reformar las pensiones sin arreglar el resto ("democracia", corrupción, enchufismo, despilfarro, ausencia de responsables pese a que el país está en la ruina..) es tontería..
Pensiones en Suecia: la reforma que el PP no se atreve a hacer
El país escandinavo reformó su sistema público a comienzos de los 90, con el acuerdo de los grandes partidos.
Aunque viendo su actual prosperidad pueda parecer sorprendente, hace dos décadas la situación económica de Suecia no era demasiado envidiable. Las
finanzas públicas estaban al límite y aparecía en el horizonte una
importante amenaza demográfica, con una generación que empezaba a ver
cerca su retiro (en 15-20 años) sin un reemplazo laboral claro.
Ante esta perspectiva, los grandes partidos iniciaron crearon una
comisión, formada por técnicos más o menos alejados de la política, que
hiciese una propuesta de reforma del sistema nacional de pensiones. No
fue sencillo llegar a un acuerdo. De hecho, los primeros pasos en esta
dirección se dieron en 1984 y la reforma se aprobó en el Parlamento en
1994 (para más información, Johannes Hagen, de la Universidad de
Uppsala, ha publicado este mismo año un completísimo relato de todo el
proceso).
Finalmente, Suecia se convirtió en el primer país europeo que acometía un cambio radical de su sistema de prestaciones de jubilación. ¿Las claves?: igualar
contribuciones y prestaciones, asegurar el equilibrio financiero del
modelo de reparto y, sobre todo, abrir la puerta a un sistema de
capitalización individual dentro del sistema público.
Mientras, en España, en los últimos años, se han sucedido las reformas.
PP y PSOE se refugian en el Pacto de Toledo para aprobar cambios que
reducirán la prestación de las futuras pensiones: endurecimiento de las
condiciones de acceso, nuevos índices para la revalorización,... Todo se
hace en nombre de la sostenibilidad de un sistema tan "sostenible" que
hay que ajustar cada poco tiempo para que no quiebre.
Las claves del modelo
Lo primero que hay que decir es que el modelo sueco no es de
capitalización como el chileno. En el país escandinavo, sólo un pequeño
porcentaje de cada pensión se gestiona de forma similar a como se hace
en este tipo de sistemas. Y ni siquiera para esta parte se cumple con todos los requisitos normalmente asociados a los mismos.
- Mínimo garantizado:
corresponde a lo que en España son las pensiones no contributivas. El Estado sueco reconoce a todos aquellos que lleguen a la edad de jubilación (y hayan vivido en su territorio durante al menos cuarenta años) unos ingresos mínimos. En 2012, para un soltero o viudo, La prestación mensual sería de unos 870 euros.
Esta cantidad sólo se recibe si no hay otras fuentes de ingresos, pero
también hay complementos para aquellos con pensiones muy bajas. Es
decir, alguien que tenga derecho a una pensión contributiva de (por
ejemplo) 700 euros, tendrá derecho también a un sueldo suplementario,
para que al menos llegue a esos 870 euros, aunque normalmente superará
ligeramente esa cantidad, con el objetivo de que el que ha sido
cotizante tenga algún tipo de beneficio.
El límite para tener derecho a alguna paga de este mínimo garantizado
era en el último ejercicio de unos 1.250 euros mensuales. Alguien que
gane menos con su pensión normal, tendrá un complemento no contributivo.
Un aspecto muy importante de esta herramienta es que se financia año a
año vía impuestos, lo que quiere decir que está al margen del resto del
sistema.
- Cuentas nocionales:
éste es el corazón del sistema sueco. Las cotizaciones sociales en el país escandinavo se dividen en dos partes: un 16% va al inkomstpension (cuentas nocionales) y un 2,5% al Premium Pension Scheme (el modelo de capitalización que explicamos en el siguiente epígrafe).
En España, un grupo de expertos convocados por Unespa (la patronal de
los seguros) y presidido por el exministro socialista José Manuel
Equiagaray abogó por un cambio en la dirección de las cuentas
nocionales. La clave reside en que el trabajador tiene derecho a recibir
durante su jubilación el equivalente a lo que ha cotizado. Es decir, se
acaba el período de cálculo, los años de cotización para cobrar el
máximo y los demás indicadores.
Así, cuando un trabajador alcanza los 65 años y decide retirarse, se
calcula cuántos años le quedan de vida. Se suma cuánto a contribuido al
sistema. Y se le calcula su paga en función de ambas variables. Es un
modelo totalmente de reparto, pero con dos importantes matices respecto a
lo vigente en España. Por un lado, existe una cierta justicia en que
todo lo cotizado cuente. No hay efectos frontera, ni la mala suerte de
quedar en paro en los últimos años de la vida activa acaba con las
expectativas del jubilado.
Pero además, el modelo sueco incluye un sistema de revalorización
constante. El incremento anual en las pensiones se establece en relación
con la subida de los salarios, en una especie de equilibrio
intergeneracional: si suben los ingresos de los cotizantes, también lo
harán los de aquellos que viven de sus cotizaciones (y a la inversa).
Por último, existe un mecanismo de ajuste automático. Se calcula cuánto
debe el sistema (valor actualizado de las pensiones) y se compara con
sus activos (cotizaciones más los fondos de salvaguarda que ha acumulado
el Estado sueco. En el caso de que la relación sea negativa, se ajustan
las pensiones inmediatamente a esta circunstancia, con recortes en las
prestaciones. Desde 2001, esta circunstancia sólo se ha producido en dos
ocasiones, 2010 y 2011, y en ambos casos el Gobierno aprobó mecanismos
extraordinarios de compensación.
- Cuentas individuales:
es la tercera pata del modelo y posiblemente la más novedosa. El 2,5%
del salario de los trabajadores suecos va destinado a estas cuentas.
Con esa cantidad, pueden invertir en los centenares de fondos (hasta
800) que existen en el país. O, si lo prefieren, en un fondo público,
gestionado por el Gobierno y que invierte con criterios más
conservadores.
Las posibilidades son infinitas. Cada persona puede distribuir su dinero
entre varios fondos y cambiar a lo largo del año. Las compañías tienen
la obligación de informar a sus clientes de sus tarifas y comisiones,
así como de su filosofía de inversión. Y los fondos están divididos en
categorías, en función del riesgo de sus inversiones.
A partir de los 61 años, los suecos pueden empezar a cobrar el dinero acumulado.
Y se permite asociar los beneficios a una tercera persona (cónyuge o
hijos) o unirlos a los de la pareja para que, en caso de fallecimiento,
el otro siga cobrando del dinero ahorrado. En esencia es un modelo
capitalización, con algunas restricciones en cuanto a retirada de fondos
o beneficiarios.
- El sobre naranja: es la cuarta pata del sistema. No implica otro fondo ni nada parecido. El sobre naranja que todos
los suecos reciben al comienzo de cada año les informa de cómo van sus
fondos, tanto en lo que respecta a las cuentas nocionales como el
premium, y qué pensión le quedaría, en función también de a qué edad
elige retirarse. Porque ésta es otra característica del modelo, que
al tener información detallada, es el trabajador el que decide, dentro
de unos parámetros muy amplios, si prefiere jubilarse antes con una
pensión más reducida o ahorrar algo más y retrasar el fin de su vida
activa.
Los matices
Evidentemente, un cambio de esta magnitud es complicado de hacer. Para
empezar, un modelo de cuentas nocionales implicaría un recorte en las
prestaciones prometidas con los actuales requisitos (años de cotización
requeridos para cobrar el 100% y período de cálculo). Por lo tanto,
sería imprescindible un período de transición para que aquellos que
están cercanos a la edad de jubilación, y no tienen margen de actuación,
se vean perjudicados.
Además, hay que tener en cuenta que la situación del mercado laboral
en España dista mucho de la sueca. Con un 27% de paro, el número de
trabajadores que sustenta con su cotización a los pensionistas es muy
reducido. Eso sí, al menos hay mucho margen de mejora, para sostener
el sistema durante el período de transición. Y está la famosa hucha de
las pensiones, que se podría utilizar como colchón de seguridad.
En cualquier caso, no parece que éste vaya a ser el camino seguido por los políticos españoles. En 1996, durante
la primera legislatura de Aznar, se habló mucho de que el Gobierno
tenía un informe sobre la mesa para pasar al modelo chileno de
pensiones. Ahora, 17 años después, durante los que se podía haber avanzado mucho, eso se da políticamente por imposible.
El ejemplo de Suecia es un paso intermedio, con un modelo de reparto
más sostenible y algo de capitalización. Además, en el país escandinavo,
las pensiones de la gran mayoría de los trabajadores se complementan
con planes empleado-empresa.
Nada de esto parece que vaya a impulsarse en España. El Gobierno ya ha
dicho que su reforma de pensiones es la que está sobre la mesa. Y los
fundamentos no cambian, por falta de ambición o de convicción. El factor
de sostenibilidad introduce un cierto componente de equilibrio
financiero, pero le faltan algunos elementos clave del sistema de
cuentas nocionales. Los jubilados españoles ya saben a qué atenerse.
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