Soluciona – INMIGRACIÓN MASIVA: LA GRAN CATÁSTROFE
La inmigración masiva no es una oportunidad para España. Es una
catástrofe, una gran catástrofe: identitaria, securitaria, escolar,
administrativa, sanitaria, económica, social, presupuestaria,
medioambiental, política, diplomática, demográfica. Es también una
catástrofe para las libertades. Es tiempo de exponer los hechos en toda
su realidad, es decir en toda su brutalidad. Sin odio, claro, pero
también sin rodeos, ni hipocresías, ni tampoco concesiones a las
conveniencias del “pensamiento correcto”.
-Catástrofe identitaria: Muchos españoles de origen europeo se
sienten extranjeros en su propio país. En algunos barrios se han
convertido en una minoría oprimida. Unas costumbres extranjeras: velo
islámico, chilabas, boubous (túnicas africanas) les son impuestos en el
espacio público. Unas reglas alimentarias musulmanas se implantan en sus
mataderos y se imponen en sus platos. Los paisajes urbanos son
transformados por la edificación de mezquitas, que son la expresión de
una toma de control simbólico del territorio español. Los programas
escolares y su aplicación son “adaptados” según las exigencias de las
minorías llegadas de fuera. Los principios constitucionales son
pisoteados. España se está convirtiendo en multicultural y por lo tanto
en multiconflictiva.
-Catástrofe securitaria: Desde un punto de vista estricto de los
hechos, es incontestable que la gran mayoría de los traficantes de droga
son negros o árabes. Las violencias cometidas contra las mujeres, las
agresiones en las escuelas, todo eso está concentrado en los barrios de
la inmigración y las periferias que están en contacto con estos. La
explosión de la delincuencia desde los años 90 del siglo pasado está en
relación directa con la progresión de la inmigración. En las cárceles,
cerca de las dos terceras partes de las personas detenidas no son
españoles de origen europeo. Más de la mitad de los presos son
musulmanes. Muchos barrios se han transformado en “zonas fuera de la
ley”.
-Catástrofe para las libertades: La subida de la inseguridad
ligada a la inmigración limita en los hechos la libertad de ir y de
venir, la libertad de los ciudadanos honrados de circular libremente y
en seguridad por nuestras calles o en los medios de transporte públicos.
La lucha contra la inseguridad no se ha centrado en sus verdaderas
causas pero en cambio ha generado una multiplicación de leyes de
seguridad potencialmente peligrosas para las libertades: inflación del
número de incriminaciones penales, extensión de los plazos de detención
preventiva, subida de la vídeovigilancia, desarrollo de la seguridad
privada. Con la finalidad de imponer una política migratoria insensata,
los gobiernos sucesivos han hecho votar unas leyes liberticidas, que son
un ataque a la libertad de expresión y una verdadera regresión
civilizacional.
-Catástrofe escolar: Las reformas pedagógicas y la misma
concepción del sistema escolar han desembocado en una degradación de la
adquisición de los conocimientos por los alumnos. Este fenómeno es
amplificado por la heterogeneidad creciente de las aulas en razón de una
inmigración que acentúa las diferencias entre alumnos, ya se trate de
las capacidades cognitivas, del dominio de la lengua española y de la
aceptación del contenido de los programas. Debido a que los docentes
principiantes son dirigidos hacia los barrios de mayor inmigración en
sus primeros años de ejercicio, se aprecia una baja de las vocaciones en
el sector. Los maestros y profesores veteranos también están cada día
más desanimados por el clima de indisciplina y la falta de autoridad de
la que se les dota frente a un alumnado cada vez más agresivo. Este
conjunto de hechos se traduce en que en los tests internacionales PISA,
los resultados de los alumnos españoles son cada vez más bajos
comparados con los de los países vecinos. En el otro extremo, es
Finlandia, el país europeo más homogéneo étnicamente, que obtiene los
mejores resultados internacionales.
-Catástrofe administrativa: Algunos inmigrantes traen consigo
unas prácticas fraudulentas juzgadas normales en sus países de origen:
falsas declaraciones, corrupción activa de funcionarios o amenazas. Los
funcionarios de Policía, de las administraciones públicas, de los
servicios del permiso de conducir, los agentes de los servicios sociales
y también los docentes se ven expuestos a estos comportamientos.
-Catástrofe para la salud pública: Teniendo en cuenta las
dificultades presupuestarias que lo afectan y el alargamiento de la
esperanza de vida, el sistema sanitario español está al borde de la
quiebra financiera. La inmigración trae desequilibrios suplementarios:
un creciente número de beneficiarios no cotizantes, el turismo
sanitario, la aparición de enfermedades raras o erradicadas,
enfermedades tropicales y la tuberculosis muy frecuente en las zonas con
alta inmigración africana. La misma organización de los servicios de
urgencia se ve perturbada por comportamientos compulsivos, incluso
agresivos, de personas que no respetan las normas y las reglas de los
establecimientos hospitalarios. Este aumento de demanda sanitaria, al no
haber sido ni anticipado ni financiada lleva a los hospitales a
contratar a médicos extranjeros muchas veces de baja cualificación.
-Catástrofe para el empleo: El paro sobrepasa el umbral del 25%
de la población activa, el 30% si contamos el paro parcial. Esta es una
causa mayor del malestar social y del déficit presupuestario. La
inmigración no es la única culpable pero amplifica el fenómeno. La tasa
de paro de los extranjeros magrebíes y africanos es el doble de la tasa
española. La tasa de paro de los jóvenes provenientes de la inmigración
magrebí y africana es también el doble que la de los jóvenes españoles
de origen europeo. Conocemos el estribillo mil veces repetido: “Los
extranjeros vienen a hacer los trabajos que los españoles no quieren
hacer”. Para ser más exactos, deberíamos añadir: “…y que los extranjeros
ya instalados y los inmigrantes de segunda generación tampoco quieren
hacer”. Los inmigrantes que entran hoy en España mantienen en el paro a
los extranjeros ya presentes, y además son los padres de los parados de
mañana.
-Catástrofe para los salarios: Por efecto de la continuación
incesante de la inmigración, los salarios bajan en muchos sectores y
oficios: obreros de la construcción y las obras públicas, empleados de
la hostelería o de los servicios de ayuda a las personas, artesanos,
pero también técnicos e ingenieros, sobre todo en informática, se ven
afectados. Los jóvenes que entran en el mercado laboral son las primeras
víctimas de este fenómeno. La apertura de las fronteras ofrece un
inmensa reserva de mano de obra a las sociedades industriales
capitalistas mientras que el estado del bienestar garantiza a todos unos
ingresos mínimos. De ahí el desarrollo simultáneo del paro, la baja de
los salarios y la subida de los déficits.
-Catástrofe presupuestaria: En un país de subempleo, la
inmigración es un lastre económico: toda entrada de personas
suplementarias en el territorio acrecienta las cargas sociales y los
costes generales de la nación, sin las partidas correspondientes. Se
calcula en unos 10 mil millones de euros el coste anual relacionado con
la entrada de miles de nuevos inmigrantes en España cada año (viviendas,
hospitales, escuelas, transportes, prisiones, ayudas y prestaciones
sociales de todo tipo). Los que sostienen, a contramano de todo sentido
común y contra los mismos datos, que la inmigración mejora las cuentas
generales del Estado se olvidan de dos cosas: que no es correcto
comparar una población inmigrada joven con una población española de más
edad, ya que ésta última cuenta entre sus filas a muchos inmigrantes
mayores nacionalizados, y que una parte de los salarios y de las ayudas
sociales percibidas por la inmigración se va, en forma de remesas, hacia
los países de origen (7268 millones de euros este año), lo que agrava
el déficit de la balanza de pagos española.
-Catástrofe medioambiental: La inmigración masiva lleva a la
desestructuración de los espacios urbanos, provoca el llamado white
flight (éxodo de las personas autóctonas de las zonas urbanas que sufren
un alto índice de inmigración de poblaciones extranjeras) y amplía la
crisis de la vivienda. Resultado: la urbanización del suelo se acelera y
se destruye el paísaje. Además la gestión de los residuos en los
barrios de la inmigración causa problemas medioambientales graves.
-Catástrofe en los transportes: En 30 años, la situación en los
transportes públicos de las grandes ciudades se ha degradado
profundamente. En primer lugar, porque las redes de transporte deben
desplazar más pasajeros sin disponer de más presupuesto. Después, porque
los comportamientos irresponsables, los actos de vandalismo y las
agresiones, particularmente frecuentes en las líneas que llevan a los
barrios de la inmigración, tienen repercusión en todo el conjunto de las
redes tanto ferroviarias como de autobuses urbanos, lo que genera
retrasos e inconvenientes de todo tipo. A eso hay que añadir las
continuas degradaciones de las unidades de transporte. Los robos de
cobre y otros metales, cometidos por mafias llegadas de fuera (muchas
veces rumanos) son una causa adicional de perturbaciones.
-Catástrofe política: Según la constitución española, “la
soberanía pertenece al pueblo”, y “la ley es la expresión de la voluntad
general”. Pues bien, para que un grupo humano sea un pueblo, debe
compartir unos valores, unas costumbres y unos comportamientos comunes.
Eso supone la asimilación. El comunitarismo étnico y religioso se opone a
eso. las minorías venden sus votos y eso conduce a los alcaldes a
“cortejar” el islam y los grandes partidos fundan su estrategía
electoral sobre el reemplazo de las clases populares españolas por las
minorías extranjeras.
-Catástrofe para la soberanía española: A la larga, nuestras
opciones de política extranjera corren le peligro de ser tomadas en
razón de las reacciones eventuales de las minorías arabomusulmanas o
islamizadas que se encuentran en nuestro país. Estas ya son el objeto de
espectaculares operaciones de influencia de parte de los Emiratos
Árabes Unidos y de Qatar, sin contar la financiación de mezquitas por
Arabia Saudita, Marruecos e Irán, principalmente.
-Catástrofe demográfica: A medio y largo plazo, asistiremos a una
substitución de población. Es ya el caso en Cataluña, donde casi un
tercio de la población procede de fuera de Europa, por lo que no es
descabellada la perspectiva de un gran reemplazo étnico y cultural. Este
lento genocidio tiene dos causas: la llegada masiva de poblaciones
extranjeras muy fecundas, y también de la baja dramática de la natalidad
de los españoles europeos que se enfrentan a grandes dificultades para
conseguir trabajo, vivienda y escuelas adecuadas para sus hijos. La
excesiva natalidad extranjera y la inmigración, con los problemas y
tensiones que aportan, son causas de la caída de la natalidad española.
La catástrofe demográfica es evidentemente la más grave ya que es
potencialmente irreversible.
Ciertamente, el conjunto de las dificultades españolas no puede ser
reducido a la inmigración. La crisis existencial del pueblo español es
la mayor causa de la decadencia de España como nación. Pero sería vano
encarar –por ceguera, pereza intelectual, cobardía moral, oportunismo
mediático o cinismo político- cualquier propuesta para salir de esta
crisis econónica, social, política y moral sin que sea abordada la
cuestión de la inmigración. Por una simple razón: atreverse a
enfrentarse al problema de la inmigración es la primera etapa de la
recuperación, ya que es el tabú más fuerte que hay que romper: el de la
mala conciencia y del arrepentimiento.
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