empezando que no es lo mismo una carrera de Trabajo Social que una Ingeniería.. aún parecen pocos expulsados.. a lo mejor en las carreras más fáciles deberían subir un poquito el listón.. porque el estudiante suele pagar un 10% del coste, el resto se financia del Estado..
La Universidad expulsa a 30.000 alumnos al año por rendir poco
Unos 30.000 alumnos de las universidades públicas españolas son
expulsados cada año de sus carreras por bajo rendimiento, según las
estimaciones de expertos. Los campus fijan de forma autónoma unas líneas
rojas que afectan sobre todo a los primeros cursos de la titulación
para que el estudiante no se eternice en una carrera mal elegida. En las
universidades públicas hay más de un millón de matriculados.
Esta regulación, pensada para garantizar el buen uso de los fondos
públicos, suele pasar desapercibida para los estudiantes. Lo ha puesto
de manifiesto la protesta de las últimas semanas de un grupo de alumnos
de la Universidad de Oviedo contra una norma que ven arbitraria y poco
publicitada.
“Se permitieron matrículas mal hechas y se cobró por ellas, llegaremos a
los tribunales si es necesario”, explica Alejandro González,
representante de los alumnos asturianos.
Los criterios para decidir si un universitario está perdiendo el tiempo
en su facultad están recogidos en las llamadas normativas de
permanencia. La mayoría de las universidades públicas las revisaron a
partir de 2008 con la implantación del Espacio Europeo de Educación
Superior, el llamado plan Bolonia. Las normas incluyen básicamente un
número mínimo de créditos a aprobar y un plazo máximo de tiempo para
hacerlo. Normalmente, permiten al expulsado de un título una segunda
matrícula en otra carrera de la misma universidad tras la expulsión. No
suelen contemplar terceras oportunidades.
La agencia de evaluación ANECA y los consejos sociales de los campus
recomendaron hace ya dos años una revisión de los modelos en el informe
Universidades y Normativas de Permanencia Reflexiones para el futuro.
Ese estudio no se ha hecho ni se ha elaborado un recuento oficial de los
afectados. El experto en financiación universitaria Juan Hernández
Armenteros, que participó en el citado informe, estima que son unos
30.000 alumnos de grado, el 3% del total. Ha hecho este cálculo a partir
de un estudio sobre rendimiento realizado en la Universidad de Jaén por
Enrique Bernal y Juan Lillo. Otros expertos consultados coinciden en la
estimación.
“Las normas
de permanencia suelen ser laxas”, dice un experto
“En general, las normas de las universidades públicas españolas son muy
laxas”, advierte Hernández Armenteros, que asegura que en las
universidades con normativas más duras hay menos expulsiones si los
estudiantes están bien informados. Las expulsiones, además, afectan más a
los alumnos menos vocacionales. “Es difícil que se produzcan bajas por
la normativa en las carreras en las que el estudiante tiene una
preferencia clara y una nota de corte alto”, añade Manuel López,
presidente de la Conferencia de Rectores de España (CRUE).
En la Universidad de Oviedo, la movilización ha partido de la facultad
de Trabajo Social. El grueso de afectados son alumnos de “Derecho,
Económicas e Ingenierías, por la sencilla razón de que es donde tenemos
más alumnos”, explica el vicerrector de Estudiantes, Luis Rodríguez
Muñiz. La cifra de afectados aún no está cerrada. Las estimaciones
oscilan entre el millar que calcula el Rectorado y unos 500, según los
representantes del alumnado, de un total de 21.791.
La normativa de permanencia de Oviedo establece que un alumno debe tener
al menos 90 créditos en su tercer año universitario, de los que 48
tendrán que ser de asignaturas del primer curso. Los alumnos se han
opuesto a esta norma, aprobada en su campus de 2010, pero cuyos efectos
se ven ahora cuando han pasado los tres primeros años.
"Hay menos bajas en títulos “con notas de corte altas”, añade un rector
Carlos Lorenzo, de 21 años, acaba de terminar el tercer curso de Trabajo
Social. Lleva más de 90 créditos pero no cumple con el requisito de que
más de la mitad sean del primer año. Explica que aparcó varias
asignaturas relacionadas con Derecho, su particular bestia negra, para
estudiarlas todas juntas al final del curso. “Cuando fui a hacer la
matrícula, no me avisaron de que corría el riesgo de ser expulsado si no
las cogía”, se queja. Su universidad se compromete a mejorar los
mecanismos de información y a pedir al consejo social que revise el
criterio de los 48 créditos. “En el resto de casos, hay que aplicar la
norma”, añade el vicerrector.
La coordinadora estatal de estudiantes universitarios CREUP pide que se
revisen estas normas para permitir flexibilidad en los estudios, como lo
que pretende el alumno Carlos Lorenzo agrupando todas las asignaturas
de Derecho de una vez, y que se tenga en cuenta el panorama actual.
“Situaciones que antes eran excepcionales, como que un estudiante
trabajara, se han convertido en algo normal por la crisis y eso debe
quedar bien recogido”, defiende su presidente, Luis Cereijo.
Los consejos sociales universitarios admiten que la revisión “es una
asignatura pendiente”, según Julio Revilla, vicepresidente de la
conferencia que los aglutina. “No hace falta que todas las normas sean
iguales, pero deberíamos asegurar una coherencia en los modelos y una
vinculación con el sistema de becas y de precios públicos”. El
presidente de los rectores, Manuel López, ahonda: “Más allá de los
expulsados por la normativa, el drama es para los que se quedan fuera
por razones económicas o dificultades para conseguir una beca”. Los
rectores han reclamado insistentemente en los últimos años al Ministerio
de Educación que revise el sistema de ayudas para que nadie quede fuera
por falta de dinero.
Un modelo para cada campus
Las universidades españolas están obligadas a fijar unos requisitos
mínimos de exigencia a sus alumnos para que sigan estudiando la
titulación elegida. Son las llamadas normativas de permanencia. La Ley
Orgánica de Universidades (LOU) establece que los consejos sociales
universitarios, en los que participan representantes externos (empresas o
Administraciones) junto con los rectorados y los estudiantes, son los
que deben impulsar y aprobar estas normas.
Los criterios fueron revisados en la mayoría de los campus públicos a
partir de 2008. Antes se requería que el estudiante agotara un número
determinado de convocatorias de examen, ahora suelen distinguir entre
alumnos con dedicación total o parcial y fijar un número mínimo de
créditos a superar en un periodo de tiempo determinado, sin incluir
distinciones entre carreras.
La Universidad de León fija un mínimo de 12 créditos aprobados por
curso, lo que equivale generalmente a dos asignaturas (la media es de
seis créditos por materia). Tiene 157 afectados de 13.582 alumnos. La
Universidad de Barcelona prevé 18 créditos cuando el alumno se matricule
a tiempo completo (60 créditos anuales). Entre las más duras está la
Pompeu Fabra, que fija que se deben aprobar la mitad de los créditos
matriculados en el primer curso para seguir matriculado en ese grado.
La Complutense o la de Sevilla piden que el alumno de primer curso
apruebe al menos una asignatura para poder seguir en esa titulación y
permiten agotar hasta seis convocatorias de examen por materia. En
Sevilla hay solo 19 afectados de 64.000 alumnos. Su vicerrectora de
Estudiantes, Pastora Revuelta, defiende que las normas sean distintas
entre universidades, como ocurre con las notas de corte o los criterios
de acceso. “Con todas las restricciones que ya existen, es absurdo
cambiarlas. El incremento de precios aprobado para segundas, terceras y
cuartas matrículas [en las que el alumno paga hasta el 100% del coste]
ya es bastante persuasivo”, señala Revuelta.
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