má de 7 millones de parados y una falta absoluta (y pasmosa) de profesionalidad.. así es muy difícil avanzar.. disfruten lo votado..
La verdadera razón de por qué no salimos de la crisis
A mi amiga María se le ha inundado la casa. La causa: una avería en la
bajante del edificio. La historia, se lo aseguro, es verídica:
8,30 a.m. del sábado: una tubería estalla por sorpresa. Comienza a caer
cuarto y mitad del Canal de Isabel II por el techo del salón.
8,45 a.m.: El conserje corta el agua y avisa a los vecinos pidiéndoles
que se abstengan de tirar líquidos por los desagües hasta nuevo aviso. A
partir de ese momento los susodichos se dedican a vaciar por el
sumidero jarrones, botijos y los vasos de las dentaduras postizas de los
abuelos.
8,46 a.m.: María llama a su aseguradora. No sin esfuerzo, consigue
traspasar la barrera de los tres contestadores -"Si quiere contratar,
marque 1; Si quiere renovar, marque 2; para dudas sobre la cobertura de
su póliza, marque 3..."- Emergencias es el 5. El pasillo es ya un canal
veneciano.
11,50 a.m.: Aparece el fontanero del seguro que viene de arreglar una
ducha en Getafe. Por lo visto, la proporción de fontaneros que trabajan
los sábados es de uno por cada seis millones de habitantes. Mira al
techo que es todo él una gotera, pide que se dé el agua, observa con los
brazos en jarras como se materializan las cataratas de Iguazú,
determina sin inmutarse que eso es responsabilidad de la comunidad y se
va como ha venido.
12,02 p.m.: Ni el conserje ni la presidenta de la comunidad saben nada
del seguro del edificio. La administradora, como es sábado, no coge el
teléfono. Tras una ardua labor detectivesca, María consigue el número de
póliza del edificio y que le coja el teléfono una señorita extranjera
que le hace deletrear "Pérez" y que le garantiza que en media hora
tendrá un operario.
5,00 p.m.: Tras constatar que "media hora" es un concepto muy elástico,
María, desesperada, llama a una empresa de "emergencias 24 horas". En
cuanto cuelga, el fontanero del seguro da señales de vida para avisar de
que se va a retrasar (ja). María le dice que, en vista de la tardanza,
ha llamado a uno particular y recibe la noticia de que como ese intruso
meta la mano la aseguradora no le va a cubrir los desperfectos. "Usté
verá".
5, 30 p.m.: Ante el temor de quedarse sin cobertura, María despide al
fontanero de urgencia que ha llegado en un pis pas. El susodicho le
cobra 100 euros por el desplazamiento y se marcha agradecidísimo.
5, 45 p.m.: Aparece el fontanero del seguro que vuelve a dar el agua que
de nuevo cae a manta. ¿Diagnóstico?: es un atasco y eso, el seguro no
lo cubre. Recomienda llamar a un pocero de urgencias.
6, 45 p.m.: Llega el pocero, desmonta la tubería y con ella en la mano
pregunta: "Oiga, señora, y la factura de esto quién la paga?". María
responde que se lo tiene que facturar a la comunidad, a lo que el pocero
responde que de eso nada y que o se le paga al contado "530 euros, con
Iva o sin Iva, como prefieran" o no desatasca.
7,15 p.m.: Tras hacer una colecta entre la presidenta de la comunidad,
el portero y ella misma, María paga, con Iva, al pocero chantajista que
mete la mano por la bajante saca una pelota de pelos, jabón, restos de
paella y una Nana, pide una toalla y se despide.
Después de once horas en las que la solidaridad, la productividad, la
efectividad y la formalidad han brillado por su ausencia, y tras
comprobar que el currante defraudador goza de buena salud, María, como
otros muchos, no tiene ninguna duda de que los políticos no son los
únicos culpables de lo que nos pasa. Así estamos.
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