20130823

Santiago Calatrava tiene más demandas que premios: tres en menos de un año

el retrato de todo un sector: analfabetos, obras que se caen a pedazos, sobrecitos y maletines, y al final un desastre que acaba pagando el borrego de turno.. así va hispanistán..


Santiago Calatrava tiene más demandas que premios: tres en menos de un año

Calatrava junto a Carlos Fabra y Francisco Camps, entonces presidente de la comunidad valenciana.
Calatrava junto a Carlos Fabra y Francisco Camps, entonces presidente de la comunidad valenciana.

Esta semana, la justicia italiana ha acusado al arquitecto español Santiago Calatrava de haberle hecho perder al Estado 3,8 millones de euros por errores en un puente cuyo precio triplicó el presupuesto inicial. Esta se suma a las demandas de Oviedo y Álava


Auditorios con pésima acústica, escenarios hundidos y llenos de goteras; aeropuertos que hay que reformar al poco tiempo de inaugurados; puentes que resbalan; construcciones que se deterioran con el roce del viento. Eso, sin contar los proyectos que se detienen por sobrecostes de dos, tres y hasta cuatro veces del valor de su presupuesto original ¿Qué le sale bien al arquitecto Santiago Calatrava? Aparentemente nada.

Una nueva prueba del sambenito que pesa sobre el arquitecto valenciano ha surgido esta semana, cuando las autoridades judiciales italianas notificaron a Calatrava la citación para la vista oral, en noviembre, del juicio que deberá enfrentar por daños al erario público italiano. ¿La causa? Se trata de 3,8 millones de euros que el Estado italiano reclama como compensación de los gastos acarreados por errores en el diseño y la ejecución del Puente de La Constitución, el primero que se construía en Venecia desde hacía 70 años.

Cuando se planificó y presentó el proyecto, en 2002, se estableció un presupuesto de 3,8 millones de euros, que después se elevó hasta 6,7 millones, para acabar costando cerca de 11,2 millones de euros. Esta es una de las principales alegaciones del procurador del Tribunal de Cuentas de la región del Veneto, para quien "la realización del cuarto puente sobre el Gran Canal (la pasarela diseñada por Calatrava) comportó un objetivo y desconsiderado aumento de los costes con respecto al presupuesto inicial". Además de las razones económicas, existen otras de tipo práctico: al puente de la Constitución se accede por una rampa de cristal cuyo principal problema son los escalones: aquellas personas con movilidad reducida no pueden usarlo.

Tan sólo en 2013 Calatrava acumula ya varios problemas legales con sus clientes. Hace poco, un juzgado de Oviedo le ha condenado finalmente a pagar 3.272.659,46 euros a los gestores del Palacio de Exposiciones y Congresos de Oviedo por los numerosos desperfectos del edificio y, apenas en abril, el grupo Domecq, propietario de las Bodegas Ysios (Rioja Alavesa), ha presentado una demanda en el Juzgado de Primera Instancia de Vitoria, para que el arquitecto y la constructora Ferrovial asuman los dos millones de euros que supone la reparación de la cubierta de edificio de la bodega, ideado por el arquitecto en 2001, y que ya presenta graves signos de deterioro.

Es una larga lista de las chapuzas, pifias, sobreprecios y demás calamidades las que lleva Santiago Calatrava en su haber. Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1999 y académico de honor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, es uno de los tres españoles que figuran en los nombramientos de nuevos asesores para el Consejo Pontificio de la Cultura vaticano. Su nombre se convirtió, en la década de los noventa, en un referente cultural español y sus edificios se esparcieron por todo el territorio convirtiéndose en costosos –y a veces alucinados- contenedores. ¿Qué fue de algunos de ellos? He aquí un repaso.

Tan sólo en 2013 Calatrava acumula ya varios problemas legales con sus clientes, entre ellos, las Bodegas Ysios.

La ciudad de las Artes y las Ciencias, Valencia. Santiago Calatrava comenzó una relación directa -arquitectónicamente hablando- con su ciudad natal en 1988, cuando construyó el puente del 9 d’Octubre, incompleto a falta de la lámina de agua que debía emplazarse bajo los ojos del puente, que jamás ha sido realizada. Poco después vino el affaire de El Palau de les Arts. Éste fue inaugurado el año 2005, pero permaneció cerrado durante un año. Para entonces, y según las cantidades fiscalizadas por el Síndico de Cuentas, el Palau tenía un sobrecoste del 260%. Sin embargo la cifra fue mucho mayor. En un principio se habló de 84 millones de euros, que se transformaron en 498. Lo peor estaba por calcularse. Hallazgos de diputados de Esquerra Unida señalaron un total en 1.102,9 millones -unos 700 millones más-, a lo que hay que sumar sus gastos de mantenimiento: 4 millones anuales. ¿La realidad? El complejo sea cae a pedazos: la cubierta de la opera se desconcha, el escenario se hundió dos meses después de la primera temporada y el auditorio tiene goteras. Un asterisco completa el despropósito: Calatrava habría cobrado, según las denuncias presentadas, 94 millones de euros facturados directamente a través de su empresa en Suiza.

Los hallazgos de Esquerra Unida arrojaron que la Ciudad de Las Artes costó 1.102,9 millones, unos 700 millones más.

Bilbao, el puente sobre la Ría. En 1997, el arquitecto edificó el puente Zubi Zuri sobre la ría de la ciudad. Pero la estructura comenzó a dar problemas. Quienes lo atravesaban un día se lluvia, se resbalan y no sólo eso... las losetas de cristal –560– comenzaron a romperse y el Ayuntamiento tuvo que hacer frente al desperfecto. Justamente, por ser de diseño, cada unidad costaba 240 euros. Más de 140.000 euros tuvo que invertir el consistorio en arreglarlas. Las cosas, sin embargo, no se quedaron de ese tamaño. Santiago Calatrava demandó al Ayuntamiento de la ciudad por añadir una pasarela (hecha por el japonés Arata Isozaki) al puente para facilitar el acceso a las Torres Isozaki. Calatrava ganó. El consistorio tuvo que pagarle un indemnización de 30.000 euros.

Bilbao, de nuevo: esta vez el aeropuerto. El aeropuerto de Sondica en Bilbao es una de las obras mejor logradas de Santiago Calatrava, dicen los expertos. Fue diseñado en 1990 y ejecutado finalmente en el 2000. Sin embargo, apenas siete años después de su inauguración fue necesario acometer una reforma de más de tres millones de euros –ejecutada por el propio Calatrava-. Las obras incluían el cierre de la zona de espera, donde los usuarios debían aguardar a la intemperie y la colocación de sistemas de climatización, rampas mecánicas, así como de dos nuevos ascensores.

En 2006, una parte del Palacio de Congresos de Oviedo se derrumbó. Calatrava fue condenado a pagar 3,5 millones.

Palacio de Congresos, en Oviedo. Este proyecto dio problemas de todo tipo, desde su derrumbe durante su construcción en 2006, en el que resultaron heridas tres personas (por el que Calatrava fue condenado a pagar 3,5 millones al consistorio onubense), hasta las grietas en una de sus estructuras, la mayoría de carácter móvil y defectuosas desde su planificación, según un informe técnico encargado por las autoridades. Un juzgado de Oviedo condenó al arquitecto a responder ante los gestores del Palacio de Exposiciones y Congresos de Oviedo por los numerosos desperfectos del edificio.

Intercambiador de la Zona Cero, Nueva York. En 2009, su proyecto para la construcción de una estación de tren de la zona cero de Nueva York despertó la polémica en la prensa norteamericana. Calatrava, en su afán por hacer poesía usando para ello complicadísimas vigas e interminables estructuras, comenzó a enfriar el entusiasmo de quienes le contrataron. Este proyecto, que forma parte del complejo que sustituirá a las Torres Gemelas derribadas en 2001, tuvo que ser paralizado por el mismísimo alcalde de Nueva York, Michel Bloomberg, debido al sobrecoste (de los 2.200 millones de dólares se disparó hasta los 3.440) y a su "complejidad constructiva". El New York Times pasó de alabarle a criticarle duramente por la “preocupante incongruencia entre la extravagancia de su arquitectura y el limitado propósito al que sirve”

Bodegas Ysios, en la Rioja alavesa. En abril de 2013 saltó la noticia de la demanda presentada por el grupo Domecq, propietario de las Bodegas Ysios (Rioja Alavesa), en el Juzgado de Primera Instancia de Vitoria. En esta se pide al arquitecto y la constructora Ferrovial que asuman los dos millones de euros que supone la reparación de la cubierta de edificio de la bodega. El problema radica en que el ondulante tejado presenta constantemente goteras y humedades. La cubierta, revestida de aluminio y láminas de cedro (materiales dúctiles empleados para lograr esa forma), movida por el viento deja pasar el agua.

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