas de uso político por parte del vecino país,
en busca de presionar por sus intereses en materia pesquera o agrícola,
están más en la imaginación española que en la realidad.
El control funciona estos días, aunque nunca lo es por mucho tiempo.
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