Por lo menos lo quieren en su pueblo..
Sánchez Gordillo, un año después de los asaltos, preso de la depresión
Juan Manuel Sánchez Gordillo tiene tras de sí una legión de
incondicionales divididos en dos filas, los que lo odian como a un
demonio y los que lo admiran como a un profeta. Sin término medio, unos
les escupirían a la cara y otros lo llevarían en volandas por las
calles. Lo que ni unos ni otros podrían modificar es el hecho innegable
de que este tipo, alcalde de un pequeñísimo pueblo perdido en la sierra
norte de Sevilla, ha logrado lo que muy pocos políticos en España, un
protagonismo que traspasa las fronteras.
Como sucedió el verano pasado, cuando se dedicó a asaltar supermercados
para protestar por los efectos devastadores de la crisis económica.
Tanta polvareda levantó en España como elogios fuera que si el Robin
Hood de los pobres, como lo llamaron Financial Times, el nuevo don
Quijote de España, como le decían en The New York Times, o nada más y
nada menos que Ghandi, con quien llegaron a compararlo en un reportaje
de The Guardian. Pero se acabó aquel verano de robacarritos, como lo
llamamos aquí, la falsa utopía de Marinaleda (‘Si España fuera
Marinaleda’) y Sánchez Gordillo comenzó a difuminarse, a desaparecer de
las páginas de actualidad, primero devorado por el comienzo de un nuevo
curso político, cargado de tensiones económicas y estallidos de
corrupción, y luego porque, salvo la comparecencia en algunos juicios
que tenía pendientes, él mismo desapareció de todas partes.
Ahora, un año después, Sánchez Gordillo sigue desaparecido. La ausencia
es notable porque quizá sea este, en treinta años, el primer verano en
el que no figura, al menos una vez, en las portadas de todos los medios
de comunicación de España con la ocupación de una finca, una huelga de
hambre, un encierro en una entidad financiera o en una institución, un
corte de vías férreas o una marcha por las carreteras, con el sombrero
de paja, la camisa desabrochada y un puñado de banderas rojas y
andaluzas ondeando a sus espaldas.
¿Dónde está Sánchez Gordillo? El también líder del sindicato de
jornaleros, el SAT, Diego Cañamero, es el primero que confirma el rumor
que ya se había extendido a otros ámbitos: “Juan Manuel está pasando un
bache personal muy serio. El trabajo diario, la presión social y
mediática, el acoso del Estado con juicios y condenas…”, afirma Cañamero
a El Confidencial después de pedir respeto para el momento personal que
atraviesa su compañero Sánchez Gordillo.
Otras fuentes del entorno del alcalde de Marinaleda precisan, por su
parte, que el líder jornalero padece un estado severo de depresión que
lo mantiene alejado de toda actividad. En otras ocasiones, según las
fuentes, Sánchez Gordillo se había enfrentado a fases depresivas, pero
tras el verano pasado el problema se ha visto agravado.
Significativamente, teniendo en cuenta la personalidad endogámica,
visionaria, de Sánchez Gordillo, en un año se han sucedido, como en una
representación gráfica de curvas extremas, el esplendor mediático del
verano pasado y la postración de este mes de agosto.
Cuando Diego Cañamero menciona, al hablar del estado de Sánchez
Gordillo, el “acoso del Estado” se refiere a los más de cien años de
cárcel a los que se enfrentan los dirigentes de este sindicato por los
juicios que aún les quedan pendientes, entre ellos los que tienen que
ver con las acciones de protesta del verano pasado, como el asalto a los
supermercados o la ocupación de algunas fincas del Estado. Junto a las
peticiones de cárcel, unas condenas ya firmes que suman, según Diego
Cañamero, más de 900.000 mil euros de multas. Por esa razón, Cañamero se
rebela cuando censuran al Sindicato de Obreros del Campo por “burlarse
de la Justicia” tras las acciones de protesta que realizan. “Ni mucho
menos estamos al margen de la ley, por mucho que varios compañeros nos
hayamos declarado ya ‘insumisos judiciales’ por este acoso constante
contra el sindicato”, afirma.
Cañamero, en cualquier caso, no quiere vincular ni los procesos
judiciales ni la enfermedad de Sánchez Gordillo con la nula actividad
del sindicato jornalero durante estos meses, al contrario de lo que
venía siendo habitual. “Si las movilizaciones del SOC se desarrollaban
en verano, fundamentalmente, era porque durante los meses del verano es
cuando hay menos trabajo en el campo, una vez que se acaban las
cosechas. Pero la actividad no ha decaído, y de hecho para esta misma
semana tenemos convocada una reunión para analizar en profundidad las
acciones más convenientes que podemos realizar”. Según este dirigente,
todo el movimiento sindical “debería reflexionar sobre la lucha obrera
porque existe un contraste muy grande entre algunas movilizaciones que
pasan inadvertidas, aunque hayan precisado de un gran esfuerzo de
organización, y otras que pueden ser más sencillas y que, sin embargo,
tienen una gran repercusión mediática”.
El líder del Sindicato Andaluz de Trabajadores pone como ejemplo la
escasa o nula repercusión de algunas protestas clásicas, como
convocatorias de huelga general o manifestaciones, frente a la
notoriedad que alcanzan otras movilizaciones, como las del verano pasado
con el asalto de algunos supermercados. “Se convocan manifestaciones
que después parecen entierros”, sostiene Cañamero. En eso, ciertamente,
su compañero Sánchez Gordillo es todo un ejemplo, ese Quijote que posó
para las revistas con el atuendo de Carlos Marx, y que ahora ha
sucumbido a la presión de su propia realidad. Pero como en el Quijote,
sólo hay que conocer a Sánchez Gordillo para saber bien que “no huye el
que se retira”. Volverá. De momento, cerrado por depresión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario