ya están tardando los "salvapatrias" del PPSOE de hispanistán a darles la nacionalidad.. éstos también vendrán a "pagar las pensiones".. desde luego..
disfruten lo votado..
Medio millón de apátridas por una sentencia del Supremo dominicano
Las autoridades del país en el que nació Juliana Deguis Pierre, donde ha
vivido sus 29 años, República Dominicana, no la consideran como una de
los suyos. El 23 de septiembre pasado, el Tribunal Constitucional
dominicano dictó una sentencia que establece que no se reconocerá la
nacionalidad a los hijos de padres extranjeros en situación migratoria
irregular, nacidos a partir de 1929. El fallo afecta directamente a tres generaciones de dominicanos de origen haitiano,
hijos en su mayoría de jornaleros legalmente contratados durante el
último siglo por la industria local del azúcar para cortar la caña que
se procesa en sus ingenios. La decisión ha sido duramente criticada por
ONG locales vinculadas a la defensa de los derechos humanos y por los
países miembros de la Comunidad del Caribe (Caricom), que ahora ponen en
duda la incorporación de República Dominicana como miembro pleno del
bloque
La sentencia del Tribunal Constitucional se produjo como respuesta a una
solicitud de amparo hecha por Juliana Deguis Pierre para que la Junta
Central Electoral, responsable del registro civil, expidiera el carnet
de identidad que le había estado negando desde 2007. “Yo me crié aquí y
nunca he ido a ningún país”, dice Juliana, quien nació y aún vive en el
batey de Los Jovillos, un barracón que comparten más de 20 familias de
braceros de origen haitiano, en el municipio agrícola Yamasá, a hora y
media de camino de Santo Domingo, la capital. Juliana tuvo una partida
de nacimiento dominicana, que le fue entregada a su padre cuando la
presentó ante el registro civil utilizando su carnet de trabajador del
Consejo Estatal del Azúcar (CEA). En 2007, cuando Juliana había cumplido
la mayoría de edad e intentó obtener su primera cédula dominicana, las
autoridades del registro se negaron y retuvieron sus documentos alegando
que sus apellidos eran “sospechosos”, pues eran apellidos haitianos.
El
criterio de las autoridades dominicanas es que el principio jus solis
(derecho al suelo) incorporado en la Constitución en 1929 no ampara a
los hijos de padres extranjeros que se encuentren ejerciendo funciones
diplomáticas en República Dominicana o en condición “de tránsito” por el
territorio. “Las autoridades judiciales han interpretado que si una
persona no tiene residencia, se presume que está en tránsito, lo cual
es una interpretación gramatical totalmente errónea”, han explicado a EL
PAÍS los abogados Genaro Rincón y Manuel del Dandré, representantes del
Movimiento Socio-Cultural Para Los Trabajadores Haitianos (MOSCTHA),
con sede en Santo Domingo. Según esta sentencia, miles de haitianos y
sus hijos nacidos en República Dominicana –de acuerdo al más reciente
censo oficial , son unos 450.000- han vivido “en tránsito” hasta por
ocho décadas.
Desde que comenzó la ocupación estadounidense en Haití (1915-1934), la
industria dominicana del azúcar se mueve gracias a la mano de obra
haitiana, con el consentimiento de las autoridades. A día de hoy, en
República Dominicana operan cuatro grandes ingenios y cada uno requiere
de la fuerza de 5.000 braceros para poder funcionar. La paga que ellos
reciben por el empleo riesgoso y duro de cortar caña de azúcar con
machete, depende de su desempeño: las empresas pagan 200 pesos (poco más
de 4,5 dólares) por cada tonelada cortada. Un bracero diestro, como el
padre Juliana Deguis Pierre, que tiene 58 años y trabaja en la zafra
desde que tenía 15, nunca alcanza a cortar más de dos toneladas y media
al día.
Para algunos juristas dominicanos de renombre, como el abogado Luis
Vílchez González, la sentencia del Tribunal Constitucional para resolver
el problema de la nacionalidad de los hijos de inmigrantes haitianos
“constituye una de las mejores piezas jurídicas de la legislación
dominicana de los últimos 60 años”. “Su estilo de redacción propio de
altas cortes internacionales, los motivos dados por los jueces para
implementar el plan nacional de regulación de extranjeros ilegales
radicados en el país, ilustra no sólo a los abogados dominicanos, sino a
la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) por su
contenido en hechos y en Derecho Comparado Internacional”, ha escrito
este 19 de octubre en una columna de opinión publicada por el periódico
dominicano Listín Diario.
Comparten esa opinión altos representantes del Estado, como el
presidente del Senado, Reinaldo Pared Pérez, quien considera que toda la
crítica internacional que ha suscitado el fallo se debe a un plan del
Gobierno de Haití para desviar la atención de la crisis política que
atraviesa su país. “Lo decidido por el Tribunal Constitución es un acto
de plena soberanía de la República Dominicana”, ha dicho Pared Pérez.
Este 17 de octubre, la Comunidad del Caribe (Caricom) emitió un
comunicado en el que señala que la decisión adoptada por el Supremo
dominicano “es contraria a los pronunciamientos de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, que ha llamado repetidamente a
República Dominicana a tomar medidas que garanticen el derecho a la
nacionalidad y adoptar leyes sobre inmigración y prácticas acordes con
lo previsto en la Convención Americana de Derechos Humanos”. La primera
ministra de Trinidad y Tobago y presidenta pro tempore del bloque, Kamla
Persad-Bissessar, calificó la decisión del tribunal como un acto
discriminatorio y llamó a los países que integran la comunidad a tomar
parte activa en este debate, “dentro de un contexto en el que República
Dominicana busca integrarse a la organización”. Al menos dos de los 15
países que hacen parte de la Caricom, Guyana y San Vicente y las
Granadinas, ya han fijado una posición de rechazo a la sentencia que, no
se descarta, podría afectar el ingreso de los dominicanos como miembros
plenos del grupo.
Sin su carnet de identidad, Juliana Deguis Pierre no puede registrar a
sus cuatro hijos, ni inscribirlos formalmente en la escuela, ni tiene
posibilidad de conseguir un trabajo distinto al de limpiar casas de
familia durante un mes o dos, o hasta que los patrones le pidan sus
documentos. Hace un par de semanas, cuando su fotografía estaba en todos
los diarios y noticieros de la isla, fue despedida de su empleo.
Juliana no sabe hablar creole haitiano, ni conoce el camino que lleva a
la frontera más próxima con Haití y teme que en cualquier momento las
autoridades del país donde nació decidan deportarla.
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